Me resulta llamativo el énfasis que ponen algunos compañeros en el 40 por ciento que sacó Macri . ¿Qué se creían? ¿Que el inmenso poder mediático y económico se iba a retirar triste a acongojado después del aviso recibido en las PASO? ¿Que los más rancios estamentos donde se asienta la subjetividad gorila no iban a reaccionar?

Les sorprende que haya tantos capaces de votar a quien encabezó la peor administración desde el retorno de la democracia en el 83 (y de mucho antes quizás también), pero poco tiene que ver la lastimosa gestión de Macri en su poción electoral. Este cuarenta por ciento es el mismo que después del 2001 votó a Menem (23 por ciento) y a Lopez Murphy (17 por ciento) para que profundizaran la política neoliberal que nos llevó al infierno, como decía Néstor.Nosotros debemos abrevar de la victoria: ganamos. Ha sido un logro gigantesco que hace tan sólo cinco meses parecía poco menos que una quimera. Basta mencionar la epopeya histórica de Axel en Buenos Aires para hacer presente el halo invencible que María Eugenia “Heidi” Vidal ostentaba hasta que el pueblo de la provincia le hizo saber su categórico rechazo.

Desalojar a esta caterva de mafiosos del Poder político debe proveernos de la fuerza para reconstruir la Nación. Lo demás estaba descontado: ese cuarenta por ciento estará siempre, que nos sirva de advertencia para mantener la unidad. Se habla poco de la importancia que supone experimentar la victoria. Nuestra constitución subjetiva, que se funda en el trauma, nos hace mucho más proclives al sufrimiento que al disfrute, al éxtasis o sencillamente el placer. De allí que se suela interpretar como desaprensivo o poco prudente a quien se permite disfrutar la conmoción de la victoria, para no hablar de quienes en pleno logro de sus objetivos más anhelados experimentan una oscura sensación de culpa, tal como Freud bien tematizó en su texto Los que fracasan al triunfar

Destaco entonces la recomendación que Alberto nos envió al final de su discurso: a disfrutar. La tarea que nos espera es enorme y para llevarla a cabo resulta indispensable administrar la satisfacción. Es decir, encontrar las fuentes, los canales y los recursos para que en medio del esfuerzo esté la sonrisa, el brazo compañero y esa fuerza que sólo nace de la más íntima convicción. Quizás nos odian por eso: por la alegría que no nace de un marketing; por una sensibilidad que se transmite en lo cotidiano; porque aquello de que todo lo personal es político nos nace sin poses ni coachings; porque al hielo de la soledad le respondemos con el llamado al Otro; o porque ya sabemos que el resentimiento nos lleva a lo peor. Quizás nos odian por todo eso.

En un excelente trabajo titulado “¿Cómo de otro es el Otro en política y psicoanálisis?”, la psicoanalista Jelica Zumic Riha (1) destaca el amor al goce del Otro como punto donde el psicoanálisis se encuentra con la política. Allí donde la diferencia que encarna el prójimo es una oportunidad para interrogar, cuestionar o vaciar nuestros propios aspectos oscuros. Desde este punto de vista, no guardo expectativa alguna de que este cuarenta por ciento capaz de votar a una runfla de CEOS inescrupulosos cambie o revise su proceder, pero --en tanto formamos parte de la misma comunidad hablante--, sí considero que hay algo de ese odio y resentimiento que también habita en mi persona, y de lo cual por cierto sólo yo soy responsable. Quizás toda una oportunidad para acceder a ese “volver para ser mejores” que propuso Alberto durante la campaña.

Sergio Zabalza es psicoanalista.

1. Jelica Zumic Rika. “¿Cómo de otro es el Otro en política y psicoanálisis?”