"A quien le corresponda gobernar en este momento va a necesitar acuerdos" afirmó el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el obispo Oscar Ojea, en un mensaje grabado en video antes de partir hacia Roma donde participa del Sínodo de la Amazonía, convocado por el papa Francisco. Hablando en nombre de los obispos argentinos el titular de la CEA dijo también que "la Iglesia tendrá que dar su aporte en una etapa donde realmente necesitamos dialogar, acordar y escucharnos los argentinos para poder preservar la paz social, que es una meta inmediata".

De esta manera el presidente del episcopado católico puso en palabras lo que es hoy un consenso entre los obispos tanto en lo que se refiere a la necesidad de promover el diálogo como al compromiso que la Iglesia debe tomar en esa materia y en la puesta en práctica de soluciones de emergencia para los pobres y aquellos vulnerados en sus derechos. Esta posición quedó de manifiesto en los últimos meses en varios foros organizados por diferentes organismos de la Iglesia Católica a los que fueron invitados políticos, dirigentes sindicales y sociales, economistas y cuyo común denominador fue el pacto social, la preocupación por los más pobres y el diálogo entre los argentinos. Lo reiteró ahora Ojea: "no se puede gobernar en este estado de división social en el que nos encontramos, en este estado de ánimo", agregando también que la Iglesia "tiene una misión muy importante en ayudar al diálogo".

No existe, sin embargo, la intención de reiterar experiencias como la Mesa de Diálogo Social a la que se convocó con protagonismo eclesiástico ante la crisis del 2001. Los obispos entienden que, a diferencia de entonces, hoy existen canales aceitados y actores de la sociedad en condiciones y dispuestos a avanzar por caminos de colaboración. La Iglesia está dispuesta a colaborar y a participar, pero dejando la iniciativa a la política. Para Ojea el diálogo tiene que ser "claro, afable, confiado y prudente".

Según el obispo no se trata de ignorar los conflictos "como si no existieran" pero tampoco de quedarse "sin poder actuar". Por el contrario, dijo el presidente del episcopado, "debemos pararnos un escaloncito más arriba" para "privilegiar y priorizar qué es lo más importante y qué es lo secundario".

Desde Rosario, el arzobispo de esa ciudad, Eduardo Martín, insistió en que "lo que más falta es la equidad social, el trabajo digno" y subrayó que "todos somos responsables de eso".

Más allá de las declaraciones, el episcopado está dispuesto a comprometerse también en acciones destinadas a mejorar la calidad de vida de los más pobres. No pasó desapercibida la presencia del obispo Carlos Tissera, presidente de Caritas, el organismo solidario de la Iglesia Católica, el lunes pasado en la presentación que hizo el candidato Alberto Fernández del programa "Argentina contra el hambre", el preanuncio de lo que será una política de Estado si se confirma la victoria de Frente de Todos (FdT) en las elecciones presidenciales. El propio Fernández destacó en su discurso la presencia de Tissera sentado en primera fila, gesto que puede leerse como un efectivo apoyo institucional de la Iglesia a la iniciativa. La propuesta del FdT incluye la creación de un consejo que tendrá la responsabilidad de fijar los lineamientos para diseñar y aplicar una política alimentaria federal reuniendo para ello a empresas, sindicatos, organizaciones sociales y de la economía popular. En ese consejo también estará sentada la Iglesia más allá de que a través de Caritas y la Pastoral Social y dada su presencia en todo el país, cumplirá además parte de la tarea de ejecutar esa política en el territorio.

Desde el campo de la feligresía y en la misma línea de pensamiento de los obispos el grupo de Cristianos para el Tercer Milenio (TCM) emitió una declaración haciendo un llamamiento "a las autoridades de nuestra iglesia para que formen parte activa y aun promuevan iniciativas orgánicas destinadas a acabar definitivamente con el hambre en la Argentina y a nuestros hermanos en la fe para que, en lo inmediato, se comprometan en la lucha contra el hambre y, a la hora de emitir su voto, desechen aquellas propuestas que pretenden seguir aplicando políticas neoliberales, tan anticristianas como letales para un crecimiento humano solidario, justo y sin hambre".

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