Una música que expresa un deseo y se te mete en el cuerpo, se tararea, se baila, alegra el modo de caminar por la calle, de hacer los trabajos cotidianos. Una letra que prendió y te invita a ir por más porque el protagonismo no es de los candidatos nada más: es de lo que vos querés.

Esta irrupción sencilla, apropiable por todes, provocadora por lo que abre cuando empuja el techo de lo posible es desconcertante para algunes. Irrita y desespera al oficialismo. ¿Quiénes son? ¡Que se callen! ¡Nos invaden! ¡Ensucian el arte!

Algo de eso se vio estos días en las redes cuando después de un recital de Caetano Veloso un torbellino de tuits y alocuciones mediáticas fueron transformando la inquietud en acusación: cantar un tema que se ha vuelto popular, hacer que otres escuchen ese pegadizo estribillo con contenido político sería un gesto autoritario. Como si denunciaran una mancha venenosa: si estoy al lado del que canta me contagia, ¡aunque no sea obligatorio cantar!

Obligar está muy lejos de ser lo nuestro: si algo queremos es experimentar nuevas formas de expresión colectiva, de manera horizontal, sin manipulaciones. Queremos compartir lo que sentimos en las plazas y peatonales, en los parques y balcones, porque celebramos el fin de un gobierno que arruinó nuestro presente y nos quiso expropiar el porvenir.

Creemos que esta manifestación ciudadana es una puesta en acto de la democracia. Y sin embargo, molesta.

#SiVosQueres es una red que hace pocas semanas comenzamos a tejer una o dos decenas de personas, y cuyos límites hoy ya no podemos precisar. Nos reunimos a partir de las ganas de abrir espacios de intervención que rompan con la asfixia de los discursos pre establecidos. Tuvimos (tenemos) una intuición política: aquello que en la superficie de las pantallas se presentaba como algo dado, que Horacio Rodríguez Larreta resultaba "imbatible", era en realidad un montaje comunicacional cuidadosamente ensamblado por el presupuesto del Estado. Ese consenso parece abarcar también a la mayoría del sistema político, al punto que el candidato porteño opositor más votado en los pasados comicios de 2015, se transfiguró y ahora integra las listas del oficialismo.

Pero fue creciendo un malestar que permanecía en sordina. Por eso nos juntamos a pensar, a poner en común ideas geniales que en un segundo se derrumbaban y a dejar crecer otras que parecían insignificantes. Buscamos crear un dispositivo que fuera usable por todas y por todos los que desearan manifestarse. Lo que nunca imaginamos es que con un poco de ritmo, ibamos a estropear al algoritmo.

Lo sabemos ahora: la canción se ha convertido en una contraseña. Se canta para decir que somos cada vez más lxs que queremos vivir en una ciudad que deje de expulsarnos.

Después de las PASO nos quisieron convencer de que no era momento para el festejo. Que nuestro voto (y no sus espantosas decisiones) habían provocado la crisis económica. También nos pidieron que no saliéramos a la calle. Que podíamos seguir participando... por las redes.

En este contexto, el simple gesto de salir a bailar de improviso se convirtió en un acto de liberación sensible. La alegría ya no será el slogan cínico de un mal gobierno; la alegría vuelve a ser del pueblo. Semejante recuperación de soberanía contiene un mandato primordial, referido al espacio público.

La campaña por la reelección macrista muestra como argumento principal un sistema de obras públicas que incita a la circulación permanente: ir de un espacio privado a otro espacio privado, reduciendo el tiempo y el riesgo. De la casa al trabajo, si lo tenés todavía. Del trabajo al consumo de un espectáculo, si lográs pagar la entrada todavía. Claro que también podés expresarte y hasta deliberar posteando en Facebook, votando en una encuesta de Instagram, o escuchando a los "líderes de opinión" en la televisión, si es que todavía sos capaz de pagar la cuenta de luz y la monopólica conexión a internet.

Para decirle no a esta promesa insípida, hay que romper el corralito que nos proponen como modo de vida ciudadano. Queremos vivir la Ciudad y no apenas circular por ella.

Para nosotrxs vivir es producir el mundo y no solo consumir mercancías. Es disponer de un espacio digno para habitar y no dejar el pellejo en un alquiler o en un crédito usurario. Es contar con la garantía de una educación igualitaria y no correr una competencia meritocrática por existir. Dedicar más tiempo y atención a las redes de cuidado mutuo, a sostenernos en nuestras fragilidades, inventar las familias que deseamos y dejar de considerar normal que las personas duerman en la calle, o que la vejez y la locura deban ser encerradas.

No buscamos confrontar sino crear otros vínculos. La grieta es el fármaco que diseñaron para convencernos de que hay que firmar cheques en blanco. Lo que queremos es que la política vuelva a las manos de quienes vivimos en la Ciudad. Y brindar porque, sencillamente, #LarretaYaFue y el mal gobierno también, #SiVosQueres