Dice Pablo Echarri: "Estoy a punto de cumplir 50 años y no soy el mismo que cuando tenía veintipico. Ni en lo físico ni mucho menos en lo mental. No podría -ni tampoco añoro- volver hacer los personajes de ayer. La coyuntura social es otra y siento cada vez mayor responsabilidad artística y ciudadana. Ya no corro detrás de una cáscara. Soy consciente de que desde mi rol de actor puedo y hasta debo hacer algo por modificar lo que ocurre a mi alrededor". Sin pretensión pedagógica, sino más bien transmitiendo su propio sentir,  Echarri se hace cargo del lugar que ocupa y de las decisiones que toma. Tanto bajo los faroles del set como en el áspero andar de la calle, el actor y productor asume con naturalidad el mismo compromiso de actuar según sus propias convicciones. "El camino puede ser más áspero pero también más satisfactorio. Hay que tratar de ser genuino siempre: en el escenario para transmitir la mayor verdad posible de los personajes que interpretamos, y en la vida para pelear por la sociedad que uno pretende", afirmó Echarri en la charla que brindó, en exclusiva, para los socios de Página/12.

 

 

Sin la obligación de promocionar algún trabajo, Echarri participó de la entrevista pública organizada por este diario dispuesto a hablar sobre todos los temas. Sus comienzos como actor, la "crueldad" de la profesión, su rol como directivo de la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (Sagai) y la dura realidad de la profesión y de la industria audiovisual argentina fueron algunas de las cuestiones que abordó con paciencia y profundidad ante los lectores, que presentes en el Centro Cultural Caras y Caretas o vía streaming hicieron sus preguntas. Pero también, y fundamentalmente, el actor habló largo y tendido de política, confesando cuándo y por qué sintió la necesidad de expresar sus ideas políticas, y también analizando la coyuntura política actual.

"Hubo un hecho definitivo en mi vida que fue el que me hizo expresar públicamente mi idea política: el secuestro de mi papá en 2002", reveló. El actor contó que en medio del dolor, la angustia y la tensión de la situación tomó conciencia de que no podía ser indiferente a la brutal crisis que atravesaba Argentina, que algo tenía que hacer. "Fue un momento de mucho crecimiento, porque logré definir muchas cosas en mi vida que si ese hecho no hubiese sucedido no lo hubiera podido hacer. En esa debacle social impresionante, post crisis del 2001, con cuasimonedas -pagué el rescate de mi viejo con Patacones y Lecops-, noté que esa realidad estaba presente por hechos que habían sucedido en el pasado. Me puse a pensar un poco más en qué era lo que había pasado y adquirí la conciencia de ver la diferencia entre lo que era mi trabajo, muy importante y vital, pero lo que era también mi responsabilidad como ciudadano y como padre", confesó.

Al tiempo, ese hecho personal encontró en el surgimiento del kirchnerismo a un espacio político que se acercaba a sus ideas. “Néstor Kirchner me cambió la mirada hacia la vida y hacia el mundo para siempre”, reconoce. “Cuando reglamentaron el decreto ley que le dio nacimiento a Sagai, pensé que iban a pedir algo a cambio. Tenía un descreimiento grande por la política. Veníamos del ‘que se vayan todos’. Pensé que nos iban a pedir algo a cambio. Pero nunca recibimos una búsqueda de contraprestación por lo que habíamos obtenido. Eso me sorprendió muchísimo y fue una cachetada a lo que yo pensaba, me di cuenta de que no son todos iguales. Sentí la necesidad de cristalizar mi idea política. E intentar ir hacia el país que yo quería”, detalló el actor que desde entonces milita abiertamente en el kirchnerismo.

Una pregunta del público sobre cómo percibe la coyuntura política y social llevó a que Echarri haga referencia a este momento de la Argentina. “Percibo una realidad cruel y dura, lamentablemente previsible para los que en 2015 mirábamos hacia adelante. Todo se va recrudeciendo porque el gobierno implementó un sistema ideológico político que te lleva hacia este lugar inexorablemente. La debacle de estos últimos días ha sido una muestra más de lo que vivimos en los últimos tres años y medio”, se lamenta. El actor, sin embargo, ve el futuro con esperanza. “Agradezco los resultados de las primarias, que se haya dado bastante temprano, pensando en el daño que hicieron las experiencias neoliberales anteriores. Estamos ante la posibilidad de que en la primera vuelta se pueda restaurar otro modelo político. Se ha logrado un consenso de distintas fuerzas en la oposición y nuestro candidato ha dado muestras con creces que tiene la idoneidad y el conocimiento para asumir las responsabilidades de este momento”, señaló convencido, en relación a Alberto Fernández.

 

 

Esa militancia no solo la comparte con su hija Morena, de 15 años, sino también con su esposa, la actriz Nancy Duplaá, a quien define como una “luchadora” de “brava personalidad”. ¿Pelean cuál telenovela? “Cada vez peleamos menos, estamos grandes. Pero Nancy te llega muy profundo porque actúa poco cuando se enoja... Hay mucha verdad... Uno puede ver los recursos que tiene a la hora del enojo. Pero también en la pelea lo obliga a uno a ser mejor actor aún, porque si no se desvanece totalmente. Cuando uno descubre que el otro ha sobreactuado o que tiene un tono que le pifió, uno lo celebra, por supuesto interiormente, porque cree haber ganado la pelea”, bromeó, provocando las carcajadas.