Ezra Furman nació varón en 1986 –este jueves cumplirá los 33– pero desde mediados de esta década fue revalidando una actitud queer. Comenzó usando ropa de mujer y lápiz labial para tocar y andar; y se percibió algo glam allí, algo con la suficiente conexión con su música urgente y punk, algo como la propuesta de los New York Dolls. Pero no era solo un hecho estético, un recurso de escenario. Hoy elige que se refieran a su persona como femenina, es bisexual y se presenta como un caso amplio de transgénero: no lo es de forma flagrante porque dice que no dejó de ser varón, de habitar un cuerpo y una mente que también operan en masculino. Pero Furman está transicionando. Y esa experiencia está bajada en Twelve Nudes, el tremendo disco que publicó el viernes pasado . “Creo que lo que propone este álbum es pensar en qué querés convertirte y ayudarte a que te des cuenta de que luego de la elección tenés que trabajar continuamente para convertirte en eso. Nunca termina”, afirma Furman, que en este disco opera como una riot girl impensada.

Inspirado en un poema de Anne Carson (El ensayo del cristal), el título de este Twelve Nudes va menos al send nudes que a hacer evidentes las formas desvestidas de las emociones musicales y poéticas puestas en un disco feroz, compuesto y grabado entre abril y octubre del año pasado, donde el indie rock, el punk y el rock de salón se complotan para hablar sobre los gobiernos antiderechos, el hipercapitalismo, la transfobia, la llegada a los 30, la responsabilidad y sobre cómo Trump simboliza, en su postura ante la cuestión limítrofe con México, el miedo y el odio estadounidenses. El asunto general es cómo en el estadio actual del capitalismo y la política de la vigilancia ya no hay bohemia que pueda quedarse fuera del sistema.

Son canciones que por momentos llevan tan expuesta la intensidad que se vuelven difíciles de escuchar, pero que al mismo tiempo reverberan una ternura infinita. En el corte del disco, I Wanna Be Your Girlfriend, Furman arranca: “Todos mis amigos están escribiendo sus currículums, mis amigos responsables están aplicando a trabajos; pero yo, yo estaba considerando enterrar a Ezra y empezar con Esme. Bebé, ¿te parecería eso algo tan extraño?” En algún momento dijeron que Ezra era el Bob Dylan de los millennials. Capaz que en realidad era Esme y era la Patti Smith milénica.

 

“Mi trabajo principal es escribir canciones, y me lo tomo como descubrir tesoros: es menos un trabajo de toma de decisiones y más una aventura de descubrimiento. Y lo que descubrí al escavar mi mente para este disco fue que tenía estas emociones muy del punk rock, mi primera música”, explica Furman, que apareció públicamente al frente de The Harpoons pero fue creciendo como artista con una obra solista que siempre con el recurso a los personajes fue exponiendo todos sus traslados: de la adolescencia a la adultez, de la fábula al manifiesto, de la identidad masculina a la libertad.

Sus signos al hacer música son el movimiento y la transformación, y lo hace evidente desde sus letras y títulos: Perpetual Motion People --leé la entrevista del NO por ese disco acá -- y Transangelic Exodus son discos excepcionales, y después de haberse metido con el Transformer de Lou Reed para la colección de libros 33 ⅓ (que en Argentina de a poco van publicando Walden y Dobra Robota ), en Twelve Nudes el asunto regresa tematizado en Transition from Nowhere to Nowhere. “Esa canción está sustentada en que no podés creer que has llegado a ningún lado, ni como artista ni como persona, porque todos los días podés derrapar y caerte hacia el lado de lo que no sos. Es un esfuerzo continuo: no te convertís en algo y ya lo sos, tenés que dar lo mejor todos los días, siendo lo más real y lo más fuego que puedas para no consumir pasivamente la cultura con la que te alimentan.”

 

Trauma habla sobre atravesar una guerra personal en un contexto donde a nadie le importa nada y todo se viene abajo. ¿Tiene que ver con cómo te sentiste mientras escribías el disco?

--Personal War fue, de hecho, una de las primeras ideas de título. En un disco donde en general dejo más expuestas mis emociones y voy menos a lo narrativo, esta canción habla sobre un personaje que siente sobre sí el abuso del hipercapitalismo y de la cultura de hacer tanto dinero como puedas sin importar los daños. Mucha gente resulta muy herida por ese modelo, y ese tema es como una invitación a usar esa herida para empoderarnos como sociedad y convertirlo en un contragolpe.

En Calm Down aka I Should Not Be Alone hablás de “hombres malos que nos someten”, y si bien es en relación a corporaciones y gobiernos, esto también conecta con cómo el movimiento trans-feminista expuso los problemas sanitarios, culturales y económicos del patriarcado.

--Que nuestra cultura haya aceptado durante tanto tiempo que los hombres maten a las mujeres es la razón principal de que yo sea feminista. Esa cultura debe cambiar de forma urgente. Realmente no pensé esa canción en términos de género, pero los que acuso de arruinar el mundo son mayormente hombres. El patriarcado opera con tanta fuerza que casi todas las personas públicas y poderosas son varones. Calm Down fue un tema muy difícil de escribir porque es sobre cómo las cosas no van a estar bien los próximos años, porque estamos perdiendo. De más joven solía pensar en que las cosas iban a estar bien, que íbamos a prevalecer si estábamos juntos. Pero esa perspectiva hace que no tomes las cosas con urgencia y es imposible que reacciones adecuadamente a una emergencia si no la tomás como tal. Y la realidad es que nos están aplastando.

Precisamente, en Evening Prayer aka Justice hablás sobre la adultez y el compromiso social, mientras que I Wanna Be Your Girlfriend escenifica cómo diferentes personas reaccionan de modos distintos a la madurez. Ahora en tus 30, la responsabilidad parece un tema crucial para vos. ¿Lo es?

--En donde más lo siento es en este privilegio que tengo de que a la audiencia y a la prensa les llame la atención y les interese lo que hago. No es mucho poder, pero es un pequeño poder que no muchos tienen, y creo que no usar ese poder como artista es un insulto para la gente en un contexto donde el hipercapitalismo y la predeterminación de la cultura pegan cada vez más fuerte. Tenemos más poder del que creemos: como individuos es poco lo que podemos hacer, pero no es insignificante, y si nos reunimos ese poder se vuelve exponencial. El mundo cambió de forma absoluta recientemente y no hablo de un plazo de 30 años sino de sólo cuatro o cinco. Los métodos de la política, la economía y la dinámica social cambiaron más rápido que nuestro pensamiento, pero por otro desde la cultura se plantearon debates que llevaron a cambios estructurales. En una democracia virtuosa, los cambios políticos vienen desde los planteos de la cultura: y no hablo de la bohemia sino de la cultura popular, de lo que la gente empieza a debatir y proponer. Podemos generar cambios.