La primera vez que escuché “Highway to Hell” se me pararon todos los pelos, se me puso la piel de pollo. AC/DC se caracteriza por esos riffs tan simples y efectivos, pero además había una letra con la que nos identificamos muchos: voy camino al infierno, por la vía rápida. Para AC/DC es un antes y un después, y no se me ocurre que haya bandas de rock tan efectivas como esa. Porque The Rolling Stones tienen lo suyo y los admiro porque siguen juntos, pero AC/DC es exactamente lo que a mí me llena, no se me ocurre nada mejor que eso.

Es cierto que fue el último disco de un tipo como Bon Scott, que le imponía una personalidad muy especial, pero hay gente que echa humo cuando otra gente hace cosas, y hubo muchos que dijeron que sin Bon no iba a ser lo mismo… y llegó Brian Johnson y siguieron años y años y nos dieron muchos grandes discos más. Es la negación porque “no se puede”, y sí se puede. Nos dieron el gusto de seguir, y eso es lo que hay que celebrar.

Y por supuesto, hay que tener en cuenta lo que consiguió Mutt Lange: los productores son muy importantes, sobre todo cuando hay atrás uno que sabe lo que quiere él, lo que quiere la banda, y saben ponerse de acuerdo. Le pasó a Metallica con Bob Rock, o a los Stones con Glyn Johns. Un tipo que sin estar en la banda le daba el color que la banda quería

Con Riff tuvimos el placer enorme de tocar antes que ellos en 1996, y estar en el lugar que después va a ocupar Angus Young te deja la sensación de que todo lo que uno hizo valió la pena. Porque hoy escuchás “Highway to Hell” y no envejeció nada: es el resumen de todo lo que debe tener un tema de rock. AC/DC tiene muchos temas, pero ese es el ejemplo que nos cabe a todos los que estamos en esto. ¿O es que alguno de los que nos gusta el rock va a ir al cielo?

 

* Bajista y cantante en Riff y Viticus.