Isabell Huppert haciendo malabares para llegar de un set de filmación a otro durante la misma noche, Juliette Binoche negándose a salir con un pretendiente pesado o Mónica Bellucci haciéndose pasar por una mujer común para conquistar a alguien que la quiera de verdad y no por su fama. Todas ellas hacen de sí mismas en la serie francesa Ten Percent, que humaniza a las actrices más reconocidas y muestra cómo es un día en sus vidas, sin divismos, ni artilugios irreconocibles, despojado de glamour y simulación. No se trata de un documental, son ellas haciendo de sí mismas, como actuar la propia vida para acercar al espectador su presunta cotidianeidad desconocida. Cada capítulo está dedicado a una actriz o actor diferente pero la trama narrativa es igual en todos los episodios: se cuenta las historias de vida de personas comunes que trabajan en una agencia artística que representa a actrices y actores en Francia, así la vida de las mujeres conocidas se cruza con la vida de personas comunes que se enamoran, se embarazan, se sienten tristes o reconfortadas.

La serie creada por Fanny Herrero, que puede verse en Netflix desde principio de año, ya lleva tres temporadas y se espera una cuarta para 2020. El título Diez por ciento hace referencia al porcentaje que los agentes de ASK (la agencia de actores) se llevan por la representación de artistas. Lejos de la creencia de que todo lo audiovisual que viene de Francia es lento y dramático, Ten Percent se desarrolla de forma ágil y con un humor irónico e ingenioso. Las dos líneas argumentales de la serie se cruzan todo el tiempo y logran profundizar temas tan difíciles de afrontar como la libertad sexual, la falta de amor, la soledad, la competencia entre pares, la búsqueda de seguridad económica y la aceptación social.

Camille Cottin es Andréa Martel, una de las mujeres que trabajan en la agencia. Es lesbiana y va a tener un hijo que concibió en un trío. En un episodio se la escucha pedirle a su asistente que llame a la última chica con la que salió. “Decile que es genial, pero me aburro con ella”. Hace lo que quiere sin importarle nada el qué dirán, por eso su papel resalta entre el resto: el desparpajo, la convicción, la seguridad en sí misma la convierten en un personaje real por la riqueza de sus características. Hasta que llega a su vida Colette y empieza a crecer una historia de amor compleja pero encantadora, con maternidad en el medio que deciden encarar juntas. De este lado están las situaciones sentimentales de las vidas comunes de los agentes de la agencia, infidelidades, parejas que se quiebran, amores que terminan. Del otro lado está la vida de las actrices famosas, que muestran momentos más exclusivos, como tener que probarse vestidos para ir a Cannes, pero en el fondo lo que se deja entrever y lo que se quiere transmitir es que la vida humana es igual para todas, las actrices también se sienten vacías y desamparadas, también pueden ser ridiculizadas, también son agobiadas y acosadas por hombres que no entienden cuando se les dice que no. Béatrice Dalle dice que no quiere aparecer desnuda en una película en la que no tenía previsto hacerlo, el director le exige que lo haga igual, pero ella vuelve a decir que no. No es no, para las mujeres comunes del mundo y para las estrellas del cine francés.

 

La serie vale la pena solo por ver a cada una de las actrices que aparecen haciendo de sí mismas en tono de comedia, Isabelle Huppert riéndose de sus propias imposibilidades, hablando de igual a igual con Gabriel, el cuarentón solitario de la agencia que se desvive por complacer a las clientas. Mostrar las historias personales de la gente común mezcladas con las de gente famosa podría haber sido un fracaso, pero resultó de lo más interesante y divertido que tiene Netflix para ofrecer.