El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, participarán de las reuniones anuales del Banco Mundial y del Fondo Monetario en Washington. Durante esta semana, en que se desarrollan distintos encuentros en el evento, los funcionarios buscarán avanzar en las negociaciones sobre del desembolso del FMI pendiente de 5400 millones de dólares, que debieron transferirse en septiembre pero que el organismo puso en pausa hasta que se elija el próximo presidente.

David Lipton, antes de dejar su puesto de gerente interino del FMI, había asegurado que el programa económico con la Argentina está “en pausa” en medio de una situación económica “extremadamente compleja”, para el país. Lacunza y Sandleris en esa oportunidad habían presentado los resultados fiscales, los cuales mostraban que se había avanzado en el ajuste exigido por el organismo. El propio presidente Mauricio Macri se presentó en esa reunión para presionar por el desembolso.

La asunción de Kristalina Georgieva al frente del organismo, en reemplazo de la francesa de Christine Lagarde, no cambió la situación. Le aseguró a Lacunza que la Argentina es una de las prioridades del FMI, algo que no es de extrañar ya que el país es su mayor acreedor en la historia, con un préstamo total acordado de 57.000 millones de dólares. Sin embargo, el sexto desembolso no se transferirá hasta que los directivos del Fondo puedan negociar con los interlocutores que designe el mandatario electo en las próximas elecciones del 27 de octubre.

De todos modos, Lacunza insistirá en una reunión más formal con Georgieva con la posibilidad de contar con ese dinero según los plazos establecidos. El consenso de inversores bursátiles considera que existe una probabilidad de incumplimiento de la deuda del 95 por ciento en los próximos cinco años, plazo en que se acumula el grueso del repago de la deuda con el Fondo.