En el único Manual del Gorila que existe –escrito por el humorista Carlos Del Peral, con ilustraciones de Kalondi y editado en la primavera de 1964– define al primate irracional que ingresó al discurso político argentino con aquel chiste radiofónico: “El gorila puede, con un simple pestañeo, dejar de ver cualquier realidad que lo perturbe. Y si no, siempre puede recurrir a los paraguas”.

Sin embargo tras la lectura de La historia por sus protagonistas. Frases, amenazas y definiciones gorilas, no hay paraguas que aguante. Este libro, enorme trabajo de investigación, recopilación y selección realizado por el arquitecto platense Luciano Isabella (1968), recupera toda la fraseología gorila entre los años 2003 y 2018, iluminado de sol el material con que se forja el odio: declaraciones, opiniones y sentencias llevadas adelante por funcionarios, líderes de la oposición, periodistas, comunicadores de TV, empresarios, sindicalistas, pensadores, militares y jueces, con el propósito de pintar al país con el gris de las tormentas.

Con prólogo de José Pablo Feinmann e ilustraciones (en claro guiño al Manual) del siempre notable Juan Soto, este trabajo de 450 páginas es, además, “un manual de historia contado en su totalidad por frases gorilas. Tiene un orden cronológico. Uno puede contar, por ejemplo, la recuperación de YPF solo con los comentarios que obtenía en contra esa decisión política. No hay nada que esconder, es la historia de 15 años narrada por los adversarios políticos”, argumenta Isabella, autor además de otro libro para atesorar: “Arte y estética en el gobierno Kirchnerista”. (Detalle: ambos libros fueron editados por el autor, el primero se agotó y éste sigue el mismo camino).

Las frases, declaraciones y opiniones que se reproducen en La historia por sus protagonistas fueron extraídas de diarios nacionales, portales digitales, radiales y de diversos videoreportajes en internet. El recorrido de la investigación deja en claro que la soga discursiva por donde se ejercitó el gorila durante esos años fue sostenida mayormente por el periodismo opositor. No es arbitrario que el libro se inicie con la cita del 5 de mayo de 2005, día en el que el subdirector del diario La Nación José Claudio Escribano le entregó al recién asumido presidente Néstor Kirchner un pliego de condiciones de cinco puntos, entre los que estaban, la alineación con EE.UU. y el olvido del accionar de las Fuerza Armadas durante la dictadura.

-¿Tu investigación parte de la idea, como dice Feinmann en el prólogo, que “para protegerse del gorila hay que conocerlo”?

-Este libro no tiene un carácter acusatorio, está pensado con el espíritu de registrar lo que deben enfrentar nuestros dirigentes cuando asumen la responsabilidad de llevar adelante un programa de gobierno en favor del pueblo. Además se puede tomar conciencia del esfuerzo y la valentía de nuestros dirigentes dimensionando al adversario. No se puede ganar desconociendo el pensamiento del otro.

-¿Es el odio una condición del gorila?

-Lo que queda en claro es que el gorila prefiere (o le da lo mismo) un gobierno dominado y endeudado por el FMI a un gobierno nacional y popular, democrático, latinoamericanista, que defiende los derechos de las mujeres, que se desendeuda y reparte la riqueza. Para el libro tomé en cuenta al gorilismo “clásico” dejando de lado al gorilismo de izquierda, el gorilismo sindical o al gorilismo peronista, que lo hay. Puede ser que el odio sea una de sus condiciones, pero también hay muchas personas a las que les han inoculado desde los medios de comunicación ese odio al negro, a las minorías, a los gobernantes.

-¿Cómo fue el recorrido de la investigación?

-Trabajé dos años y medio, básicamente con Página/12 y La Nación. Una vez determinado el conflicto, buscaba la información por internet, en otros medios, siempre chequeando con diferentes fuentes. También recurrí a reportajes en Youtube o en radios. Algunas frases salen por ejemplo del AICA, Agencia Informativa Católica Argentina: ahí están todas las homilías, sobre todo en la etapa en la que Néstor tuvo intercambios con la iglesia. También de la página de la Sociedad Rural Argentina, donde están los discursos de las inauguraciones de las exposiciones de todos los años. De las distintas cámaras patronales, está todo ahí. No me interesó poner frases de tipos como Majul, Leuco o Lanata, me interesaba enfocarme en otro lado no tan obvio: los supuestos intelectuales como Marcos Aguinis, Juan José Sebreli y Tomás Abraham, y en algunos políticos, dirigentes o comunicadores de asociaciones empresariales. Hay párrafos de sentencias judiciales, como la de la jueza Elena Liberatori prohibiendo la muestra de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta en 2004. También de fiscales como Moldes, empresarios como Grobocopatel, versiones taquigráficas del Congreso cuando se aprobaban leyes... En fin, la lista es larga. Pasarse un día entero viendo videos de Aguinis por Youtube no se lo recomiendo a nadie.

Cuando se le pregunta por las frases incluidas en el libro que más le llamaron la atención, Isabella cita la del Ex titular de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos, candidato a diputado por Coalición Cívica, Jorge Chemes, del 25 de mayo de 2009: “Como en la guerra hay que ir matando a los de la primera fila; hay que barrer a la mayoría, a la mugre, para después sí empezar a remar. Hay que cortarles la mano a los Kirchner porque vienen por más. Lo primero es el enemigo al que hay que matar”. Y la otra declaración que menciona le pertenece a Aguinis del 21 de agosto de 2012: “Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras. Los actuales paramilitares kirchneristas, y La Cámpora, y El Evita, y Tupac Amaru, y otras fórmulas igualmente confusas, en cambio, han estructurado una corporación que milita para ganar un sueldo o sentirse poderosos o meter la mano en los bienes de la nación”.

Sobre la conveniencia o no del uso de la categoría gorila para replicar desde el campo popular a la parte cerril del antiperonismo, se debatió bastante en los últimos años. Horacio González en este mismo diario, días después de las elecciones presidenciales de 2007, reclamó la creación de otros emblemas que “superen la tentación del epíteto fácil”, y se alejen de “las rutinas cíclicas del antiguo alambique nacional”. Isabella reflexiona: “Además de usarse desde el nacimiento mismo del peronismo, ese término caracteriza una mirada política también anterior. Uno puede referirse así, por ejemplo, a los golpistas de Yrigoyen en el `30. Es verdad que es una simplificación, pero sabemos que siempre es mucho más fácil tener a mano una calificación sencilla y rápida que decir esta o aquella persona es un antipopular y antinacional defensor de endeudadores, etc. En el otro sentido los antikirchneristas, llegaron a instalar solo una letra para separar en dos grupos de pensamiento político. Con decir K o anti K se realizó una simplificación de algo que es mucho más complejo. Todo pensamiento tiene más de grises que blanco o negro. Por el momento el término gorila no tiene reemplazo, y es más, resurge con nueva fuerza cuando aparece un gobierno popular”.