En el debate presidencial observamos con preocupación y tristeza que personas que aspiran a gobernar la Nación Argentina, como son los casos de José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión, ponen a los derechos laborales de aquellos que tienen la suerte de tenerlos (poco más del 60% de las y los trabajadores) como el principal problema del empleo del país.

Para estas personas, las instituciones de trabajadores (sindicatos) que tienen la tarea de defender esos derechos laborales, de mejorarlos, de articular con el Estado las políticas públicas de empleo, producción, educación, etc, son el enemigo número uno. Como si fueran los trabajadores o sus sindicatos los que fijan o dolarizan las tarifas de sectores en los que la mano de obra no representa más que el 3 o 5% del costo total, como ser eléctricas, gas, combustibles, alimentos, endeudamiento a 100 años, la timba financiera que saquea una Nación.

Dos guerras mundiales, con millones de muertos y mutilados; con familias destruidas, nos trajeron las peleas entre grupos capitalistas de poder global. Hoy asistimos a una guerra comercial entre las principales potencias económicas mundiales, quizás piensen que es culpa de los trabajadores y sus sindicatos.

Lamentamos que haya personas que con absoluto cinismo y crueldad traten de persuadir a otros con la idea de que se mejora el empleo y sus derechos, quitándoles los derechos y el empleo a quienes lo tienen o aspiran a tenerlo, precarizando la vida de millones de personas y familias para que menos de cien familias vivan como reyes hiper ultra millonarios.

Julio Barroso

Secretario General del Sindicato Químico de San Lorenzo