El costo de alquilar puede representar hasta el 50 por ciento de los ingresos de un inquilino. Surgen nuevas estrategias para sobrellevar las dificultades de acceder al alquiler: vivir en condiciones de hacinamiento, compartir una vivienda, mudarse más lejos o volver a la casa familiar. Hay un escaso interés del mercado en cubrir la demanda de alquileres en la población de medianos y bajos ingresos. El acceso a la vivienda en las ciudades se da de manera creciente por medio del alquiler y, al mismo tiempo, aumenta el déficit habitacional. Estas son algunas de las conclusiones del estudio "Diagnóstico de alquileres Sociales", llevado a cabo por la Secretaría de Vivienda de la Nación y la consultora Hábitat para la Humanidad.

El trabajo está elaborado en base a cuatro centros urbanos: Salta, Rosario, Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires, en base a entrevistas con inquilinos, propietarios, inversores, funcionarios públicos, agrupaciones de inquilinos y académicos. Entre las cuatro ciudades hay similitudes y diferencias en cuanto a las condiciones en el mercado de alquiler. El porcentaje de los ingresos destinado al alquiler es como mínimo del 25 por ciento en los sectores medios y puede alcanzar el 50 por ciento en los sectores bajos. El mercado carece de datos oficiales y hay una ausencia total de indicadores y registros, consigna el documento.

Una de las problemáticas que se observa en las distintas ciudades son las situaciones abusivas en los contratos. En Rosario se identificaron cláusulas abusivas como intereses que se aplican a los contratos o eximición de responsabilidades por parte de los dueños. En Mendoza, se pide el pago de gastos que no corresponden a los inquilinos o el cobro de comisiones inmobiliarias excesivas.

Cada centro urbano tiene sus propias problemáticas. En Salta, hay un mercado desajustado entre la demanda y la oferta de viviendas para alquiler para los sectores medios y bajos, por la brecha entre el valor del alquiler y los ingresos de la población, pero también por los requisitos excesivos, como pagos adelantados o imposición de condiciones discriminatorias. Además, se detectaron nuevas estrategias para sobrellevar las dificultades para acceder al alquiler: familias en condiciones de hacinamiento, alquiler en habitaciones de casas, extensión del tiempo de permanencia en la vivienda familiar, mudanzas a localidades más alejadas. “Estas estrategias no son gratuitas, repercuten en las condiciones de vida de quienes se encuentran expuestos”, establece el informe.

En Rosario apareció como una cuestión conflictiva el pago de las expensas, por los altos montos, y por la falta de claridad respecto de a quién le corresponde cada ítem. Además, en el último semestre se incrementó la rescisión de los contratos por un incremento en el nivel de morosidad. Para resolver este conflicto habitacional, se recurre a estrategias como inquilinatos, donde no hay contratos legales, viviendas compartidas, departamentos con gastos compartidos, o el retorno a la vivienda familiar de origen.

A las problemáticas mencionadas, en Mendoza se suma la cantidad de requisitos de ingreso, que no están estandarizados. El estudio también señala que el momento de la finalización del contrato es “sensible”, ya que no suele haber acuerdo entre propietario e inquilino respecto de las condiciones de entrega de la vivienda al finalizar el alquiler.

Inquilinos porteños

Los inquilinos de la Ciudad de Buenos Aires no son ajenos a las problemáticas que se evidencian a lo largo del país. Si bien el crecimiento poblacional se encuentra estable en la Ciudad, aumentó el déficit habitacional. Según el informe, esto se debe a las fuertes alzas en los precios, la concentración de la oferta para sectores de altos ingresos, la presencia de una proporción de viviendas desocupadas y el crecimiento de hogares con menor cantidad de habitantes. “Son más de 650 mil los habitantes en situación de emergencia habitacional”, detalla el documento.

En la Ciudad, el 53,2 por ciento de los hogares es inquilino y sólo un 19,3 por ciento es propietario de vivienda y terreno. En los últimos 14 años, creció la proporción de hogares inquilinos, mientras que los hogares propietarios cayeron. Pero el dato más alarmante es el de viviendas vacías. La tasa de vacancia es del 9,2 por ciento de los usuarios residenciales. “Existe una cantidad de viviendas vacías suficiente como para que represente un problema que puede contribuir a la falta de acceso a una vivienda”, dice el estudio. Según el último censo, el 6,3 por ciento de los hogares necesita una nueva vivienda y el 5,3 por ciento vive en condiciones deficitarias.

Otro de los datos que agrega el informe es que el alquiler informal en villas se consolidó en los últimos 10 años como única alternativa para las franjas de más bajos ingresos de la población, y como una oportunidad de captación de renta para quienes pudieran producir dicha oferta informal.