Ganadora del Oso de Oro en la más reciente edición del Festival de Berlín, Sinónimos termina de consolidar al cineasta israelí Nadav Lapid como una de las voces más personales del cine contemporáneo. Filmada en París y protagonizada por un debutante de asombrosa actuación, Sinónimos, estrenada la semana pasada en la Argentina, es la tercera película de este realizador nacido en Tel-Aviv en 1975. Las dos anteriores pudieron verse en el país, tras rutilantes presentaciones en el Bafici. Su ópera prima, Policeman, se estrenó en 2013, luego de ganar los dos premios más importantes del festival porteño en la temporada anterior: el de Mejor Película y Mejor Director. Dos años más tarde se conoció La maestra de jardín, por la que Lapid había vuelto a llevarse el galardón al Mejor Director en el festival municipal.

Sinónimos gira alrededor de un personaje tan extremo como traumatizado, un joven que tras cumplir el servicio militar abandona su país, en viaje a una nada a la que deberá llenar de contenido. La actuación del debutante Tom Macier, con antecedentes como yudoka y bailarín, se considera consagratoria. En la siguiente entrevista Lapid habla sobre el factor autobiográfico, su relación con Israel, el valor de la palabra en el cine, la concepción de la cámara como un órgano físico, la idea del cuerpo como depositario de la identidad y su adoración por Héctor, el personaje de La Ilíada.

--Alguna vez comentó que sus películas previas tienen un fuerte sesgo autobiográfico. ¿Es también el caso de ésta?

--En buena medida. Hice la conscripción en mi país, combatí en el frente de batalla y un año más tarde tuve el deseo de irme y no volver nunca más. Me tomé un avión y aparecí en París, sin ningún plan ni amigos ni parientes ni nada. Lo único que sabía era que quería morir como israelí y renacer como francés. Y me puse a aprender el idioma, obsesivamente. Leía diccionarios, iba por la calle diciendo palabras en francés, buscándole sinónimos a las palabras. En tal caso, Yoav está más amargado de lo que yo estaba.

--Tom Macier, el protagonista, está increíble. Sabemos que es su primera actuación. ¿Cómo dio con él?

--Durante la prueba de casting, un asistente mío le dijo que hiciera algo que nos encantara. Durante un segundo, dudó. Enseguida encontró una foto tamaño natural de una mujer detrás de unos cortinados, y comenzó a susurrarle y a cantarle una canción de amor de Edith Piaf. De pronto comenzó a rodar con ella por el piso. ¡Era increíble! Muy intenso. Dijimos “Guau, qué bueno”. En ese momento interrumpió toda la actuación y volvió a pararse frente a nosotros, con toda seriedad. Así es él. Puede pasar de cero a 300 en un segundo. Es lo que hace en la película.

--Sinónimos consiguió apoyo del Ministerio Israelí de Cultura y Deportes. Es raro. Israel no sale muy bien parado de la película…

--Una persona que conoce cómo se manejan estos organismos me aconsejó hacer una presentación donde la película apareciera como patriótica. “Tal vez podrías presentarla como la historia de un soldado que sufre estrés postraumático en el campo de batalla, huye a Francia pero finalmente comprende que no hay mejor lugar que el terruño”, me dijo. ¡Y no era falso, la película podía ser vista de esta manera! Cuando me preguntan si la película es antiisraelí yo señalo que el protagonista es una persona deseada, sensual, sexy y amado por la cámara. Y es israelí. O sea que tan antiisraelí no puede ser la película.

--Las palabras son esenciales en la película. ¿Qué opina del uso de la palabra en el cine moderno?

--Suele plantearse una dicotomía entre películas “de acción” y películas “dialogadas”. Yo no estoy de acuerdo. Y tampoco estoy de acuerdo con los que dicen que las palabras no son un buen material cinematográfico. Son un material más, en un mundo hecho de cuerpos, movimiento, música… A veces se trata de palabras verdaderas y otras veces son falsas, vulgares, sublimes. Las palabras tienen sentido y también tienen música, de acuerdo a cómo habla cada uno.

--Por su conducta, Yoav da la impresión de sufrir de stress postraumático. ¿Pero a causa de qué?

--Creo que el trauma es su propia identidad, más que algo concreto. Desde ya que ese trauma está relacionado con el ejército, con el servicio militar. Pero es la vida en su totalidad la que lo ha traumatizado. Su vida personal y su vida como israelí. Él odia ser quien es, y por eso intenta dejar atrás por completo su existencia pasada y abrazar una nueva vida.

--La narración de Sinónimos es muy episódica. ¿Por qué?

--Tal como lo veo, la existencia se arma a partir de una serie de acontecimientos, y la suma de esos acontecimientos compone una melodía. La película no tiene una línea dramática tradicional, y sin embargo es una narración que va de la A a la Z. Su relato es sencillo: Yoav llega a un lugar que él piensa que va a ser su salvación y encuentra que no lo es. Aunque la estructura narrativa no sea clásica, la película es un único movimiento, o melodía, incluso aunque admita un centenar de variaciones.

--La estética, el encuadre y el trabajo de cámara son muy distintos a sus películas previas. ¿Qué lo llevó a cambiar de esa manera?

--Me pareció que la cámara debía estar en consonancia con las emociones de cada escena. Quiero decir: ¿cómo puede ser que el personaje esté agitado y la cámara se mantenga impasible? Las escenas en las que Yoav camina interminablemente, por ejemplo, fueron filmadas con otra cámara, porque era necesario que el camarógrafo sintiera la emoción del personaje, para pasar esa emoción a las imágenes que estaba filmando.

--Hay una fuerte presencia del cuerpo en la película. ¿Por qué?

--Yoav viene huyendo de Israel, e Israel son también las palabras del idioma hebreo. Por eso él se niega a seguir hablando en hebreo. Y maltrata a su cuerpo por la misma razón, porque su cuerpo también lo conecta con el país de donde viene. Entonces se congela casi hasta la muerte, pasa hambre, se prostituye. Pero el cuerpo resiste y vuelve a traer las palabras hebreas a su boca.

--El erotismo también tiene mucho peso.

--Cuando pienso en el deseo me guía la idea de que todos tenemos un cuerpo. Trato de crear películas en las cuales la muerte esté tan presente como el sexo, a cada instante. No se trata de pensar en una película que tenga escenas de sexo, se trata de tener presente que somos animales sexuales.

--La primera parte de la película es, podría decirse, más “teatral”, mientras que la segunda tiene más acción. ¿Por qué se la planteó de esa manera?

--Creo que la primera parte tiene un tono más o menos constante, mientras que luego hay un momento en que él comprende que estuvo huyendo de sus demonios israelíes para hallar los demonios franceses, y a partir de ese momento la acción se hace más rápida.

--Sinónimos contiene algunas referencias a La Ilíada. ¿Qué es lo que las motiva?

--De niño yo admiraba a Héctor, al punto de disfrazarme como él en carnaval. Mis padres escondían el libro para que yo no me enterara de su final. Israel es un país obsesionado con la victoria militar, debemos ganar todas las guerras. Pero mire Francia: perdió un montón de guerras y ahí está. Héctor no sólo pierde ante Aquiles, él fue derrotado por la propia muerte, ya que ningún héroe puede derrotar a la muerte. Esto es algo que Yoav entiende, pero Israel no: mi país está preso del mito del héroe vencedor, sin advertir que la muerte es más poderosa que cualquier héroe.

 

Introducción y traducción: Horacio Bernades