Una vez más, la Secretaría de Energía mintiendo a la ciudadanía sobre un falso autoabastecimiento en petróleo. Afirmó por estos días desde su cuenta de Twitter que “Argentina se autoabastece de petróleo. Esto es posible porque la producción empezó a crecer nuevamente, apoyada fundamentalmente en Vaca Muerta”.

En primer lugar, destacar siempre que, a pesar de la recuperación de la producción, los niveles se ubican todavía debajo de 2015. En efecto, 2018 cerró 8 por ciento abajo, mientras que al mes de julio se ubicaba 5 por ciento también debajo. En segundo lugar, el aumento de la producción de petróleo obedece al aporte del shale oil, sobre todo de las concesiones de Loma Campana (YPF-Chevron), La Amarga Chica (YPF-Petronas) y Fortín de Piedra (Tecpetrol). ¿Por qué decimos esto? Porque el shale oil no está siendo refinado por nuestras plantas. Hasta donde sabemos, no es apto por ser muy liviano.

En otras palabras, no es precisamente por el crudo de Vaca Muerta que logramos autoabastecernos. ¿Por qué entonces? Ya lo explicamos unos meses atrás: los volúmenes de refinación de petróleo son similares a los del año 2000. Interanualmente al mes de julio, cayeron 0,2 por ciento, marcando de esta manera 4 años seguidos de retroceso. Respecto del mismo período de 2015, la diferencia es de -13,9 por ciento. En cantidades: son 2,5 millones de m3 menos que no procesa el parque de refinación argentino.

Para seguir tomando dimensión: las refinerías de La Plata y Luján de Cuyo, que juntas explican más de la mitad de la refinación de crudo a nivel nacional, procesaron en el acumulado a julio 13 por ciento menos que en 2015, mismo período.

¿Y en materia de elaboración y consumo de nafta y gasoil? La elaboración al primer semestre retrocedió 5 por ciento interanualmente, la peor caída al menos desde 2010 y 3 por ciento por debajo de 2015. Respecto del consumo en estaciones de servicio cayó 1,2 por ciento interanualmente en iguales meses (-0,7 sobre 2015) y cayó también 4,4 para todo el mercado interno (retrocediendo casi a idénticos consumos de 2015).

Tristemente, la caída del consumo no ha impactado en una disminución de las importaciones de nafta y gasoil. Por el contrario, aumentaron 69 por ciento sobre 2015 (primeros seis meses). Cabe destacar que las compras externas son las mayores desde 2014. 

En suma, en los primeros siete meses de 2019 se procesaron 2,5 millones de m3 menos de petróleo que en 2015, en paralelo a un retroceso de cinco años en el consumo doméstico de nafta y gasoil. Por tanto, simple razonamiento: si la producción nacional de crudo se ubica por debajo de la de 2015 (a julio, -5 por ciento) extrayéndose 985.962 m3 menos; si además el aumento registrado desde abril del año pasado es traccionado por el shale oil que no se está siendo refinado (según se informa desde la propia industria), preguntamos entonces…

¿El "autoabastecimiento" -nulas importaciones de petróleo- obedece a la mayor producción como afirma la Secretaría de Energía o es la consecuencia de la destrucción del consumo interno y del aumento de las importaciones indiscriminadas, esto es, refinadoras y comercializadoras prefiriendo importar combustibles que elaborarlos localmente?

Y un segundo pero lógico interrogante: ¿Qué sucedería con las importaciones si los niveles de refinación y consumo se recuperaran por lo menos a valores de 2015, siendo que hoy por hoy la producción de crudo se encuentra 5 por ciento debajo de aquel año, traccionada además por el shale oil supuestamente no refinable?