El fenómeno de la década pasada fue el feminismo, doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de capacidades y derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres. El feminismo cambió nuestros días al internalizar el concepto de sororidad como punto de partida. Fue comprender en un principio que estamos juntas para luego comenzar con las conquistas. Fue empezar a poner en duda, tímidamente, la calidad del otrora llamado piropo, hoy acoso callejero; hasta lograr alcance mundial con la performance Un violador en tu camino.

Y en el medio, las pibas se organizaron y no se callaron más , revelaron abusos de por vida naturalizados, se dieron cuenta de que sus ídolos son unos forros, hablaron, denunciaron, aunque más no fuera por redes sociales. Salieron a la calle y pidieron que no falte ni una más ante la avanzada de los femicidios, convergieron en los cada vez más multitudinarios encuentros de mujeres hasta que la noticia dejó de ser el grafiti en la pared y comenzó a conocerse la cualidad de los talleres en los que se abordaban temas que incumben en nuestro día a día.

Y claro, lo modifican, porque toda información que proviene del movimiento social de la década es para dar poder a las mujeres, a cada una y también a cada une, ya que el movimiento incluyó a los cuerpos y géneros disidentes, y los circunscribió en el habla y luego en el lenguaje. El lenguaje comenzó a mutar y de a poco se fue instalando el uso inclusivo: lo aplican en las aulas de las universidades y también en la televisión. Y le pese a quien le pese, no hay vuelta atrás, el habla modifica el lenguaje.

Entonces todo lo que acarrea el enunciado quedó puesto en consideración. Canciones de diez años atrás con raíz machista, sketches televisivos, personajes cuyo discurso misógino era naturalizado, canciones de cancha homofóbicas y difusoras de la cultura de la violación. Hasta que en la encuesta 2018 del NO, llegando casi al final de la década, ganó por primera vez el disco grabado por una mujer, Marilina Bertoldi .

“Creo en esta revolución. Soy una artista que lucha desde su arte por esa identificación. Tenemos algo para decir, tenemos una luz, un fuego. Nos vienen diciendo, indirectamente y de algún modo, que las mujeres no somos tan buenas como los hombres, sobre todo en el ambiente del rock. Obvio que nadie lo dice directamente pero las estadísticas lo demuestran y están bastante equivocados o equivocadas quienes lo dicen”, reflexionaba Bertoldi, quien más tarde festejó en sus redes el hecho de que no sólo había ganado una mujer esa categoría, sino que había ganado una lesbiana.

 

Otro hito fue el paro en 2018 que las mujeres hicieron a Macri, llamando a 24 horas de desobediencia contra el patriarcado bajo la consigna “contra los femicidios y travesticidios, contra la violencia sexual y económica, contra el Estado represivo; contra el ajuste, contra la reforma previsional y la reforma laboral; por el aborto legal, seguro y gratuito”. A pesar de haber sido brutalmente reprimidas y encarceladas por la Policía de la Ciudad en la marcha del #8M de 2017, las mujeres pararon y nuevamente salieron a la calle, como en cada una de las sesiones en el Congreso para lograr que el aborto sea ley .

Durante estos años, y de la mano del #NiUnaMenos, abarcando cada corriente, las mujeres caminaron las calles. Hay información que se seguirá desmenuzando, libros, debates, nuevos encuentros. Así ha sido la lucha de la “base social” de una sociedad patriarcal, como dijo la socióloga Virginia Franganillo en una nota que dio a El Cohete en la Luna. Aunque, eso sí, cuidarnos entre nosotras sigue siendo la premisa.