"Mirá. La marea verde", le susurra una espectadora a un espectador. "¿Marea a quién?", pregunta él, distraído o mareado. "Las vidas por salvar están en los orfanatos", dice una pancarta entre un mar de mujeres que sostienen pañuelos verdes en alto. La fotografía, tomada en Mar del Plata por el reportero gráfico Luciano Luis Gargiulo Ortiz el 8 de agosto de 2018, muestra el apoyo masivo a la aprobación del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que se estaba debatiendo en esos momentos en el Senado, que no dio su sanción.

Por primera vez en treinta años, la foto de portada del anuario de ARGRA pertenece a una fotógrafa, Natacha Pisarenko.

 

Otra foto, de la reportera gráfica rosarina Celina Mutti Lovera, registra el 13 de junio en Buenos Aires. Es alucinante la densidad, complejidad, precisión y elocuencia de la información visual que esa sola imagen contiene. Unas manifestantes han entrado a seguir por televisión el debate de la Ley en Diputados en un bar que honra el inconsciente cultural porteño, donde Anteojito, el Topo Gigio y Gardel conviven entre banderines junto a un cartel que dice "Bailar es soñar con los pies". Como en un cuadro barroco, todas las miradas se orientan con diversas expresiones hacia algo que está fuera de la escena. El retrato de Marilyn Monroe pegado en el marco de una ventana, junto a la frase "medio y medio", separa el interior del exterior y enmarca las diversas expresiones de las generaciones: la mueca escéptica de una mujer mayor con mucha calle, los ojos bien abiertos de una joven que mira desde la calle literal. Entre las personas de pie hay un muchacho. La mirada femenina de la fotógrafa ha estado atenta a cada detalle. La contraparte de esta fotografía es obra de Julieta Ferraro. Fue obtenida al día siguiente y capta el festejo de las luchadoras veteranas de la Campaña Nacional por el Aborto Legal frente al Congreso Nacional cuando Diputados al fin dio media sanción a la Ley. El grito expresionista de dos chicas al cabo de la vigilia de esa noche en la Facultad de Humanidades de Rosario fue inmortalizado por Franco Trovato Fuoco. Anita Pouchard Serra logró una road movie de un cuadro en el camino al 33º Encuentro Nacional de Mujeres y Tomás Cuesta usó el foco diferenciado para expresar el instante en que un beso es el universo y el mundo hace stop en plena Marcha del Orgullo Lésbico Gay Bi Trans Intersex Queer.

El jueves se inauguró en el Centro de Expresiones Contemporáneas (Paseo de las Artes y el Río) la 30ª Muestra Anual de Fotoperiodismo de la Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina. Podrá visitarse hasta el domingo 22 de septiembre inclusive, de jueves a domingo, de 16 a 20, con entrada gratuita. Se trata de un recorrido en imágenes por los hechos más relevantes de 2018, organizado por ARGRA con el apoyo del Sindicato de Prensa, el Gobierno de Santa Fe y el CEC. Un comité editor integrado por Cristina Fraire, Lucia Merle, Marcos Zimmermann, Sol Vázquez y Pepe Mateos seleccionó más de 120 fotos de un envío de 3200, eligiendo a seis periodistas de Rosario: Celina Mutti Lovera, Franco Trovato Fuoco, Guillermo Turín Bootello, Virginia Benedetto, Silvio Moriconi y Francisco Guillén.

Por primera vez desde que comenzaron las muestras de la ARGRA, la foto de portada del anuario (un libro de 160 páginas que puede adquirirse en www.argra.org.ar) pertenece a una fotógrafa, Natacha Pisarenko. Tanto esa foto (impresa en las postales gratis) como las descritas y las de Eitan Abramovich, Claudia Conteris y Javier Corbalán registran el fervor progresista ante el debate sobre el aborto legal. En la vereda de enfrente fueron a pescar imágenes, entre otros, Juan Manuel Ferrari Urrutia, Gonzalo Martínez y un sutilmente ácido Diego Martínez, en cuyo encuadre se yuxtaponen una consigna ilustrada con ecografías y un hombre mal entrazado que parece estar violando al niñe que sostiene en brazos.

Una foto no es cualquier representación; es una huella indicial. Los reporteros gráficos son trabajadores del instante.

 

Una foto no es cualquier representación; es una huella indicial. Hay que estar ahí. Trabajadores del instante, los reporteros gráficos requieren de la "gracia bajo presión" que para Hemingway era la definición del coraje. Una oportuna foto puede venir al lugar del ojo de la ley cuando sus representantes fallan, en todo sentido. Un reportero gráfico o una reportera gráfica puede atestiguar la condena a la familia Cantero, como Francisco Guillén, o el atropello literal de un patrullero policial a un trabajador, como Pablo Gómez. O captar in fraganti, como Nahuel Ventura, cómo los hinchas de Sacachispas les roban la ropa a sus admirados jugadores y la policía mira para otro lado, literalmente. O protestar colectivamente como gremio por los más de 300 despidos en Télam con los ojos vendados y las cámaras en alto: así fue el "camarazo" de la ARGRA, mostrado por Martín Acosta.

Fotos bien compuestas, buenas fotos, cada día: "Vivimos en esta vorágine", dijo en un tramo inédito de una entrevista del 14 de marzo de 2018 el reportero gráfico Diego Paruelo, que falleció el 22 de febrero de este año. A él está dedicada esta muestra. Se lo ve en un autorretrato juguetón al autor de 2 de abril, un proyecto personal con cámara analógica en película 35 milímetros: "Revelar, volver a esperar… fue una decisión. Era como marcar un paralelismo. Laburé tres años. ¿Quién tenía que apurarme?", dijo Diego en la entrevista.

Retratos poderosos: Roque, el fotógrafo de La Garganta Poderosa (y su voz, y su barrio), por Juan Pablo Barrientos; la primera persona legalmente no binaria en Argentina, por Marcelo Aguilar López; la madre de una presunta víctima de redes de trata, con el nombre de su hija tatuado en el pecho, en una conmovedora toma de María Paula Ávila.

 

Evan Brandes vuela con su moto sobre los edificios en una exposición velocísima de Maximiliano Failla. Cuerpos no hegemónicos despliegan su seducción en la entrevista al Club de Osos por Daniel Jayo. Ensayos fotográficos, producciones independientes, vuelven a ser el plato fuerte de la muestra anual de AARGRA. Franco Trovato Fuoco y Guillermo Turín Bootello retratan en la tradición de Martin Parr el colorido ocre y grisáceo de un festival de música country. Rodrigo Abd sigue a los buzos hondureños que se sumergen en lo profundo del mar; Flor Guzzetti y Juan Pablo Barrientos, a los mineros de Santa Cruz en las entrañas de la tierra. Belén Grosso y Sebastián Pani visibilizan lo que nadie quiere mirar: mujeres quemadas por sus parejas, un modo premeditado de violencia de género que inflige un dolor inenarrable. "Ese daño, inscripto de modo irreversible, es el que combate un movimiento multitudinario que grita que no queremos ser víctimas", escribe María Pía López en su excelente texto de sala.