“Argentina necesita cuidados intensivos”, señaló Anne Krueger . De acuerdo a la número dos del FMI en tiempos de la crisis de la convertibilidad, la Argentina es como un hombre que lleva una vida “extravagante” por la cuál termina en el médico con una enfermedad aguda. Sin embargo, no termina el tratamiento y vuelve al “libertinaje”, cayendo nuevamente enfermo y requiriendo mayores dósis de antibióticos. Tras sentirse un poco mejor, reincide en su estilo de vida y vuelve a caer en el médico más grave aún. En la metafórica obra teatral de Krueger, la libertina vida económica argentina se basa en el “exceso de gasto público y regulaciones”, la enfermedad consecuente son las crisis económicas, el médico el FMI y la medicina son las “medidas fiscales, monetarias y cambiarias descritas en el programa del FMI” junto a “reformas estructurales, especialmente una mayor reducción en el tamaño del sector gubernamental, comenzando con las pensiones”. Finalmente amenaza a la democracia argentina advirtiendo que “los candidatos presidenciales deben comprometerse a reformas serias, o el médico puede decidir desconectarlo”.

El análisis de la ex funcionaria del FMI muestra como los economistas ortodoxos sostienen una ideología más allá de los resultados prácticos que genere la aplicación de políticas basadas en sus doctrinas. Tras casi cuatro años de gobierno liberal, donde se practicó ajuste fiscal, suba de tarifas, desregulación cambiaria y financiera, los resultados económicos son una crisis que combina una inflación en alza con una profunda caída de la producción y el empleo. Sin embargo, la economista conservadora no revisa sus recomendaciones de política. Por el contrario, se afirma dogmáticamente a ellas e insiste en que la solución para salir de la crisis son las mismas políticas que nos llevaron a ella, pero ahora aplicadas con mayor profundidad. No repara en que sus recomendaciones de vida austera y rutinaria conducen a la depresión económica y se aferra a sus remedios ortodoxos como una adicta a los antidepresivos.

Por último, añorando los tiempos en que desde una oficina del FMI condicionaba la vida de los argentinos imponiendo sus políticas como un virrey en las colonias, Krueger presiona al Frente de Todos para que baje sus banderas de reactivación económica con justicia social so pena de “desconectarnos”. Pero la realidad es que el que puede fallecer en caso de una desconexión es el FMI, que entregó 50.000 millones de dólares al gobierno de Mauricio Macri  -el 40 por ciento de su cartera de préstamos-, sin pasar por el Congreso Nacional, incumpliendo las reglas establecidas por el propio organismo para el otorgamiento de créditos stand-by y violando su propia acta constitutiva que prohibe financiar con créditos del organismo procesos de fuga masiva de capitales. Por el contrario, la desconexión implicaría para Argentina la posibilidad de un gran ahorro en materia de pagos de deuda que restablecería los superávits fiscales y externos, permitiendo una mayor autonomía para encarar políticas que enciendan los motores de la economía.

@AndresAsiain