Junto con el desastre macrista reapareció la cantinela de siempre: “todos los políticos son...”. A quien lance esta opinión, tan elemental como recurrente, hay que responderle que quienes nos gobiernan no son políticos, son empresarios, gerentes de empresas, financistas que están ejerciendo un rol político. Sus ancestros fueron los que derrocaron a Yrigoyen, a Perón, a Illia y arrinconaron a Alfonsín hasta obligarlo a renunciar. Los que todo el tiempo le pusieron palos en la rueda a los Kirchner.

Gracias a esos políticos se produjeron avances democráticos. Por primera vez en la historia el poder económico tuvo la posibilidad de ejercer el poder pleno. Y así estamos.

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Allá por el 1800 un joven músico escuchó por primera vez la 9ª sinfonía de Beethoven. Su cabeza se llenó de sonidos sublimes. Llegó a su casa, comió algo y se acostó a dormir. Ingresó al sueño con la grandeza musical del Canto a la Alegría.

Doscientos años después, otro joven músico regresaba del Teatro Colon después de haber esuchado la 9ª de Beethoven. Llegó a su casa, preparó la cena y encendió la radio, como era su costumbre. Le gustaba irse a dormir con las últimas noticias del día. Se acostó y en su cabeza comenzaron a circular los sublimes sonidos de la 9ª y cuando llegaba el Canto a la Alegría, la cumbre musical, se filtró:

“Canon, canon,canon, es tu mejor colchón, ó,ó,ó”.

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Comparto mi vida con mi mujer y con “Pancho” y “Mostaza” , sus dos gatos. “Mostaza” es el más desordenado, el más rebelde. Suelo escuchar:

--¡Mostaza! ¡Ya comiste! ¿Que hacés acá?

O: ¡Terminala, Mostaza!

El otro día María repitiֶó el reto, pero agregó:

--¡No me discutas!

Publico esta anécdota en apoyo a los que proponen igualar el derecho de los animales a los de los seres humanos

Y así fue. Aparecieron los veganos y sus luchas a favor de los animales. Muy respetable. Ahora, digo yo: no matar a los animales no implica que se sigan reproduciendo. ¿Qué puede pasar en el futuro? Me imagino a los porteños dispersando vacas a los bocinazos por la calle Corrientes.

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Dos ciudadanos se rozan involuntariamente caminando por la calle. “Perdón” dice uno; “perdón”, dice el otro. Una secretaria ingresa al despacho de su jefe y dice “perdón, señor”. Un periodista radial comete un furcio, pide “perdón” y sigue hablando.

Digo yo: cuando estemos antes Dios qué le diremos: “Señor, te pido disculpas por mis pecados”

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Reprefilar. Apareció de pronto un término nacido en el mundo de las finanzas. Se parece más a una palabra de la jerga de los peluqueros.

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San Martín:  Seamos libres que lo demás no importa.

Julio César: Alea jacta est.

Winston Churchil: Sangre, sudor y lágrimas.

Elisa Carrió: Dejen propinas.

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Nací en una comunidad machista y fui, naturalmente machista. La ofensiva feminista me abrió los ojos y de a poco, me despojé de muchos lastres.

Solo me queda el fútbol jugado por mujeres. Muchos años de tribuna, de putadas y avalanchas. De última, no es lo mismo bajarla con el pecho a que te pegue en las tetas.

Las palabras son sonidos y como todo sonido tiene cadencia, música, en definitiva.

Hay palabras que contienen notas de Mozart, otras del lunfardo que remiten a lo mejor del tango. Y otras que chirrían. Como el llamado lenguaje inclusivo, que suena como la cuerda de un violin desafinado.

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¡Qué jodona la muerte! Stalin se murió creído que pasaba a la historia como el “padrecito” de los trabajadores. Shakespeare, seguramente, se fue de este mundo convencido de que sus obras no tenían futuro.