-Un concierto como Silente, así planteado, parece ir en contra de cierto modo de hacer contemporáneo...

-Es que vivimos en un mundo en el que la sobre explotación y la sobre oferta, en todos los ámbitos sensoriales es muy, muy grande. Vivimos en el mundo del todo ya: se pretende que nos den todo servido, hecho y de manera instantánea, y esto es exactamente lo contrario.

-¿Por qué dice que estos conciertos son más exigentes con el público?

-El concierto va siendo entendido de a poco, la gente va entrando, hasta que se llega al punto que quiero llegar. Además de eso, no se te regala el concierto, tienes que tener una actitud participativa, tienes que salir a encontrarlo.

-¿Ir dispuestos al silencio, en medio de la música?

-Desde ya está planteada la paradoja: una gira no puede ser Silente. De la misma manera que un Salvavidas de hielo, es un imposible. Son todas situaciones que tienen un punto inverosímil, como para generar una paradoja que te descoloque y te lleve a mirar la realidad desde un ángulo diferente. Es como el koan japonés, frases paradojales, como unos epigramas contradictorios: La balsa de piedra, por ejemplo, ese título tan precioso de la novela de Saramago. Los lees y no tienen asidero. No te dan una solución pero te hacen una buena pregunta. El concierto aspira a ser una buena pregunta.

-Una aspiración para nada pequeña.

-Para nada estoy seguro de que lo consiga. Es a lo que aspiro.

Ciencia y educación

Varios temas atraviesan Silente. Uno, que está siempre presente en las canciones o los discos del uruguayo, la ciencia, su capacidad de explicar el mundo, y hasta hacerlo con belleza. "No sé muy bien por qué, pero entró la ciencia con especial fuerza. También la educación, y en especial la educación pública", cuenta Drexler en la charla con PáginaI12. Es que una de las canciones incluidas en el repertorio, “A la sombra del ceibal”, la escribió para el Plan Ceibal, de informatización de la escuela pública uruguaya, un proyecto similar al desguazado Conectar Igualdad local.

"A partir de ese tema, que lógicamente remite a la educación pública, de alguna manera hay una narrativa del aprendizaje de mis canciones, de mi educación como compositor. Y, en general, de lo que significa para un país la educación pública. Es un momento del concierto que ha ganado espacio propio, en los diferentes lugares de la gira, por el modo en que lo ha recibido el público", cuenta.

-En la Argentina la educación pública sufre ataques y tiene defensas. Seguramente también aquí rebotará de una manera especial...

-Lo tengo clarísimo, soy plenamente consciente de adónde estoy yendo. Y si bien surgió de manera espontánea, es un momento que marca especialmente el lugar donde es recibido. Cuando hice la gira por Brasil, que fue la parte más bonita de la gira, todo lo que tiene que ver con la ilustración, con el creer en la ciencia, con la razón, con el diálogo, y con la educación pública, generaba mucho revuelo. Porque el país está en un espiral muy irracional, ha habido un retroceso en muchas áreas. Brasil está en carne viva. Me dio una impresión muy dramática. No siempre negativa, porque por otro lado ha despertado el activismo en muchas personas, se han formados colectivos de defensa de la Amazonia en peligro, por ejemplo. Pero también están el autoritarismo, los sentimientos más primarios de odio, desconfianza, miedo, intolerancia. Y el descrédito a la ciencia, el ponerla en un grado de relatividad: no, no estamos destruyendo el planeta, no es para tanto. Cuando hay evidencia concreta de que es así.