Desde Roma

Con un discurso grandilocuente, lleno de valores y objetivos difíciles de lograr en poco tiempo, el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, decidió aceptar “con reserva” - es decir hasta que vea como evoluciona el acuerdo entre el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD)- el encargo que le hizo este jueves oficialmente el presidente de la República, Sergio Mattarella, de formar un nuevo gobierno.

No es la primera vez en la historia de Italia que un primer ministro renunciante es convocado nuevamente para hacer el gobierno. Pero lo que ha sido excepcional en este caso, es que los aliados del partido mayoritario, el M5S, -que generalmente detenta el cargo del primer ministro -, se haya aliado primero con la ultraderecha de La Liga y Matteo Salvini y ahora con el centroizquierda, el Partido Democrático, que es el más importante e histórico representante de la izquierda en el país.

“Nosotros no somos ni de derecha ni de izquierda”, repitió ayer el líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) Luigi di Maio, que en el gobierno anterior funcionó como viceprimer ministro así como su colega Salvini.

Conte, que tuvo un encuentro de más de una hora y media con el presidente Mattarella, dijo a los periodistas al salir que quería “transformar la crisis (de gobierno) en una oportunidad” y que este nuevo gobierno no será de “contra sino por” porque “los principios y los valores que han sido apreciados y compartidos por muchos italianos, son el elemento de coherencia” con el que pretende guiar esta nueva etapa”. Son “principios no negociables que no tienen color político”, subrayó.

Conte dijo además que se concentrará en diseñar una maniobra económica que permita evitar el aumento del IVA (previsto por los acuerdos con la Unión Europea si el país no satisface ciertas condiciones económicas) pero que también “proteja a los ahorristas y dar una perspectiva de crecimiento y de desarrollo social”. 

Asimismo insistió en que se respetarán los principios de la Constitución como la igualdad, la protección de los inválidos y de los jóvenes para que no tengan necesidad de irse a trabajar afuera del país. Se trata de crear un país “sin corrupción en la administración pública, con una justicia más eficiente y donde los impuestos los paguen todos, pero que se pague menos”. Un país donde se respeten las instituciones, con libertad religiosa y que defienda el interés nacional. Un país mejor, que tenga infraestructuras seguras, que se alimente de energías renovables, que valorice los bienes comunes, el bienestar ecosostenible y que elimine las desigualdades de todo tipo. Todo en un cuadro del multilateralismo que ofrece la Unión Europea y donde Italia debe tener un “rol de protagonista”. La idea, concluyó, es diseñar “un país mejor sin dejarse frenar por los obstáculos. Pondré toda mi pasión” para crear lo que él definió “un nuevo humanismo”.

Las críticas de Matteo Salvini no se hicieron esperar. Y por el modo en que se dirige a los nuevos aliados se percibe que tiene una gran rabia acumulada por haber provocado una crisis de gobierno que no condujo a lo que él pretendía, es decir a nuevas elecciones, y que encima lo eliminó del gobierno porque el M5S no se la perdonó.

Usando el sarcasmo y la ironía agresiva, escribió en Facebook: “Escuché a Conte hoy hablar de nuevo humanismo. Falta sólo que resuelva la paz en el mundo y el crecimiento del cabello...”. Y agregó: “Este no es el abogado del pueblo -como Conte se definió en un primer momento - , es el abogado de los poderes fuertes”. “Estos durarán poco. Nosotros nos estamos ya preparando. No se puede negar el derecho de votar a los italianos”, concluyó. Salvini, que todavía se desempeña como ministro del Interior hasta tanto sea nombrado el nuevo gabinete, también está invitando en facebook a una gran manifestación, el 19 de octubre en Roma, para “una jornada de orgullo italiana” porque “hay que hacerse sentir contra el robo de la democarcia”.

No faltó quien en la prensa italiana hizo alguna alusión a la llamada “Marcha sobre Roma” del 28 de octubre de 1922 que dio comienzo al dominio del fascismo, cuando miles de “camisas negras” (fascistas) trataban de ocupar los ministerios y el jefe del gobierno, Luigi Facta, renunció y el rey, Victorio Emanuel III, convocó a Benito Mussolini para formar un nuevo gobierno. Pero, para suerte de los italianos, ésta no es la situación que se presenta ahora.

El primer ministro Conte comenzó casi inmediatamente las consultas en la mañana del jueves con los distintos grupos parlamentarios y el viernes lo hará con todos los partidos políticos, incluida La Liga, para después concentrarse con M5S y PD en la elaboración de un programa. Después vendrá la selección de los ministros.

Los tiempos para todo esto no fueron precisados. Pero se calcula que recién la semana que viene se dará a conocer el gabinete de ministros. Una vez que lo tenga claro, Conte deberá presentarlo primero al presidente de la República para que de su ok y luego al Parlamento donde deberá obtener el voto de confianza sin el cual no puede gobernar.