Ópera prima de su directora, Lucía S. Ruiz, Esa película que llevo conmigo documenta la historia del abuelo que siendo niño escapaba de la Guerra Civil española junto a sus padres, mientras ensaya una aproximación íntima a la historia personal y familiar. Exhibida en Cine Arteón (Sarmiento 778), Esa película que llevo conmigo se proyectará nuevamente mañana a las 18. Según la directora, "no solamente fue un desafío ponerse a indagar sino también, a partir de ahí, encontrar algo que tuviera relación con la audiencia. ¿Cómo hacer para contar una historia personal y que ello nos lleve a interpelar a espectadoras y espectadores, cómo conectar con quien estar frente a la pantalla?".

-¿Cuándo comenzó a aparecer el interés por la historia de tu abuelo, a partir de cuáles momentos?

-No es algo que él hubiese contado siempre, todo el tiempo, sino que lo fue largando de a poco. También cuando se fue haciendo más viejo y en ciertas circunstancias. No era un tema constante ni sabido por todo el mundo tampoco. A medida que lo fue hablando cada vez más, yo también era más grande, y había algo en lo que contaba que me parecía particular, porque no estaba contando cualquier cosa. Ahí comenzó a despertar en mí el interés por entender de qué hablaba, qué quería decir cuando contaba que estuvo en una colonia de niños o que había vivido en Francia durante diez años y que le faltaba la comida, que salía a robar papar. Cuestiones muy particulares. Así como empezó a surgir el interés por su historia, también lo hizo sobre este hecho histórico. Cuando estudié cine los caminos se cruzaron inevitablemente, y surgió la idea de por lo menos comenzar a registrar, para luego convertirlo en una película.

El trabajo está impregnado de emociones.

-En ese sentido, hay videos que registran situaciones de años atrás, tal vez sin la premeditación de volverse película.

-Hay un VHS que se hizo de un viaje a Madrid y París en el 2000, con él y mi abuela. Es un registro muy adolescente, muy de viaje, ahí yo tengo 14 años. En el 2009 ya le hago una entrevista, si bien no tenía tan claro la idea de qué documental hacer pero sí de dejar registro de su historia. Los viajes que aparecen después ya responden a la intención de hacer la película.

-Destaca la relación con tu papá, como un vínculo generacional fundamental y predispuesto.

-Él fue un personaje que no siempre estuvo en el proyecto, en el guión, y fue apareciendo por el desarrollo mismo de la investigación. Se volvió un vaso vinculante muy interesante, también porque cuenta cosas de la historia que mi abuelo y familiares ya no pueden contar y que él recuerda. Lo hace con un grado de información y de emoción que conecta desde un lugar especial, y eso permite una empatía muy rápida. Es una puerta de entrada amable para la película y para el espectador.

"Mi abuelo fue largando sus historias de a poco, me fue interesando,

y cuando estudié cine, los caminos se cruzaron inevitablemente".

-¿Y cómo saliste vos de este proyecto? ¿De qué maneras te afectó?

-Salí muy contenta, porque me parece que hubo varios objetivos logrados. En principio porque se le dio un poco de luz a estos relatos que se iban a perder y que de hecho se están perdiendo, la gente que vivió la Guerra Civil española es muy mayor. Así que llegar a esas personas, que son los protagonistas contando su propia historia, para poder registrarlos y darles formas, me parece que es uno de los objetivos principales. Cuando vamos al cine a hablar con el público, siempre se quedan con algún personaje, se identifican con alguno de ellos, es muy satisfactorio generar este vínculo. Desde lo muy personal, tengo un poco de alivio por haber podido homenajear no sólo a mi abuelo sino a toda esa gente. Y lograr que esa historia se escuchara desde un punto de vista que creo quizás es poco común, porque no se ata tanto a la rigurosidad histórica sino que trata de contar desde otro lugar.

La autora empezó a concebirlo en 2014.

-¿Cómo fue ese proceso, a la hora de organizar tanto material?

-Eso fue lo más largo de todo. Participamos de una clínica de desarrollo del proyecto en 2014, eso nos permitió vislumbrar la película. Luego hubo todo un año de escritura con un asesor de guión. Y si bien hay mucho material de archivo personal, salimos a rodar y generar cosas nuevas, que en el guión inicial no estaban. Editarlo fue otro trabajo de escritura. Hubo que tomar decisiones que se hacían inevitables, reorganizar mucho la información, la estructura familiar, los tiempos y los ritmos.

-Hay testimonios que la película encuentra y son irresistibles, imagino lo mucho que debió quedar afuera también.

-Hubo que estar atentos al eje de la película porque efectivamente daba para irse por un montón de lados, ése era uno. Hubo que decidir cómo administrar esos otros personajes que nos fuimos cruzando pero también buscando. Creo que esos testimonios dan una perspectiva que va más allá de mi familia, y desde un lugar interesante porque toman como eje la niñez. En el relato quienes hablan vuelven un poco a ser niños, y eso para mí tiene una riqueza y valor documental que no quise perder.

-Las historias que guarda el álbum familiar son a veces inimaginables.

-Tratar de imaginar las circunstancias que atravesaron personas como mi abuelo es casi imposible. Era un mundo muy movilizado, y ellos fueron precursores en cómo plantear un cambio de sociedad muy amplio. Lo que vino fue una respuesta atroz que no dejó nada más que mucha muerte, exilio, y una dictadura de 40 años. Un cúmulo de cosas difícil de imaginar pero que es importante conocer.