“Son las mujeres de donde vengo: mi mamá, mis abuelas y mis bisabuelas”, explica Iván Noble acerca de las fotos que ilustran la tapa de su más reciente disco, Mujer & ego (2019), que presentará este sábado 7 de diciembre en el Teatro Opera (Av. Corrientes 860) a las 20:30.  A contramano de lo que se podría suponer, el sucesor de Perdido por perdido (2016) no es una consecuencia del signo de esta época. “La explicación es mucho más estética que política. Desde hace tiempo, tenía ganas de hacer un disco de canciones ajenas. Si bien siempre incluyo uno que otro cover, en este caso tenía ganas de fuera todo así. Era una forma de descansar de mis propias canciones, que me tenían un poco aburrido. Cuando empecé a demearlo, invoqué la música que escucho y con la que crecí, como Joaquín Sabina o Charly García. Pero la tengo tan incorporada que me era difícil ponerle una impronta personal. Sin embargo, al momento de reinterpretar temas hechos por mujeres, se me complicaba más. Incluso desde lo melódico”.

-¿Qué te llevó a decidirte por hacer un disco de covers conformado exclusivamente por canciones interpretadas por mujeres?

-Si bien estamos habituados a escuchar canciones de hombres interpretadas por mujeres, al revés no es tan frecuente. Cuando hice los primeros demos, que eran los de Shakira (“Moscas en la casa”) y Natalia Lafourcade (“Para qué sufrir”), decidí hacer todo el disco así. Pensé que sería un buen desafío como intérprete desmarcarme de mi propia historia e impronta. Así que no es una oda al feminismo sino que se trata de un repertorio de canciones de mujeres hechas por un tipo. Aunque no descarto que el espíritu de la época haya influido.

-¿El juego de palabras del título no podría entenderse también como una provocación?

-Terminó siendo un chiste. Durante muchos años, cuando era muy joven y tuve una banda, fui catalogado como el cantante de rock que aparece con chicas en las revistas. Era una especie de cliché. Ahora que soy un hombre mayor, quise deconstruir la palabra mujeriego. Y además es un disco que parte de la mujer. Para hacer temas ajenos, hay que sacarse el ego de encima y entender que esas canciones pueden ser mejores que las tuyas.

-¿En qué se basó la selección del repertorio?

-No quería que fuera un disco de rock. Y el denominador común es que envidio esas canciones. Me hubiera gustado haberlas escrito yo. Crecí escuchando los discos de María Elena Walsh, pero sobre todo sus temas para niños. “Canción de caminantes” es de 1983 y tiene que ver con otro momento de la historia, aunque sigue siendo muy actual. Con Celeste Carballo, por otra parte, tengo un anclaje emocional muy grande. Cuando empecé a consumir rock argentino de adolescente, tenía en vinilo su disco Me vuelvo cada día más loca (1982). Ahí hay un dueto con David Lebon, en “Una canción diferente”, que intenté rescatar esta vez con Soledad (Pastorutti). A ella la invité porque no quería que la cantara alguien que fuera del rock.

-Hace un rato mencionaste que lo habitual es escuchar temas de hombres cantados por mujeres. En ese sentido, en el repertorio despunta “Que te vaya bonito”. Pese a que su autor es José Antonio Jiménez, ¿por qué te basaste en la interpretación de Chavela Vargas?

-También es el caso de “¿De qué se ríe?", que está también entre las canciones del disco.

-Pero ése es un poema de Mario Benedetti, no una canción…

-Es que a Chavela la escuché mucho en mi vida y tuve la suerte de verla en vivo en Buenos Aires. No te miento si te digo que fue uno de los tres shows más increíbles que vi. Tenía en mi cabeza la versión de ella, no la de Jiménez o la de Luis Miguel.

-Mientras que Chavela Vargas cantó sobre el desamor, Shakira es quizá más festiva. ¿Mediste el equilibrio de la intensidad lírica al momento de armar el repertorio?

-No me detuve tanto ahí. Pensé más en que son canciones que envidio, que era otro título posible. Como compositor y lector de literatura, el desamor, los desencuentros, los destiempos y todo lo que tenga que ver con la melancolía en general son tópicos que me gustan y que siempre me convocan. Así que probablemente también tenga que ver con eso.

-¿Se te ocurrió que Mujer & ego podría ser una buena vitrina para visibilizar a una cantante joven y nueva en el ambiente?

-Loli Molina (de ella versionó “Las cosas que se quedan en vos”) sería ese caso. Si bien vive en México, es relativamente nueva para el conocimiento popular. Hubo cantantes que conocí a partir de ir a buscar repertorio, aunque al final no quedaron. La idea era que fuera un disco más o menos compacto. No me gustan tan largos porque no creo en la atención y en la dedicación para escucharlos. Me parece que estaban bien estas 11 canciones.

-La que vive en Argentina es la mexicana Julieta Venegas. ¿Tuviste chance de hablar con ella o de que te hiciera una devolución del cover que hiciste de “Me voy”?

-Tuve devolución de su parte. Fue muy generosa y amable. Lo que me dijo fue lindo. Lo mismo con Loli, con Celeste Carballo y con Natalia Lafourcade, que publicó un tuit bastante generoso. Todas las personas a las que les pude acercar la versión me hicieron una devolución maravillosa y lo agradezco.

-¿Por qué no incluiste u na canción de algún artista anglosajón?

-Mi inglés es un horror y tendría que haberla adaptado al castellano. A primera vista, se me iba a complicar. Además, sobraba material hispanoparlante para hacerlo. Si fuera un poco más arriesgado, hubiera elegido a Joni Mitchell o Aimee Mann, quien me parece una mujer increíble y una cantautora tremenda. Pero empezamos por Iberoamérica.

-¿Pensás que este disco puede significar una nueva oportunidad para tu internacionalización?

-Muy poco. Mi historia es casi de cabotaje. Salvo por Paraguay y Uruguay, ni siquiera en la época de Caballeros de la Quema tuve un recorrido internacional. En su momento, no me interesó mucho; después sentí que estaba un poco grande. Tampoco tuve mucho apoyo de la compañía discográfica al respecto.

-¿Estás seguro de que no trascenderá?

-La verdad es que no lo sé y no depende mucho de mí. Estas cosas tienen más que ver con las movidas de las compañías discográficas. Hablando en criollo, nunca me dieron mucha bola para editar mis discos afuera. Ahora hay otras formas para que la gente te escuche, con las redes y las plataformas digitales. Sin embargo, tengo 52 años y no me gusta viajar lejos. Si sucede, bienvenido. Y si no, seguiré haciendo la misma carrera.

-¿No le caerá mal esto a tu sello?

-No pasa nada. A las compañías no les duele mucho lo que dicen los artistas.

-¿Y por qué no seguís de forma independiente?

-Estoy cómodo en el sello. No tengo quejas, excepto ésta. Tampoco presioné para tener una carrera internacional. Me parece que para gestionarse de forma independiente debe haber un carácter o un temperamento más empresarial que el que tengo yo. Prefiero dedicarme a hacer canciones y grabarlas, y que los discos los paguen otros.

-En tu caso, ¿de qué depende la salida de un disco?

-Depende de mis ganas. Nunca estuve apurado, ni me apuraron. En Mujer & ego demoré un año porque me evité el proceso de composición. Cuando le ponés tu impronta, dura un tiempo más largo.

A casi dos décadas del inicio de su carrera solista, Iván Noble ya sacó varias conclusiones acerca del camino que eligió. “Desde que me abrí de mi antigua banda, entendí que, salvo en el caso de los muy consagrados, en la Argentina son más trabajosas las carreras solistas que la de los grupos. Sobre todo porque no tenemos esa mística o ese ritual”, afirma el músico, que en 2003 puso a la venta su primer trabajo unipersonal: Preguntas equivocadas. “Este año volví a cantar en Caballeros, luego de mucho tiempo, y el estadio estaba lleno (se refiere al show que el grupo ofreció en junio pasado en el Malvinas Argentinas). Pero la música que hago solo la disfruto más en teatros que en lugares al aire libre. Soy anfibio, puedo adaptarme tranquilamente. Me encanta esa cosa más guitarrera o del piano. No se me va la vida en ser un artista multitudinario. Ya pasé por ese lugar y estuvo buenísimo mientras duró. Ahora estoy para algo distinto. Sin embargo, los eventuales encuentros de Caballeros tendrán ese rango”.

-Si la vuelta de Caballeros de la Quema en 2017 fue una linda anécdota, los shows que dieron este año, que coincidieron además con la celebración de las tres décadas de la fundación del grupo, se convirtieron en una fiesta. ¿Lo viviste de esa forma?

-Volvió a pasar lo mismo que hace dos años. Superó las expectativas. Primero las emocionales y luego las musicales. Los shows fueron mejores ahora que hace 20 años. Una vez que una banda se separa, siempre quedan cicatrices más o menos profundas. Pero en los recitales que dimos en los últimos años, que fueron tres, eso quedó sepultado. Nos gustó mucho volver a ensayar y tocar. La próxima reunión será en Cosquín Rock, en febrero. Cada vez que haya la oportunidad de hacerlo, lo haremos. No seremos una banda en actividad permanente. Lo mejor que le puede pasar a un grupo es tocar cuando tenga ganas. Brindaremos un show ocasionalmente, y al terminar nos daremos un abrazo y nadie sabrá nada del otro hasta la próxima oportunidad.

-¿No es un vínculo muy impersonal?

-Durante muchos años no quisimos vernos. Hubo tres ofrecimientos antes de 2017 y, por lo menos yo, no tenía ganas. Cuando sucedió, con algunos reparos y mirándonos con desconfianza, propusimos ensayar tres veces. Si la pasábamos bien, seguíamos. Y al segundo ensayo nos divertimos y sonaba mejor de lo que esperábamos. Las canciones que elegimos todavía nos quedaban bien y eso volvió esta vez. El único combustible fue ése: las ganas. Aunque, por supuesto, no fuimos a tocar gratis.

-¿Extrañás algo de aquella época?

-No extraño nada en particular. Las épocas de bandas de rock son más divertidas porque tiene ese componente de trotamundos, aparte con una cosa de juvenilia que es muy divertida a los veintipico. Recrear eso a los 50 es caricaturesco. Estuvo bien como sucedió esta vez. Por lo que le aconsejaría a cualquier pibe que tenga 20 años, si es que alguno aún escucha rock, que disuelva su proyecto a los 40.

-¿Y qué pensás que escucha un pibe de 20?

-Escucha trap todo el tiempo. Te lo digo porque es lo que consumen mi hijo y sus amigos. Empecé a entender por qué genera el entusiasmo que provoca. Yo vengo de otra formación y de otra información. No quiero ser un viejo sentado en la vereda diciendo que todo lo de ahora es una porquería. No me parece, más allá de que mi anclaje emocional sigue estando con los discos viejos.

-Ya que hablás de discos viejo, el año próximo se cumplen 20 años del último álbum de los Caballeros de la Quema, Fulanos de nadie. ¿Estás de acuerdo con que ese trabajo despertó las alarmas sobre el final de la carrera del grupo y delineó el perfil de tu carrera solista?

-Creo que sí. Ese disco terminó de convencerme de que lo que me gustaba era el género canción, que a veces podía vestirse de rock y a veces no. Había unas internas en la banda en las que querían un sonido más crudo, más parecido al de los primeros discos. En esa época, escuchaba más a Sabina que a Iggy Pop, para que te des una idea. Además de incluir el tema “Otro jueves cobarde”, que compuse con Joaquín Sabina, lo que me dio mucho placer y alegría, también es verdad que ese disco tiene cuatro temas más en el formato de rock canción, que es el que prefería yo. Y a mí manera fue lo que intenté hacer con los discos solistas.

-¿Supiste traducir y comprender los tiempos que corren en la música?

-Los géneros musicales y los artistas tienen un periplo de cuatro estaciones: una es el under, otra la popularidad, luego viene la consagración y más tarde aparece la sobreexposición. Pero, apelando a lo que dicen los futbolistas, lo más difícil es mantenerse.


El recambio político

Antes de la convulsión

-Mujer & ego vio la luz en medio del recambio político. ¿Cómo afectó este momento al disco?

-No afectó al propiamente al disco porque lo hice antes de esta convulsión. No soy analista y menos de política internacional. Celebro que la expresión del hartazgo de la mayoría haya sido amortiguado por el proceso electoral, que, a diferencia de otros países de la región, no dejó heridos, muertos ni daños que lamentar. Gracias a las elecciones presidenciales, el peronismo se volvió a unir de una manera pocas veces vista en los últimos tiempos.

-Si bien los artistas preferían no tomar partido en la política, últimamente se atrevieron a hacerlo ¿Qué opinión te merece esa decisión?

-Hay épocas que son bisagras en las historias de los países. Asistimos a ese momento en el que uno termina de cerrar filas y aporta su mirada, al igual que su accionar, para lo que considera años espeluznantes para la mayoría del pueblo. Siempre en la unidad del peronismo encontramos las posibilidades para una sociedad mejor.