La nueva ficción de Inés de Oliveira Cézar, Baldío, está inspirada en hechos reales. La recordada actriz Mónica Galán –fallecida en enero de este año– le dio vida a una actriz que está filmando una película de un director que no siempre logra su cometido (Rafael Spregelburd). Es que Brisa por momentos pierde la cabeza. Motivos no le faltan: su hijo (Nicolás Mateo) es un adicto al paco y su madre no sabe por dónde anda: a veces, en la calle y en otras ocasiones por la vida. Ella sabe, de todos modos, que su hijo siempre regresa al hogar familiar, donde el afecto paterno brilla por su ausencia. Pero Brisa sabe que su hijo vuelve, sobre todo cuando necesita hacerse de algo “vendible” para conseguir más droga. Si bien la madre hace denodados esfuerzos para que haga algún tipo de tratamiento, se sabe que en la cabeza de su hijo no siempre manda la persona. O mejor dicho, esa sería la excepción. No quiere saber nada con las internaciones. Filmada en un blanco y negro que la resguarda de cualquier exceso visual que podría tener el ver sangre, por ejemplo, Baldío parece por momentos la película más realista de una directora amante de los mitos en la pantalla grande. “Depende desde qué punto de vista uno lo quiera mirar”, sentencia Inés de Oliveira Cézar al respecto. “A nivel formal, ninguna de mis películas tienen el deseo de ser excesivamente realistas porque siempre hay una forma de relación con los planos, con la luz, con el tratamiento que nunca responde a lo que sería una forma real. Realista a nivel de contenido, esta historia sí lo es. Lo que nosotras queríamos hacer con la co-guionista Saula Benavente era provocar un cambio en el paradigma desde el cual el cine suele contar a los adictos, a los marginales, a los locos. Suele ser desde el punto de vista del adicto, que naturalmente termina convirtiéndose en un héroe”, plantea la realizadora que espera con ansias el jueves 22 de agosto, planeado como día del estreno.

-En este caso, está desde el lado del familiar.

-Acá lo pongo desde el lado más oscuro de la historia. En general, son pocas las películas que abordan esa parte porque no es ni tan ruidosa ni tan espectacular, marcan un derrotero de incertidumbre, de impotencia, de no saber que es mucho más silencioso. Es otro tipo de proceso que el que hace un adicto o un loco que está desatado, por decirlo de alguna manera, que no tiene filtro. Y acá nos interesaba cómo interviene el entorno. Y el entorno lamentablemente no interviene ayudando a que esto se pueda encuadrar ni desde el punto de vista médico, terapéutico ni legal tampoco. Una persona que acompaña a un ser querido con una problemática así se encuentra muy sola porque el ser querido se encuentra fuera de sí y porque el entorno tampoco se quiere meter. Nadie se quiere hacer cargo de esos intratables.

-Un poco lo que pregunta la película es hasta dónde puede llegar una madre por su hijo, ¿no?

-Sí. Esa es una respuesta que cada uno que vaya a ver la película puede pensar en base a esta pregunta. Si bien esto está basado en una historia real, refleja millones de historias que son, de alguna manera, similares. También nos interesaba abordar otra realidad porque acá hay mucho prejuicio. Lamentablemente es increíble que a esta altura de la época en que vivimos los prejuicios sigan actuando de una manera totalmente retrógrada. Entonces, lo que nos interesaba era abordar justamente ese punto: cómo puede ser que al día de hoy ciertos prejuicios de la sociedad no permitan que estas afecciones se vuelvan algo tratable, que se pueda acompañar. Pero sobre todo lo que más me interesaba desde el cine era este cambio de paradigma porque no me interesaba contar la parte heroica de esta historia, sino acercarme a lo que es ese proceso. Y sin prejuicios ni tomas de valoración moral.

-¿En qué aspectos encontrás una construcción de un adicto diferente al más estereotipado de algunas series, por ejemplo?

-Por lo pronto, estamos hablando de un adicto al paco. El paco no es igual a cualquier otra droga porque tiene particularidades muy excluyentes de las otras drogas y porque además tiene un poder de destrucción bastante mayor a muchas otras drogas medido en el tiempo: en el mismo tiempo en que una persona consume paco, el nivel de deterioro que tiene en relación al consumo asiduo de cualquier otra droga es mucho mayor. Y las manifestaciones o los estados que produce el consumo de paco no son equiparables a los que producen otras drogas. Tiene una capacidad adictiva muy fuerte. Además, el estado dura poco y éste es el problema. Dura minutos. Visto desde un punto de vista siempre se asoció el paco a los pobres. Eso no es tan así. Justamente, también nos interesaba eso porque en parte es un prejuicio.

-A grandes rasgos, ¿la película busca establecer una suerte de crítica a la falta de asistencia por parte de las instituciones?

-No llega a ser crítica. Puede ser algo que se expone en la película pero no es una bajada de línea. No es que dije: “Voy a hacer una película para adoctrinar a las instituciones sobre lo que tienen que hacer”. No va por ese carril, pero sí era importante para mí hacer un diagnóstico. Digo: “Esta es la problemática, esto es lo que hay y todo esto es lo que no hay”. Abre una pregunta: ¿Qué hacemos con esto? Por ejemplo, hicimos un preestreno en el Colegio de Abogados. Yo lo acepté porque me interesaba mucho escuchar el punto de vista de la gente que está con las leyes. Y fue muy interesante porque también fueron muchos psicoanalistas. La verdad es que, en un sentido, me fui muy contenta porque pensé: “Acá se habló justamente de un montón de vacíos que hay en la sociedad, en las familias, en las terapéuticas. Hay agujeros”. Y la película está rodeando todo el tiempo ese agujero. Y abriendo una pregunta: ¿Cómo se pueden tratar estas problemáticas?

-No es que da soluciones sino que expone interrogantes.

-Expone interrogantes y te propone también una experiencia personal con eso que vos ves que le pasa a la protagonista. No hay una propuesta sólo intelectual o abstracta respecto de la temática sino que hay algo que pasa con el cuerpo sensible, afectivo, con los vínculos.