Lali no puede recordar con precisión en qué momento decidió que quería ser una estrella. Ante la pregunta de Página/12, piensa sobre el asunto unos segundos, lo cual parece ser una rareza, porque en general, la velocidad de sus respuestas le hace honor a su nuevo single, "LALIGERA". Pero en este caso no. "A mí me pasa algo raro...", arranca y se arrepiente: "Si tengo que contestarte francamente, te digo que es de toda mi vida. Yo era chiquita y me sentía una estrella cuando bailaba frente al espejo de mi casa. Posta. No tenía ningún público, no tenía nada, pero había algo en mí; yo decía 'voy por acá, esto es lo mío'. Siempre supe que me gustaba esa manera de expresarme: con la música, la actuación... Actuaba sola, hablaba con maniquíes... Cualquier madre diría 'mi hija está loca' (se ríe). Tenía mucha imaginación. Mi mamá siempre me dice 'Yo te veía jugar sola y me sorprendía el nivel de imaginación que tenías. Había un trapo colgado y vos le hablabas haciendo una escena". Realmente, con muy poco -porque no tenía tantos juguetes, la verdad-, tenía un mundo interno muy grande. Y eso sí que me lo acuerdo bien, más allá de que me lo diga mi mamá. O sea que siempre hubo en mí un aura de... Nunca lo vi como algo imposible. Y mirá que no tenía los contactos ni la guita ni nada para llegar".

"Nací con brillo pero sin dinero", canta Lali en su nuevo single con aires de trap, con el que anticipa su cuarto álbum. La canción es autorreferencial desde el título y se multiplica en el video, filmado en varias locaciones de su Parque Patricios natal. Ese barrio donde Mariana "Lali" Espósito soñaba con el estrellato. "La sociedad es muy dura con los chicos con talento que no tienen las herramientas que se supone que son las que te llevan rápido a un cierto lugar o a ese objetivo que tenés", dice ahora la cantante y actriz, con 28 años y más de dos décadas de camino recorrido. "Yo hice oídos sordos a eso y soy re consciente de que lo hice, pero fue porque adentro de mí no había un impedimento. Sabía que de alguna u otra manera, iba a ser eso. Después, te la cambio: empecé de tan chica, que esta cosa del oficio, de la cultura del trabajo, se me tatuó enseguida. Entonces, en mi adolescencia/ adultez, cuando empecé a trabajar muy fuerte, siempre tuve una visión muy de laburo, de darle, de buscar, de hacer. Y desde un lugar muy consciente de que estoy trabajando. Eso no es que me despegó de ningún sueño sino que me dio el entendimiento de que yo trabajo para lograrlo".

"Hay algo que creo que me define, que es la intensidad desde la naturalidad", afirma Lali cuando se enfrenta al brete de mirarse a sí misma desde afuera. "Soy intensa para hacer las cosas, me gusta ser así, vivo todo muy intensamente, nada me parece efímero ni tonto, ni me da lo mismo, pero es desde un lugar muy natural, desde la parte más humana que tengo. Por eso me aferro a tantas cosas que me ayudan a la naturalidad, que son mi familia y mi equipo de laburo. Creo que se puede ser intenso, estar arriba y hacer todo lo que permite esta profesión, encima con la dicha de que me va bien, desde el lugar más natural, ligero, relajado. Me parece que hay un falso discurso con respecto a que la intensidad y el éxito van de la mano con ciertas rarezas, pero yo no creo que sea tan así".

-¿Y cómo se hace para ser estrella y seguir con los pies sobre la tierra, sin esas "rarezas"? 

-Creo que debe haber algo innato en no necesitar ninguna locura. De verdad, no tengo la necesidad. Y cuando veo gente que está en esa, me choca tanto que mi cuerpo y mi mente no van para ahí ni aunque me pongas el éxito más grande adelante. No me hallo, no me gusta esa manera. No sé lo que debe ser ser Messi, andá a preguntarle a él qué es ese nivel de estrella...

-¿Se lo preguntaste a Thalía cuando filmaron el video de "Lindo pero bruto", por ejemplo?

-Sí. Y la veo conectada a mil con su persona. Es una tipa que vive otra realidad: tiene su mega casa, su éxito, sus años de ser la estrella que es que la respaldan... Y es una tipa con la que en un momento nos pusimos a hablar y... hablamos. Hablamos de la vida, de los hijos... Me contaba cosas, me aconsejaba cosas como alguien que ya pasó ciertos momentos de la carrera. Es una tipa que está conectada con su historia y que no necesita parecer otra persona: es lo que es. Haber conocido a gente muy grosa como Thalía, Joan Manuel Serrat o Ricky Martin, que además de por sus carreras me han sorprendido con sus personalidades, su don de gente y su educación, me hace entender que... "Pará, entonces todo eso es una mentira, no necesitás todo eso para ser una gran estrella". No necesito desconfiar de los entornos y cerrarme en la mía para cuidarme; creo que es al revés, es elegír mejor al entorno, es estar tan conectado con la realidad que sabés que elegís gente que no... Bueno, hay excepciones, hay estrellas a las que les pasaron cosas horribles que no buscaron, y ellos confiaron y hay gente del entorno que las cagó, cosas que te deben volver un poco más desconfiado de todo.

-Pero también está bueno no tenerle miedo a la palabra "estrella".

-¡Nooooo! Yo quiero ser una estrella.

-Sos una estrella.

-Pero más, mucho más (risas). A mí me gusta este lugar que ocupo, me gusta lo que hago, no escapo a nada. Entiendo lo que genero en mucha gente; no voy a mentirte, veo las caras: esa gente la está pasando bien con lo que yo hago. Y a mí me encanta esa situación. Pero si hablamos de la vida y de la persona que sostiene a la artista, hay un montón de complicaciones y factores.

-Querés más, entonces. ¿Cuál es el objetivo de máxima?

-A mí hay algo de la expansión de lo que hago que va mucho más allá del ego de "ah, me volví internacional", que tiene que ver con la situación de representar algo. No tiene que ver con esta globalización en el mal sentido para las estrellas o para la gente que quiere serlo. Sueño con esa globalización desde el lugar de la representación, de mostrar quién soy, de dónde vengo, de que hasta hace unos años -salvo por excepciones geniales- una mujer de mi edad, argentina, que haga pop, quizá no había tenido la posibilidad de salir con tanta naturalidad a "competir" en la industria internacional. Cuando salí con mi primer disco, encontré que había un público ahí, esperando a una chica de mi edad que tuviera una propuesta diferente, pop, con mucha influencia de la música que escuchamos en inglés, sin duda, pero en nuestro idioma. Y eso es algo que defiendo y que me gusta cuando a los demás les llama la atención. Capaz las bases y los sonidos que elijo te llevan hacia un lugar, pero no dejo de hablar en mi idioma y de cosas de mi lugar. Me parece que eso es representar.

-En "LALIGERA" hablás de representar pero, ¿no se mezcla con la internacionalización? En un momento decís "cuidao", con una forma más caribeña, y enseguida "cuidado". ¿Hasta dónde podés ir sin dejar de representar lo que vos querés?

-Hasta ahí. Hasta jugar con las palabras... Cuando estoy dentro del estudio escribiendo la letra o laburando la base con los otros compositores y productores, para mí es muy flúo cuando me estoy traicionando. Me ha pasado...

-¿Flúo?

-¡Es flúo! Me hace flúo la autotraición (risas). Es como si se prendiera un alerta que me dice: "No, yo no lo diría así, esto no es muy Lali, no me siento yo". Me pasa todo el tiempo, cada vez que entro al estudio me encuentro con muchos flúos. Pasa más cuando la producción empieza a tener incidencia de otros lados, a tener un compositor de Puerto Rico y un productor gringo, un venezolano... Todos ponen de lo suyo, pero en eso hay modismos y cosas que no encajan conmigo. Lo de "cuidao" salió natural, estaba jodiendo y me pareció copado, pero el "cuidado" lo metí yo, porque para mí ahí está la balanza perfecta: hasta donde se sienta Lali, voy.

-En el video hay imágenes de Parque Patricios, pero por momentos se pone muy hiphopero, ya no se ve tan porteño.

-Para mí, eso es internacionalizar mi cultura. Capto la atención con algo que al ojo y al oído es familiar en otros lados, pero estoy mostrando a un chico con su guardapolvo blanco, está el abanderado con su bandera, todos los que participan son argentinos. La que está cantando es argentina... Para mí, ahí está la mezcla, así como te hablaba de lo del estudio. A nivel mensaje, si logro captar la atención de un gringo -que me ha pasado en los últimos tiempos-, el tipo está viendo algo de mi cultura en ese video y en esa canción. Lograr eso es el objetivo. No quiero ser "porteña". Yo soy porteña, y con el hecho de serlo, todo lo que haga tiene esa impronta.

-En los créditos de la canción figuran cinco compositores, además de vos. ¿Cómo es el trabajo en esos casos?

-Sí, y éramos 42 adentro del estudio (se ríe). Parece imposible, pero hay una organización dentro de la desorganización del momento con tanta gente. Por ejemplo, "LALIGERA" tenía tres productores mega capos -un mexicano y dos argentinos- sentados armando la base con la idea que ya habíamos planteado. Los tipos se sientan y se van pasando partes de una computadora a la otra. "¿Te gusta este piano?" Y el otro le dice: "Mirá esto que metí". Las trompetitas del tema las metió Rafa Arcaute... Ellos laburan esa parte y yo me encierro en otro cuarto con un compositor, en este caso con un portorriqueño que se llama Rec 808, que es un capo, y una persona de mi team. Y cada uno le iba metiendo a su parte. Yo escribía, Rec me proponía otra cosa, cambiábamos, y empezamos a grabar la letra y la música. Parece un quilombo (se ríe). Es como un camp, los famosos camps que se arman donde todos trabajamos para ese día salir con un demo de ahí, con la idea que yo le había planteado al equipo. Todos sabían que íbamos a hacer una canción que iba a representar mi historia, que musicalmente yo quería irme un poco de lo último mío que se había escuchado, y todos fuimos por ahí.

-¿Ya tenías el título?

-No, surgió adentro de la cabina, buscando melodías, grabando cositas, ideas que había tenido de la letra. Empecé a joder con "Lali, Lali", "Lali, laligera", "chiquita"... Y empezó a salir en un momento. Un hecho divertido es que el track de la voz es el del demo, lo que grabé ese día en el estudio... tres de la mañana, ponele (risas). No quise volver a grabarlo porque me pareció que tenía algo muy genuino del momento, que de verdad había nacido así. Había palabras que canté que no eran las que estaban en el cuadernito, las cambié y me salió así. Fue un proceso muy natural, también, el de esta canción en particular.

-Cuando uno piensa en algo natural para la composición, piensa en un artista en su buhardilla componiendo, y esto es otra forma. ¿Cómo era lo de la intensidad natural?

-Intensidad con naturalidad. Es un poco eso, porque es re intenso el proceso. Y si te agrando el panorama, la foto es más intensa, porque lo hacía todos los días. Era todos los días conocer gente nueva, "Hola, qué tal, vengo de acá, soy así". Los tipos conocían mis últimas canciones; de hecho, aceptaron trabajar conmigo porque algo de lo que escucharon les gustó. Pero era todos los días presentarme y arrancar de cero una idea hasta irme con un demo.

-Quizás haber cantado con Ricky Martin, Thalía y Joan Manuel Serrat ayuda a que los productores presten atención.

-(Se ríe) Se deben copar... Algo les copó.

-Cuando pasan cosas como cantar con esos artistas, ¿sentís que entraste a otra liga?

-No pienso en esos términos. En mi cabeza no está dividir la carrera -que es una palabra que me cae bastante mal- y ver dónde se supone que estoy ahora. No hay un lugar, un primer piso y un cuarto piso... Hay lugares en los que, en definitiva, es la gente la que te termina poniendo. Porque si te invita un Serrat, es el público el que termina dilucidando que vos estás ahora en otro lado, porque estás cantando con Serrat. Pero en mi cabeza, más allá de emocionarme muchísimo con una situación como esa, no es que bajé del escenario y dije "sabés que ahora que canté con este tipo, ahora estoy en otro nivel".

-¿Y cuando mirás para atrás?

-Sí, me sorprendo, y a la vez no, porque una trabaja duramente y los logros están ahí, al acecho de que sucedan, de tomar sus oportunidades. Si miro para atrás, sin duda me emociono, me parece re zarpado. Si lo viera en otra persona, diría "¡A la mierda!", pero estoy en mis propios zapatos, entonces todo tiene esta naturalidad de la que hablaba al principio. Que no es quitar peso ni desmerecer, que no se entienda mal, pero yo naturalizo mi vida. ¡Es mi vida! No voy a estar sorprendida mirándome al espejo diciendo "A la mierda, todo lo que lograste"...

-Hablás mucho sobre la versatilidad del pop, que en este caso te permitió incluir al trap. ¿Hasta dónde se puede ir dentro del pop?

-No sé si hay mucho límite. Si agarrás a muchos músicos y compositores debés tener mil opiniones distintas, pero yo creo que no hay mucho límite en el pop... o en la música en general, sin cerrarnos en el pop. A mí, lo que me gusta de este género es la posibilidad que me da de estar jugando todo el tiempo con sonidos que no debería usar y los uso, y me siento cómoda dentro de ellos porque en la totalidad de la canción -como hablábamos al principio- hay mucho de Lali.

-¿Y por qué se supone que no deberías usarlo?

-Bueno, porque en general se es un poco más cerrado... en la vida. Cuando empecé a hacer música y saqué el primer disco, todas las notas empezaban "Bueno, ya no te dedicás más a la actuación". Todas, ¿eh? Era una cosa o la otra. Y yo decía "No, dame todo". Si yo me encierro en una sola cosa, no sabés lo que me aburro... Si siempre hiciera el pop electrónico que hice en el primer disco, más funkero, el embole que me pego al cuarto disco no te lo puedo explicar (risas). Me aburriría del sonido de la viola siempre igual, no sabría qué hacer. A mí me gusta buscar, siempre que me sienta Lali en esa búsqueda y no se me haga flúo algo, la verdad es que voy pululando sin temor a eso. No veo mucho límite cuando buscás desde lo más genuino.

-¿En algún momento sentiste imposiciones de la industria?

-Sí.

-¿Y qué hacés en esos casos?

-Un análisis profundo de cuánto estoy cediendo (se ríe). Y lo hablo con gente de la industria y con otra que no lo es. Mi viejo: voy en el auto con él y le digo "sabés que tal cosa". Y con él, que es profe de fútbol, todos los ejemplos van para ahí: "Es como cuando sos 5 y te piden que juegues de 3". Siempre le encuentra una analogía con el fútbol, pero me ayuda mucho porque tengo la visión de alguien que no está viciado por la industria. Y no sólo porque es mi padre, sino que opina porque sabe qué cosas me gustan y cuáles no, qué artista soy. Y también hay personas de la industria en las que confío y me parece que su criterio está bueno. Entonces, ante alguna situación -que son pocas- en la que algo me conviene pero a la vez me da paja... Son cosas que a veces me pasan porque soy parte del mainstream y no sólo no lo niego sino que me gusta formar parte un lugar más masivo. Hay algo de eso que disfruto mucho, yo busqué este presente, entonces también sé que hay que ceder ciertas cosas. Pero trato de hacer planes, digo: "Bueno, si cedo esto, después voy a pedir esto otro". Hay una frase de Residente que siempre me gustó, que dice "me infiltro en el sistema y exploto desde adentro/ todo lo que les digo es como el aikido/ uso a mi favor la fuerza del enemigo". Acá no hay enemigos, por supuesto, pero es una manera de graficar que hay que ser pillo e inteligente para, a veces, ceder algo si hay un resultado que es lo que te hace bien y te conviene.

-¿Y hubo cosas que quisieron imponerte y a las que te negaste?

-Muchas veces. Y me han llamado para decirme "¿Cómo le vas a decir que no a esto? ¡Estás loca! Esto es bueno por todas estas razones". Pero si yo no lo siento...

-¿Un ejemplo?

-Bueno, cuando yo estaba con las primeras canciones, Sony me hizo llegar una canción de un artista muy grande, muy mundial, al que de hecho quiero mucho. Pero la canción hablaba del alcohol y qué sé yo, yo era más pendeja y me sigue gente muy chica, en ese momento dije "Me parece que no tengo que hacer esta canción, me voy a sentir incómoda teniendo que cantarla después, voy a estar medio muñeco de cera". Dije que no y valió varios llamados de "Escuchame una cosa"... Y hoy lo sostengo, estuvo buenísimo no haberla hecho. Después me crucé con ese artista en otras situaciones geniales y pensé "Claro, esta era mi situación para estar con este artista".

-Con la salida del single publicaste un texto en el que hablabas de la connotación negativa de "la ligera". "Lo que busco es ver conceptos errados y machistas que tenemos cuando nos referimos a mujeres y a varones con algunas palabras o adjetivos calificativos negativos, y resignificarlos", dijiste.

-Me salió natural, porque cuando trabajamos en el estudio, apareció la idea de "la ligera" y el chiste fue que se tenía que llamar así porque era un gran título. Pero en los días posteriores, cuando empecé a mostrarla a gente que labura conmigo, gente de la industria y amigos míos músicos, el comentario de algunos fue "¿no te parece raro decirte así a vos misma?" Pero, ¿no puedo ser una persona que va ligera por la vida? ¿No voy ligera? ¿No voy en mis patines, no voy liviana, como dice la letra? ¿Por qué no tiene esa connotación? No es un ataque usar la palabra de esta forma; para mí es constructivo poder hablar, que me estés preguntando esto y poder decir que estamos en un momento en el que hay que prestar un poquito más de atención... por uno, no sólo porque a otro le moleste. Y pensar cómo siempre usamos esa palabra y qué cagada, porque algo ligero, ¿qué es? Es algo liviano, algo suave. Y una ligera, en cambio... Cambiamos el género y ya es algo negativo. Hay mucho de eso en nuestra cotidianidad, en la calle, en la manera de dirigirnos a las mujeres. Por supuesto que uso este título para hablar de eso, también. Me gustó más que me lo dijera mucha gente. De hecho, un consejo fue "Yo le cambiaría el título para que no le choque a nadie". Eso provocó en mí el efecto contrario. ¿Qué? Peor... ¡Más va a ser el título ahora!

-"Y encima te lo pongo todo en mayúsculas".

-(Se ríe) ¿Y en qué está?

 

Mirada política

En busca de propuestas

En el video de "LALIGERA" aparece un chico con el guardapolvo blanco de la educación pública argentina, así como en el de "Somos amantes" se veía un pañuelo verde de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito (causa por la que Lali se manifestó varias veces). Sin embargo, la cantante y actriz dice que no sabe mucho de política. "Pero uno siempre tiene su propio criterio de todo, o su visión de las cosas -reconoce-. Me pasa que trato de no viciarme, porque en nuestra política nunca hay nada que a mí, como persona joven que aporta a esta sociedad, encuentre del todo honesto. Y eso es una situación que me incomoda. Entonces, escucho, leo, veo las noticias, sé todo de todos los lados, escucho a uno y a otro, nunca me cierro en nada. No encontré algo que me guste del todo. Digo "Esto está bueno, esto está bueno, esto... hmmmm, qué polémico".

-¿Y cuáles son esas cosas buenas?

-A mí, lo que abarque a todos, al que menos tiene y al que más tiene -que es muy difícil de lograr en nuestra política o con los modelos que hemos tenido-, es lo que me parece que está bien. O por lo menos es el ideal. No encuentro alguien que me dé todo eso. Encuentro al que me da una parte, otro que me da otra. Somos de la grieta, por eso tanto chiste con la grieta y por eso está instalada en nuestro vocabulario. En la música lo hacemos, en el Boca o River... Somos todo el tiempo así. Pero pasa que la política es muy definitoria para todos. Me encantaría que llegue alguien con una impronta menos combativa entre sí y un poco más de propuesta real. Una propuesta que yo esté en mi casa, la escuche, y diga "Ah, mirá, qué clara esta propuesta". No suele pasarme... Es un poco abrumador, ¿no? Este país es una hermosura, me da mucha lástima que nunca estemos bien. Pero, bueno, uno siempre quiere lo mejor. Lo que las mayorías elijan, vamos por ahí. Confío en eso, después veremos los resultados, como siempre.

 

Situación bizarra

Un tatuaje especial

Cuando Página/12 le pregunta por la situación más bizarra que vivió en su carrera, el rostro de Lali cambia: "Me están pasando un montón de historias por la cabeza", dice. "Es que bizarro abarca muchas cosas. Románticamente hablando, bizarro es cantar con Serrat. Eso fue bizarro para mí. Real: estaba cantando y lo veía como una especie de holograma. Pensaba: '¿Este señor es Serrat?' Es que yo crecí con su música, mi madre es profundamente fanática. Me parecía bizarro estar ahí y después de que bajé del escenario me parecía que eso no había pasado. Pero bueno, después, bizarreadas pasan todos los días. Me pasó cuando era adolescente que se me acercó un chico que era como diez años más grande y me dijo que me quería, se expresó cual fan, y se sacó el buzo y tenía un tatuaje de mi cara ocupando casi toda su espalda. ¡Mi cara! Encima era un chabón medio de gym, un muchacho que tenía alta espalda, y yo le ocupaba desde un omóplato hacia abajo. Mi cara. Grande. No sé si con los años se la bancó o me tapó con un león, si ahora soy un sol celta o alguna cosa azteca, pero tenía mi cara muy gigante. Esas bizarreadas son las que no puedo creer. En el momento lo abracé, por supuesto, y le dije que estaba loco, pero con los años, cuando desmenuzo estas cositas que van pasando, no puedo creer que un tipo me quiera tanto como para tatuarse mi cara en la espalda. Muchas veces se tatúan frases de canciones y me parece algo bonito, porque en definitiva hice algo que para ellos tiene significado, pero la cara me pareció un montón.... Pero, bueno, le agradecemos, de todos modos".