El deporte ha sido desde siempre una posibilidad para muchos jóvenes de las clases más bajas de la sociedad, de salir de la marginalidad y la exclusión.

La falta de políticas de inclusión estatales tanto desde lo laboral, como en la posibilidad de acceder a estudios de nivel avanzado o en el fomento y acompañamiento de actividades deportivas, sobre todo en el interior profundo del país, termina recayendo en la voluntad y el esfuerzo individual de cada uno y sobre todo en una cuestión de suerte.

Algunos, casi como en una película de Disney, tocados por una varita, tendrán la posibilidad de trascender desde lo deportivo, pero no gracias a un Estado presente que promueva y acompañe a los jóvenes deportistas.

Eso es más o menos lo que le sucedió a Ramón Quiroga, quien con apenas 14 años de vida pasaba su tiempo como tantos otros jóvenes de Orán, sin perspectivas de futuro y sin alternativas.

“Me la pasaba con la vagancia consumiendo”, dice Ramón. Y agrega que fue gracias a su hermano mayor, Gabriel “que me llevó varias veces de los pelos al gimnasio a seguir entrenando”, que salió de esa situación.

Hoy, con 22 años, el Hormiga Quiroga (lo apodaron así por el color de su pelo) es parte de la selección argentina de boxeo, tiene dos medallas de bronce en su haber y sueña con ingresar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Desde los 18 vive en Mendoza, donde es pupilo de Pablo Chacón, campeón mundial pluma de la OMB y ganador de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996

Recientemente galardonado como el mejor boxeador salteño del año, medalla de bronce en los juegos panamericanos de Lima 2019 y en los Sudamericanos Odesur, celebrados el año pasado en la localidad boliviana de Cochabamba, Ramón “Hormiga” Quiroga dialogó con Salta/12.

-¿Cuándo y por qué arracaste con el boxeo?

-Desde los 14 o 15 años arranqué entrenando y me gustó mucho y desde ese momento soñé lograr muchas cosas pero me tengo que mentalizar que es paso a paso, como debe ser.

Antes de eso, lo que hacía es juntarme en la esquina con “la vagancia”, como dicen todos los pibes y me metí al boxeo gracias a mi hermano. Yo estaba consumiendo cosas y mi hermano al verme en esa situación me agarró y me llevó al gimnasio a practicar boxeo.

Fui, me gustó, comencé a ir pero después dejé, volví a entrenar, dejé de nuevo. Así era, dejaba y volvía, pero ya cuando peleé por primera vez a los 15 años, ahí me puse las pilas porque es como si fuera que cambió todo de repente, me di cuenta que era lo que quería realmente.

-Cómo te imaginás que hubiese sido tu vida sin el boxeo?

-Iba a ser diferente, no sé si iba a estudiar alguna carrera, pero capaz que me quedaba en Orán haciendo la mía. Tengo muchos amigos ahí, pero la verdad que uno va aprendiendo de sus errores, y de a poco fui viendo la realidad que estaba viviendo en ese momento, antes de comenzar con el boxeo y me doy cuenta que estaba mal.

-¿Qué significa haberte ido de Orán a entrenar en Mendoza con un grande del boxeo como Chacón?

-Es un gran orgullo tenerlo como entrenador, aprendí mucho de él, igual que de Juan Carlos Videla (su entrenador en Orán y quien hizo el contacto para que pueda ir a Mendoza) a quien le estaré agradecido toda mi vida, a él le debo lo que soy hoy en día porque en Orán no había mucho futuro. 

-Tenés una beca nacional para dedicarte a esto. 

-Sí, aunque vos viste cómo es esto hoy en día, que con la situación en que estamos y con lo que te dan no alcanza. Pero bueno, peleándola como siempre. Por lo menos es una ayuda que me da la Secretaría (de Deporte de la Nación).

Ojalá que con el próximo gobierno llegue más apoyo para los deportistas amateur, porque todo deportista sueña con poder estar en una olimpiada pero significa mucho esfuerzo y dedicación, y es fundamental para nosotros ese apoyo.

-¿Qué posibilidades te dio el boxeo?

-Un montón, conocí muchos lugares con la selección, distintos pueblos del mundo, toda Centro América y varios países de Europa.

Estoy muy contento con todo lo que me está pasando y mi gran sueño es poder clasificar a las Olimpiadas del año que viene en Tokio y después de ahí veremos qué pasa, si sigo como amateur o salto al campo profesional.

Para entrar a los Juegos Olímpicos voy a tener que trabajar muy duro, es muy difícil clasificar. A mediados de enero ya arrancamos con la concentración y por eso me voy a tener que instalar en en el CeNARD (en el Centro Nacional de alto rendimiento deportivo), porque la primera chance para clasificar es a fines de marzo ahí en Buenos Aires.

Primero es acá en Argentina y la segunda chance sería en París, en el mundial (se realizará del 13 al 25 de mayo).

-¿Por qué te dicen Hormiga?

-(Risas) Por mi cabeza, desde chico me dicen así por el color medio raro de pelo que tengo.