Los hinchas de Boca no quieren una semifinal contra River. Podrán decir que necesitan la revancha, que la ansían y que ahora se presenta una oportunidad inmejorable, pero darían lo que no tienen porque Cerro Porteño se imponga en la serie de cuartos de final y se convierta en el futuro rival, sacando a River del medio. Una cosa es lo que se proclama y otra cosa lo que se siente íntimamente. Difícilmente lo reconozcan ante los del otro bando, pero sí cuando hablan sinceramente entre pares. Tampoco quieren otro enfrentamiento mano a mano con River, porque los vientos que vienen soplando en estos tiempos, corren en otra dirección muy distinta a aquellos que soplaban cuando el director técnico de Boca era Carlos Bianchi. 

River no consigue ganar torneos largos, pero resuelve muy bien los mano a mano, aún en circunstancias aparentemente desfavorables, y los de Boca lo saben muy bien. Algo de eso pasó sin ir más lejos en el duelo contra los brasileños de Cruzeiro. El empate en el Monumental no los había dejado bien parados, pero fueron superiores en la revancha y pudieron ganarlo aun antes de los penales. Tal vez se pueda encontrar algún hincha boquense que haya celebrado las atajadas de Armani, porque quiere que River siga adelante para enfrentarlo. Será una excepción, seguramente. El 99 por ciento pataleó por lo mal que patearon los penales los brasileños. La mayoría de los jugadores de River que estuvieron en el Bernabéu volverán a jugar en una hipotética semifinal contra Boca (Armani, Pinola, Casco, I. Fernández, Enzo Pérez, Palacios, Pratto), agrandados por el recuerdo de la superioridad exhibida en aquella ocasión, y esta vez con Gallardo en el banco y no en la tribuna. 

Boca tiene otro técnico y varios de los jugadores que estuvieron en el Bernabéu ya no forman parte del plantel (Magallán, Olaza, Pablo Pérez, Nández, Barrios, Pavón y Benedetto), y eso hará que sus reemplazantes no sientan la presión de lo que implicaría una nueva derrota. Boca está mejor que aquella vez, pero en el ánimo de sus partidarios por delante de todo aparece el temor a una frustración, que llevará a tener que soportar un aluvión de bromas, gastadas y memes. Podrán decir lo que quieran, pero serán más hinchas de Cerro Porteño que de Boca cuando los paraguayos jueguen con River. Así como los de River no quieren a Boca en la semifinal (ver página 5), los de Boca tampoco quieren ese partido.