En estos días, el golpe de estado en Bolivia intenta institucionalizarse. Por otro lado, se sostiene y crece la resistencia popular, especialmente en lugares como El Alto. Ustedes que están participando de la resistencia ¿Cómo viven estos momentos y cómo analizan la coyuntura?

Es impresionante lo que ha pasado en estos días. El 11 de noviembre ha comenzado un toque de queda, ordenado por la policía y las fuerzas armadas. Desde ahí eso les da la carta libre para disparar, y han estado rompiendo los cortes de ruta, los bloqueos organizados desde los movimientos populares, los han estado rompiendo con balas. Tenemos cinco compañeros asesinados ayer, una niña y un compañero asesinados antes de ayer. Hay militarización en La Paz y en El Alto, la policía está disparando para desbloquear.

En un Congreso sin quorum, ilegalmente, ilegítimamente, han nombrado a una presidenta de facto, Jeanine Añez. Después de eso han mandado radicalizar la represión de las Fuerzas Armadas y no han dejado entrar al Congreso a legisladores y legisladoras del MAS. Desde el martes por la noche han detenido a decenas de compañeras y compañeros en Cochabamba, en municipios indígenas y rurales de Santa Cruz, en El Alto, La represión intentar parar la reacción frente al golpe,

¿Qué legitimidad tiene la decisión de nombrar a esta presidenta?

La sesión del Congreso es ilegítima, porque no tenía quorum. Además porque no pueden asistir los diputados y senadores del MAS, porque están perseguidos, amenazados, tienen familiares detenidos, secuestrados. Recién golpearon y gasificaron a la senadora Adriana Salvatierra, presidenta del Senado, que intentaba ingresar al Congreso.

Jeanine Añez, quien asumió la presidencia del golpe de estado, es una diputada de la ultraderecha, que desde antes del 2008 está vinculada a los grupos cívicos, y a la organización armada, la Unión Juvenil Cruceñista. Ella muchas veces públicamente ha expresado su indignación de vivir en este país, lleno de “indios”, de “ignorantes”. Es una diputada abiertamente fascista, racista. Viene de las familias terratenientes, acostumbradas a tener peones y sirvientas indígenas. Es la presidenta que ha puesto este golpe de estado con los militares y policías al lado, y la Biblia en mano. El fundamentalismo juega un rol importante en este golpe.

 ¿Es una opción que asuma Adriana Salvatierra en el Congreso?

Hay dos dimensiones del conflicto. Por un lado las organizaciones sociales, que hemos decidido la movilización y el corte de rutas permanente. Así es como pensamos resistir frente a este golpe. Por otro lado está la legalidad. El Congreso no tenía quorum, no ha tratado la renuncia de Evo y de Alvaro. Adriana Salvatierra nunca ha renunciado por escrito.

¿La represión no ha hecho retroceder la movilización popular?

No. Por un lado está la ciudad militarizada, pero la fuerza fundamental del proceso de cambio está en las comunidades indígenas, originarias y campesinas, que son las que se han convocado y están marchando hacia La Paz. Ayer más de 15 mil personas hemos cercado la Plaza Murillo. Tenemos experiencia en enfrentar a los militares. La represión no ha logrado disminuir la intención de resistencia. Más bien lo que hace es aumentar la indignación.

¿Cómo analizan las responsabilidades del golpe de estado?

Obviamente las intenciones del golpe venían desde el comienzo del proceso de cambio. En el 2008, el 2012, la propia Asamblea Constituyente termina con compañeras perseguidas, golpeadas, por estos grupos empresariales que ya intentaban dar un golpe de estado. Cuando se refunda este territorio como Estado Plurinacional, se define una confrontación que iba a derivar en esto.

Pero en este momento se sumó que Evo Morales no estaba habilitado a presentarse a elecciones.

Para analizar las responsabilidades también, los errores, la Constitución no permitía a Evo repostularse. Nosotras hemos sido firmes en ese cuestionamiento. Creíamos que era importante dar paso a otras y otros dirigentes. Sin embargo, lo decimos desde una ética de las organizaciones, una ética política, no porque creamos en la lógica de la democracia liberal. Porque del otro lado tenés a Carlos Mesa, que fue vicepresidente de Gonzalo Sanchez de Lozada, un genocida, coautor de la Masacre del Gas ¿Cómo si un genocida va a las elecciones, no puede repostularse alguien por cuarta vez?

¿Cómo aparece en escena Fernando Camacho, que ni siquiera había sido candidato?

El otro autor del golpe es el grupo de derecha fascista encabezado por el Comité Cívico de Santa Cruz, donde está Luis Fernando Camacho. Es una instancia que inventan los empresarios para participar en decisiones, en la elaboración de leyes para defender sus intereses. Representa a los empresarios, oligarcas, a los terratenientes, socios de las transnacionales, del Oriente boliviano. El Oriente boliviano está tomado por los terratenientes, que han obtenido sus tierras del regalo de la dictadura, y que han sometido ahí a los pueblos indígenas, a migrantes aymaras y quechuas, para su servicio. Luis Fernando Camacho está vinculado a los carteles del narcotráfico. Es hijo de un paramilitar que ha estado al servicio de la dictadura. Representa a los empresarios, la Iglesia, al peor fundamentalismo del país. Cuando entra al Palacio de Gobierno impone la bandera, la Biblia y convoca a una Junta cívico militar, donde estarían militares, y personajes “notables”, que son ellos.

Además es un golpe financiado por los Estados Unidos, y por países cercanos. ¿Cómo es que Potosí, que tiene frontera con Argentina, de pronto aparece armado, financiado, absolutamente movilizado? Días antes estuvo ahí la hija de Trump. ¿Por dónde han entrado las armas? Lo mismo que el sector del Oriente, que está en la frontera con el Brasil, que aparecen armados, financiados, movilizados. Hay una complicidad de Trump, pero también de Macri y Bolsonaro.

Hay sectores políticos y académicos que no nombran este momento como un golpe de estado ¿Por qué lo caracterizan así?

Primero, porque se ha buscado la desestabilización social, política, sembrar terror con grupos armados en diferentes lugares con armas de fuego, cascos, escudos. Se ha articulado a grupos universitarios, paraestatales, paramilitares, fascistas, racistas, como la Unión Juvenil Cruceñista. Sembrar el terror, desestabilizar políticamente, aliarse con la policía que se amotina y después con los militares. El golpe de estado es también un golpe a las mujeres, a las organizaciones sociales.

Como Feministas Comunitarias Antipatriarcales ¿qué valoración hacen del gobierno de Evo?

Hemos sido parte de este proceso de cambio, lo hemos construido. Se ha parido este feminismo en el proceso de cambio. Los principales debates han estado en la Asamblea Constituyente. Lo plurinacional, el reconocimiento de los pueblos, el ejercicio de nuestra autonomía, de nuestra autodeterminación. Hoy hay autonomías originarias, indígenas, campesinas. Con muchas limitaciones, sí, pero se están construyendo, se está haciendo el camino de la reconstitución del territorio, que era lo que queríamos como pueblos. Las cosas que dice la Constitución: el estado de base comunitaria, la economía comunitaria. El artículo 338, que habla del trabajo impago de las mujeres, que el trabajo del hogar produce riqueza, y debe ser contabilizado en las arcas del Estado. Esos debates se han traducido en leyes, en programas, acciones concretas.

Sin embargo, también hay críticas al gobierno de Evo Morales en relación al extractivismo ¿verdad?

Principalmente en el área económica tenemos las críticas. No se ha transformado la matriz capitalista del sistema, no se ha afectado a los intereses de los empresarios, de los ganaderos, de los madereros. No ha habido decisión política para nacionalizar la minería, que era uno de los pedidos que hacíamos.

Otro problema es que a pesar de promoverse la descolonización, no habíamos profundizado el racismo. ¿Por qué? Porque el racismo es un ejercicio de privilegios. La forma de acabar con el racismo, era acabar con esos privilegios que vienen del mundo económico principalmente. Los privilegios que tienen los oligarcas, los terratenientes, no se han afectado como hubiera sido necesario.

¿Se puede, como feminista, defender a un presidente al que se caracteriza como machista?

Como feministas tenemos muchas críticas a Evo Morales, por su machismo. Pero hay algunas feministas que se quedan solo en eso. ¡Por favor! Lo sabíamos desde antes.

Lo que estamos discutiendo es que no podemos dar paso al fascismo fundamentalista. Entendemos que tener un presidente en el cual nos miramos, no es lo mismo que tener un presidente blanco, empresario, oligarca… como Macri. Entendemos la diferencia en el cuerpo, no solo racionalmente.

Por eso hoy se plantea la pugna entre feminismos burgueses, blancos, clasemedieros, académicos, y el feminismo comunitario. Por blanco, burgués, me estoy refiriendo específicamente a las feministas que intervienen desde sus privilegios, desde su clase, desde su casa cómoda. Feministas que no están en la barricada, sino en la performance, o en sus escritos y declaraciones. Primero se han pronunciado denunciando el fraude, sin cuestionar que Carlos Mesa, el otro candidato, es un genocida. En medio de las movilizaciones, han planteado esta disputa como un enfrentamiento de machos, sin mirar el racismo. Para continuar, han deslegitimado nuestras denuncias de racismo, diciendo que hablar de racismo era una campaña que estaba haciendo el gobierno. Nos están golpeando con esa deslegitimación. Son feministas que no miran más allá del Estado.

¿Qué pierden las mujeres y el pueblo con este golpe?

Este golpe es para escarmentar al gobierno de un indio, y poner seguramente una junta militar integrada por militares y personajes notables. Es contra el gobierno indígena, originario, acompañado de las organizaciones campesinas y los movimientos sociales. Es un escarmiento para que no se nos vuelva a ocurrir que es posible vivir fuera del capitalismo, que el vivir bien pueda ser una posibilidad, que no se nos vuelva a ocurrir la autodeterminación, que podamos autogobernarnos, autoorganizarnos. Para que aceptemos este sistema capitalista, neoliberal, patriarcal, colonialista. Ése es el mensaje.

¿Cómo crees que puede cambiar la vida de las comunidades indígenas, originarias? Especialmente en el caso de las mujeres.

Va a haber un retroceso absoluto en todos los derechos logrados. Ya se habla que se van a derogar leyes, como la Ley 348 que asegura una vida libre de violencia, que reconoce el feminicidio, una ley con la que nunca han estado de acuerdo los fascistas. Se va a ir en contra de los derechos conquistados, de estos logros simbólicos y reales. También se van a atacar las universidades indígenas. En este proceso de cambio, y no en otro, y por la lucha de las organizaciones sociales, tenemos universidades indígenas, donde van jóvenes que estudian lo que necesita su comunidad, y que después de estudiar eso vuelven a servir a su comunidad. No universidades que producen empresarios y desclasados para el mundo, como son las universidades en las ciudades. Lo que perdemos es la posibilidad de haber hecho este proceso de transformaciones con el acompañamiento del Estado. Pero no perdemos la esperanza. No perdemos la convicción, no perdemos los sueños, no perdemos la urgencia de hacer otro mundo posible. Es mucho más difícil en un estado fascista, pero nosotros, nosotras, vamos a seguir haciéndolo.

¿Qué necesita el pueblo en resistencia de los pueblos de otros territorios?

Nuestra convocatoria, hermanas y compañeras, es la confianza en la palabra nuestra, porque la información que está circulando es que aquí no hay ningún golpe, que todo está bien. Lo cierto es que están los militares y los policías apoyando a los golpistas, amedrentando a las organizaciones. Esto es un golpe. Necesitamos que lo digan. Necesitamos que compartan nuestra indignación, nuestro dolor, y que compartan también nuestro miedo, frente a lo que están generando estos grupos armados. Nuestra convocatoria es también a cuestionarnos como feministas. Este análisis reducido de pensar que todos son los mismos, que el Evo era lo mismo que los otros, o que es solo una disputa entre machos, no nos deja ver cómo disputa el patriarcado, el capitalismo, las variables económicas, coloniales, del sistema. No nos deja ver que con el fascismo no se dialoga. El fascismo no escucha. El fascismo no retrocede. El fascismo elimina. Con las humillaciones están tratando de eliminar nuestras luchas. Las convocamos a denunciar esto, y a construir un feminismo que sea comunitario, popular, piquetero, desde estos territorios, que no esté más allá del bien y del mal, que no sea funcional a la derecha finalmente.