Tras el cierre de las nuevas elecciones legislativas en Israel, las encuestas a boca de urna dan un empate técnico entre el opositor Benny Gantz, y el primer ministro Benjamín Netanyahu. Tanto el derechista "Likud" de Netanyahu como el centrista "Kahol Lavan" de Gantz lograrían unos 32 diputados, y el bloque conformado por partidos de derecha y religiosos alcanzaría 56 escaños, cinco menos de los necesarios para obtener mayoría en una Cámara de 120, mientras que el de centro izquierda se quedaría en 54. El resultado proyectado vuelve a dejar al primer ministro, acusado de corrupción, sin mayoría para formar gobierno, tras un intento fallido en abril. El nivel de participación electoral fue alto, en una jornada en la que no se registraron incidentes.
El primer ministro Netanyahu, de 69 años, conocido como "Bibi" y cercano al presidente estadounidense Donald Trump reconoció, tras votar en Jerusalén con su esposa Sara, que las elecciones estaban "muy cerradas". Haciendo gala de su cercanía con el mandatario, afirmó: "El presidente Trump dijo que las elecciones serían muy ajustadas, y les puedo garantizar que serán muy ajustadas". No se equivocaba.
Al igual que en procesos anteriores, Netanyahu advirtió que la participación de los votantes de izquierda y árabes sería alta, y por tal motivo pidió a sus partidarios salir a votar. Con un megáfono, hizo el llamado a la multitud desde la estación central de Jerusalén. Su principal rival, el exjefe del estado mayor del Ejército israelí, Benny Gantz, de 60 años, también usó un megáfono desde las playas de Tel Aviv, tras votar en los suburbios de la ciudad costera, acompañado por su esposa Revital. "Conseguiremos traer esperanza, conseguiremos traer un cambio, sin corrupción y sin extremismo, todos juntos", declaró.
En abril de este año, el conservador Likud de Netanyahu y la alianza centrista Kahol Lavan de Gantz lograron cada uno 35 escaños de los 120 de la Knesset, el Parlamento israelí. El presidente del país, Reuven Rivlin, encomendó la formación de gobierno a Netanyahu quien, ante la imposibilidad de formar una coalición mayoritaria, prefirió disolver el parlamento y celebrar nuevas elecciones. Durante estos cinco meses, pocas cosas cambiaron en la política israelí. Los resultados de los boca de urna coinciden con las últimas encuestas, que auguraban que cada uno de los dos partidos obtendría 32 bancadas.
Así, el resultado de sus potenciales aliados (la derecha y los partidos religiosos para Netanyahu; la izquierda y los partidos árabes para Gantz), será determinante en la formación de gobierno. Cualquiera de las alianzas debería alcanzar la cifra de 61 diputados, que marca la mayoría en la Knesset. Si los sondeos se confirman, Netanyahu deberá hacer frente a las mismas dificultades para conformar gobierno. Los resultados definitivos se darán a conocer el miércoles.
Faltando dos horas para el cierre de los comicios, la participación de los votantes alcanzaba el 63,7 por ciento, según el Comité Central de Elecciones. Un número muy cercano al de las legislativas de abril, donde la participación había alcanzado al 68 por ciento de los habilitados para votar.
El perfil de los dos candidatos
Benjamín Netanyahu tiene 69 años, de los cuales pasó 13 al frente del gobierno. En los últimos años, Netanyahu designó a Irán como el nuevo “Amalek”, el enemigo mortal de Israel, lo que le permitió desarrollar nuevas relaciones con los países árabes, en particular Arabia Saudita. La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos le dio un nuevo impulso a sus ambiciones. Durante la campaña, exhibió como trofeos personales el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén, y el reconocimiento de la anexión del Golán (meseta ubicada en la frontera entre Israel, Líbano, Jordania y Siria) por parte de Washington.
Netanyahu está implicado en casos de corrupción, fraude y abuso de confianza. El primer ministro está sospechado de haber intentado obtener una cobertura favorable del sitio de información Walla, a cambio de favores gubernamentales que podrían haberse materializado en cientos de millones de dólares para Bezeq, principal grupo de telecomunicaciones de Israel. Una victoria electoral de Netanyahu permitiría a sus aliados votar su inmunidad. Pero si es electo y después inculpado, se convertirá en el primer jefe de gobierno en ejercicio en tal situación en la historia del país.
Benny Gantz, por su parte, quiere ser la cara visible de la lucha contra la corrupción. Antes de lanzarse en la batalla electoral israelí en diciembre, este exparacaidista de 59 años formó un nuevo partido centrista, Kahol Lavan, que en hebreo significa azul y blanco, los colores de la bandera israelí. Desde hace meses se especulaba con que sería un rival peligroso para Netanyahu por el prestigio que rodea su trayectoria militar.
Gantz propone a los israelíes mano dura para defender al país y una visión más liberal en temas sociales y religiosos. "Los días en los que dirigía la unidad de combate Shaldag en operaciones en territorio enemigo arriesgando nuestras vidas, tu, Benjamín Netanyahu, pasabas con valentía y determinación de una sesión de maquillaje a otra en los platós de televisión", afirmó en febrero ante sus simpatizantes.
Frente a la separación de israelíes y palestinos, la anexión de parte del Golán o la política respecto a Irán, resulta difícil establecer diferencias entre el programa de Gantz y el de Netanyahu. El exparacaidista podría apostar por una alianza de partidos laicos (de izquierda y árabes) para buscar la mayoría parlamentaria, frente al bloque de derecha del primer ministro.