La ruta 9 promete un intenso trajín para las próximas semanas. Buenos Aires y Córdoba quedaron claramente delineados como los escenarios de disputa de la campaña para las PASO con un desfile de candidatos en los últimos días. Buenos Aires es la plaza fuerte del Frente de Todos como Córdoba supo serlo de Cambiemos. Los estrategas de cada fórmula entienden que es allí donde tienen que ir a pelear porque en un escenario ultra polarizado el voto que se le quita al rival vale doble. Las ideas para conseguirlo difieren, lo mismo que las posibilidades de consagrarse con éxito de cada una.

Alberto Fernández se puso Córdoba entre ceja y ceja. Le dedicó cuatro días de últimos diez de campaña. Primero, para reunirse con el gobernador Juan Schiaretti, quien presentó boleta corta de diputados y dio libertad de acción a sus dirigentes para que respalden a quien quieran para la presidencia. El gobernador al otro día viajó a España y no estuvo para recibir a su viejo amigo Mauricio Macri, quien encabezó un acto en la capital provincial con un cierre que resultó una postal. “Nunca estuvimos tan cerca de cambiar la historia para siempre”, dijo el Presidente. “Tu tiempo ya pasó, me cansé de esperar”, le respondió la cumbia de Ulises Bueno que eligió el sonidista. Más allá de la anécdota, que Schiaretti no estuviera para recibir a Macri como sí lo había hecho en las más de diez ocasiones que viajó a la provincia, es un indicio de que las cosas cambiaron.

En estos días que Fernández y su grupo más cercano recorrieron Córdoba y pudieron verificar en el terreno el diagnóstico con el que viajaban: cómo los cuatro años de gestión de Cambiemos hicieron estragos en la economía provincial, especialmente en la industria automotriz y en la láctea, dos rubros muy importantes para la generación de empleo en la zona centro. En cuanto el tema lácteo es cierto que viene en crisis desde hace tiempo, pero con el macrismo se le desató la tormenta perfecta: baja de las retenciones, devaluación, alta inflación, créditos imposibles y ahora se sumó una drástica baja en el consumo.

Este último punto no sólo es un problema de un sector, sino un verdadero drama social cuyos alcances tal vez no se vean ahora sino dentro de un tiempo. De los 217 litros por leche que se consumía por habitante cuatro años atrás, en 2019 descendió a los 180 litros, números que no se veían desde la crisis de 2001. El alza de los precios de los lácteos los volvió inaccesibles como alimento cotidiano para un sector de la sociedad, con las consecuencias que ellos pueda ocasionar en el crecimiento de niñas y niños.

Dato no menor, en la recorrida por el establecimiento agrícola-ganadero a Alberto Fernández lo acompañó el presidente de la Sociedad Rural cordobesa, Pedro Salas. El candidato presidencial volvió a hacer un mea culpa por la 125 -sin dejar de marcar la paradoja de que su autor vaya como candidato del macrismo- y pidió al ruralista que transmita al campo su deseo de dar vuelta la página. “No nos quedemos en el pasado, construyamos para adelante”, fue lo que dijo Fernández a cada paso en Córdoba.

Es temprano para saber qué tan to éxito tuvo la inmersión mediterránea de poco más de dos días. En principio, terminó el viernes con un acto en un repleto teatro de Villa Carlos Paz organizado por los peronistas de Hacemos por Córdoba, el sector de Schiaretti, que no quieren saber nada con la prescindencia proclamada por el gobernador. “Siempre voté candidatos peronistas, a mí no me van a encontrar entre los arrepentidos”, ironizó el presidente del PJ cordobés, el senador Carlos Caserio. Antes del acto, le armó a Alberto Fernández un encuentro con un centenar de dirigentes entre intendentes, jefes comunales y legisladores, que prometieron trabajar por su candidatura. Fernández terminó con un hilo de voz porque antes habló desde un balcón a los cientos de militantes que habían quedado sin entrar. Quienes lo acompañaron en el viaje aseguran que comenzó a crearse en torno a Alberto Fernández eso que distingue a los candidatos: quieren acercarse a saludarlo, sacarse fotos, incluso se emocionan. No porque le haya surgido de repente un personalidad carismática sino, analizan, porque la gente lo empieza a ver como el vehículo para desalojar al macrismo de la Casa Rosada.

En definitiva, evaluaban lo de Córdoba como una cosecha aceptable por tratarse de terreno rival, germen del triunfo de Cambiemos en 2015. En aquella primera vuelta, Macri obtuvo el 53,2 por ciento contra el 20,4 de Sergio Massa y el 19,2 de Daniel Scioli. Hoy, una encuesta que manejaban en el Frente de Todos le otorga hoy a Macri el 44 por ciento contra el 26,4 de Fernández. Es decir, que aquella diferencia de 34 contra Scioli hoy se redujo a la mitad. El objetivo en el comando de campaña de Fernández es llegar a 30 puntos en las PASO y alcanzar los 35 en las generales de octubre. Serían 500 mil votos menos de diferencia que los de cuatro años atrás.

No hay nada de original en esto. Ganar por lo más que se pueda en los distritos favorables y perder por lo mínimo en los contrarios es el objetivo básico de cualquier candidato. La provincia de Buenos Aires es otro extremo de esta cuerda. Poco antes de que Alberto Fernández saliera al ruedo en Carlos Paz, Cristina Kirchner ensayaba una nueva presentación de su libro en Mar del Plata. La Feliz, junto a La Plata y Bahía Blanca, se convirtieron en “pequeñas córdobas” de la geografía bonaerense, con predominio de clases medias que las transformaron en plazas fuertes de Cambiemos. Ya un poco repetidos sus comentarios sobre “Sinceramente”, CFK aprovechó la buena sintonía que muestra sobre el escenario con su partenaire, el escritor Marcelo Figueras, para avanzar en una charla que esta vez se alejó del libro y profundizó las críticas al Gobierno, interpelando en más de una ocasión a Axel Kicillof, sentado en primera fila, recordando a aquellos mensajes suyos desde el salón de las Mujeres. Desde el comando de Alberto Fernández aseguran que no habrá incomodidad con esta Cristina en modo campaña, que eso también sirve para fidelizar al votante propio. A la ex presidenta le queda en agenda una visita a San Juan y Mendoza para luego dedicarse a la Primera y Tercera Sección Electoral bonaerense, en donde hay municipios en los que su imagen positiva supera el 50 por ciento.

Allí donde algunos dicen ver una campaña desorganizada desde el comando del Frente de Todos responden que se trata de una estrategia “desplegada”, con sus distintos referentes jugando el rol que mejor les cabe. Alberto Fernández persuadiendo a los enojados, Massa recolectando indecisos en terreno hostil -luego de Córdoba viajó a Jujuy, y tiene como misión caminar el interior bonaerense y el norte del GBA- y la ex presidenta recreando la épica kirchnerista en las zonas favorables. Una ventaja en Buenos Aires que no pueda descontarse en Córdoba, como una autopista que sea de una sola mano.