A las puertas de una negociación dura pero inexorable con el FMI, el gobierno electo dispone de una herramienta valiosa para decir qué quiere y qué no quiere de ahora en adelante. El último informe producido por el Observatorio de la Deuda Externa de la UMET define al macrismo como “la fiesta de la deuda” y “una fiesta de la fuga de capitales”. Con un agregado: el macrismo no construyó un modelo neoliberal clásico, “pues no buscó compensar con exportaciones los resultados negativos de las balanzas comercial y de la cuenta capital”. Al contrario, “se sintió atraído por el flujo cómplice de capitales”. Lo que viene, al menos a nivel de metas, es un gobierno situado en la postura opuesta.

El ODE de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo está dirigido por el ex director del Banco Central Arnaldo Bocco. Las conclusiones de política económica y los datos surgen del vigésimo informe del observatorio, al que tuvo acceso Página/12.

“Gran estafa”

“Además de otros problemas, cuatro años de Cambiemos nos dejan la deuda externa como un problema complejo y difícil”, dijo el rector de la UMET Nicolás Trotta. “Porque además no es un problema que se pueda resolver de manera unilateral.” Según Trotta “Macri fue implacable y opaco con la deuda, la más cara y la menos necesaria de la historia”. Se trató de “una gran estafa que benefició a los aliados del Presidente: lo que ingresaba como carga simultáneamente salía como fuga de capitales”.

La opinión de Bocco es que la deuda fue tanto “el motor del modelo macrista” como la causa del derrumbe, y condujo al default. Si hay que buscar una causa de la inestabilidad económica en el período 2015-2019, esa causa es “el crónico desequilibrio de la balanza de pagos”, es decir la diferencia entre las divisas que entran y las que salen por todo concepto, incluyendo las importaciones, las exportaciones, los servicios y los intereses de la deuda. Además de desestabilizar la economía, la deuda empeoró la capacidad productiva y las condiciones de vida de los trabajadores.

Bocco dijo a este diario que la Administración Macri “se sintió atraída por la exuberante oferta de crédito internacional” a comienzos de la gestión y se movió en dos direcciones:

*Por un lado, Macri cerró las negociaciones con los fondos buitre, abrió la economía, dio ventajas a los amigos (las empresas de energía, por ejemplo) en los desajustes de precios y achicó la capacidad de producción hasta llegar a sectores con la mitad de las máquinas tapadas con lonas.

*Por otro lado promovió el endeudamiento público y benefició solo al negocio de una crema del agro, la energía, el petróleo, la minería, el gas y el negocio financiero. “Durante el primer período los acreedores externos y los fondos invirtieron en la Argentina sin límites, gracias a las altísimas tasas.” Ese período concluyó en marzo y abril de 2018, sostiene Bocco, “cuando las autoridades regresaron de Wall Street, donde actuaban como locales, con la espalda helada después de escuchar que los fondos no financiarían más sus excentricidades”.

Al margen de la fuga, el déficit generado por el turismo al exterior es calificado por Bocco como “alocado”, con una cifra superior a los cien mil millones de dólares.

Por la deuda “la Argentina es hoy más vulnerable y frágil”.

Todo lo agravó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, buscado y firmado después del colapso del primer semestre de 2018. A 15 meses del arreglo la deuda llegó a la cesación de pagos hacia el exterior y tampoco el Gobierno pudo hacer frente a la deuda interna, aunque estuviera contraída en pesos y no en dólares. La catarata resultante “llevó a una devaluación aún no controlada y a un retiro de fondos en dólares y en pesos que hicieron la crisis aún más dolorosa”.

Bocco resume la catástrofe en cinco carencias que usan la preposición “sin”. La economía quedó sin precios, sin tasas de interés razonables, sin ingresos garantizados, sin empleo y sin futuro previsible. La destrucción de capital productivo a tal escala “ni siquiera ocurrió en la dictadura”. Y tampoco transformó la economía argentina en un modelo que permita aumentar la recaudación de dólares por sus exportaciones. Fue todo al revés: el déficit generado por el pago de la deuda generó una presión alcista en el tipo de cambio y “fue la principal causa de la inflación”. Un círculo vicioso que, cuando se acabó la cajita feliz del endeudamiento externo, se convirtió en un ajuste salvaje.

Malos aires

El informe del ODE calcula que, al ritmo actual, cuando Macri termine su mandato la deuda pública se habrá incrementado en 87.990 millones de dólares. En relación con el Producto Bruto Interno, en octubre de 2015 representaba un 37,3 por ciento. A fin de este año ese porcentaje podría alcanzar entre el 89,9 por ciento y un 119,9 por ciento. La diferencia depende del valor final del dólar. Ése será el núcleo financiero de la herencia que recibirán Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

En cuatro años la fuga de capitales más el drenaje por turismo al exterior llegó a 114.127 millones de dólares. Si se añaden los intereses de la deuda la salida de dólares trepó a 152.050 millones.

La provincia de Buenos Aires es un capítulo especial. Ya se reunieron la gobernadora María Eugenia Vidal y el gobernador electo Axel Kicillof. Estos días entrará en funciones el equipo de transición integrado por Carli Bianco, Augusto Costa, Federico Thea y Agustina Vila. El informe del ODE les da una pista que podrán corroborar con el gabinete de Vidal. El 83,2 por ciento de la deuda emitida por el gobierno bonaerense se integra en divisas. Son 5.332 millones de dólares. Al momento de cualquier disputa jurídica se hará presente una dificultad: siete de cada diez títulos se rigen por legislación internacional y no argentina, de modo que los eventuales litigios se celebrarán afuera. El informe del ODE revela que entre 2020 y 2023, los años del mandato de Kicillof, la provincia de Buenos Aires tendría vencimientos por 10.030 millones de dólares.

Reinserción

Agosto de este año fue el mes más cruel. Se fueron divisas por 5.909 millones de dólares en simultáneo con la megadevaluación de un 33 por ciento. Desde 2003 que no ocurría un fenómeno similar.

Cuando hizo su balance, en los dos debates presidenciales, Macri subrayó la supuesta reinserción argentina en el mundo. También esa conexión parece haberse dado por el endeudamiento más que por cualquier otro factor. En el segundo trimestre de 2019 la deuda llegó a ser cuatro veces y media mayor que el monto de las exportaciones.

El riesgo también aumentó por el tipo de acreedor. En los últimos cuatro años el endeudamiento con los privados se multiplicó por cuatro. Naturalmente lo mismo ocurrió, después del acuerdo con el FMI, con la deuda contraída con organismos multilaterales.

La relación con el Fondo que deberá afrontar Guillermo Nielsen o cualquier otro negociador que Fernández designe se resume en estas cifras:

*Entre el arreglo inicial y la ampliación posterior suman 57 mil millones de dólares.

*El Fondo ya desembolsó casi el 80 por ciento: 44.600 millones de dólares.

*El último desembolso, de 5.400 millones de dólares ocurrió el 16 de julio último. Tres semanas antes de las PASO.

*Quedó en suspenso el desembolso de 5.400 millones de dólares programado para después de las PASO, en septiembre.

Desde enero de 2018 que la Argentina no emite nuevos bonos soberanos en moneda extranjera. Solo amplió las emisiones ya realizadas, en parte con el objetivo de que fueran recompradas. Pero en agosto hasta tuvo que anular esas operaciones de recompra y el Estado casi cerró las vías de financiamiento externo.

Es interesante observar en el reporte del ODE la deuda tomada por el sector corporativo. Entre tres empresas se repartieron 548 millones de dólares de endeudamiento solo en los últimos 15 días de junio de 2019: John Deere Credit Compañía Financiera, Meranol e YPF. En julio se agregaron Pampa Energía, Cresud, Telecom, YPF Energía Eléctrica y Vista Oil & Gas Argentina. En agosto fue el turno de Generación Mediterránea, Vista Oil otra vez y Petroagro.

El ODE marca la combinación de volatilidad financiera y desconfianza por parte de los inversores. Define la situación resultante como un “combo explosivo” y describe sus componentes de este modo: “Desregulación del mercado cambiario, apertura irrestricta a los capitales financieros, endeudamiento masivo e irresponsable, bicicleta financiera, recesión autoinfligida, ajuste, crecimiento del desempleo y pobreza”.

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