Más cerca que nunca de ganarles, pero más lejos en la irremontable estadística. Parece cosa de mandinga, pero Los Pumas cada vez que se arriman a la hazaña, tropiezan con alguna piedra. La hazaña sería ganarle a los All Blacks, esa maquinaria negra que aun cuando juega en condiciones desfavorables, saca un plus, aprovecha un error ajeno, tiene el oportunismo de un felino agazapado que da el zarpazo en el momento exacto. Está en su genética, como está en la selección argentina esa condición de ir siempre para adelante, pese a la historia adversa y a los detalles que le hacen perder partidos contra el mejor equipo del mundo. Fue 20 a 16 para los neozelandeses en Vélez. Un resultado tan apretado que mantuvo a Los Pumas a tiro hasta el último minuto. Si el progreso en la búsqueda de una idea de juego es el objetivo –como dijo Nicolás Sánchez después de la derrota– vale como antídoto contra una nueva desilusión que ya se convirtió en obsesión. Porque sobre 28 veces que se vieron las caras, el equipo apenas evitó perder una vez. Fue en 1985 con un 21 a 21 en la cancha de Ferro. Pasaron 34 años.

Los All Blacks hicieron la diferencia en el primer tiempo, porque en el segundo no marcaron ni un punto. Una estadística inusual para los bicampeones del mundo, aun para los que jugaron este sábado, sin la base de Crusaders, el reciente ganador del Super Rugby. Hay que decirlo. Nueva Zelanda no vino con todo su potencial (faltaron Read, Mo’unga, Taylor, Whitelock, Moody y Franks, por mencionar a sus figuras) y se resintió en las individualidades, pero no en el juego colectivo. Quedó en evidencia sobre todo en el line, donde perdió varias pelotas porque Argentina tiene un especialista en robarlas: Guido Petti.

Mario Ledesma, a diferencia de Steve Hansen -el entrenador neozelandés-, puso en la cancha a los mejores. Esa ventaja que en lo previo emparejaba, además de la condición de local, el regreso de Nicolás Sánchez y Juan Figallo, más el antecedente de Jaguares como finalista en el Super Rugby, hacía pensar que una victoria podía darse esta vez por esa combinación de factores. Nadie la declamaba, ni se atrevía siquiera a insinuarla, porque enfrente estaban los All Blacks.

   

 

En el arranque del partido, cuando Los Pumas tomaron la iniciativa, forzaron penales y se colocaron 6 a 0 arriba, parecía que sería el momento de terminar con el karma. Pero a los 12 minutos y a la salida de un line a cinco metros del ingoal, se desperdició una chance de try nítida. Pudo haber sido el 13 a 0 parcial. Los All Blacks cuando tuvieron la suya no la desaprovecharon y Laumape, un jugador doble tracción, apoyó la ovalada bajo los palos. La historia se repetía, casi en un viaje inexorable hacia el desencanto. Un par de penales por equipo mantuvo el resultado ajustado (13-9 para los de negro) hasta que Retallick le adivinó un pase al apertura argentino y se fue a las zancadas y sin marcas hacia el ingoal local. El 20 a 9 con que terminaba el primer tiempo, presagiaba ese sentimiento que se resume en tres palabras: otra vez sopa.

Nueva Zelanda había aprovechado todo, con su rugby depredador, incluso jugando al límite del reglamento como lo hizo Coles. Pero Los Pumas volvieron a ponerse en partido con una exquisitez de Sánchez –se reivindicó del error en el try de Retallick- que puso un kick preciso para la carga de Boffelli en el ingoal. En un solo movimiento, el fullback tomó la pelota en el aire y la apoyó. 16-20 abajo, el resultado no se modificaría hasta el final. Los All Blacks tuvieron un par de contraataques iniciados por Beauden Barrett que no prosperaron, pero Sánchez no acertó un penal que podría haber dejado a su equipo abajo por un solo punto.

Los últimos diez minutos se jugaron en campo visitante. A Moyano le hizo pisar el touch el mismo Barrett cuando De la Fuente marcaba el try para pasar al frente. El árbitro australiano lo anuló, pero con la reserva de energía que le quedaba a los forwards argentinos situaron el juego en las 25 yardas de Nueva Zelanda. El final fue estresante. Los Pumas tuvieron dos lines consecutivos –el segundo en el descuento– a diez metros del ingoal rival. Pero el bicampeón del mundo se plantó, detuvo el maul y terminó haciendo consumir el tiempo. La chance de una victoria que parecía muy cercana –acaso como nunca en el historial entre ambos– siguió de largo, como si buscara su destino inexorable: un festejo más para los All Blacks que este sábado parecieron más terrenales que otras veces.

A Los Pumas les queda por delante lo que resta del Rugby Championship –el torneo de naciones del hemisferio sur– contra Australia y Sudáfrica, que jugaron entre sí en Johannesburgo con triunfo para los locales por 35-17. Después seguirá el Mundial de Japón donde deberá ganarle a Francia o Inglaterra para pasar la fase de grupos. Si se mira para atrás, y aún considerada la serie de derrotas que acumula el ciclo de Ledesma al frente del seleccionado, hay progresos en el juego. Alcanzan para entreverarse palo a palo con las potencias, pero todavía no para ganarle al bicampeón del mundo. En Vélez había una sensación previa que se respiraba en el aire de que podía haber sido esta vez. Pero no. La historia la siguen escribiendo los All Blacks. Por ahora no hay con qué darles.

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16 ARGENTINA: Tetaz Chaparro, Creevy, Figallo; Petti, Lavanini; Matera, Kremer; Ortega Desio; Cubelli; N. Sánchez; De la Fuente, Orlando; Moyano, Moroni; Boffelli. DT: Mario Ledesma.

20 NUEVA ZELANDA: Tuungafasi, Coles, Taavao; Retallick, Tuipulotu; Fifita, Cane; Savea; A. Smith; Barrett; Laumape, Lienert-Brown; Barrett, Reece; B. Smith. DT: Steve Hansen.

Estadio: Vélez (Buenos Aires).

Tantos en el primer tiempo: 2m penal de N. Sánchez (A), 7m penal de Boffelli (A), 18m try de Laumape (NZ), 19m conversión de Barrett (NZ), 21m penal de N. Sánchez (A), 23m y 37m penales de Barrett (NZ), 39m try de Rettallick (NZ), 40m conversión de Barrett (NZ).

Tantos en el segundo tiempo: 47m try de Boffelli (A), 48m conversión de N. Sánchez (A).