La última persona que habló con Fernando Báez Sosa antes de la golpiza que le costó la vida habló esta tarde con la prensa. Se trata de Fiama, una joven que atiende un kiosco frente al boliche Le Brique. 

Báez había entrado a comprar un helado, luego de salir del boliche y comentó que había habido un incidente. “Yo estaba con mi novio y entró el chico. Estaba bien, todo normal, sin remera, contándole a otro amigo lo que había pasado adentro”, dijo en relación a la rencilla que Báez tuvo en Le Brique con el grupo de rugbiers que lo atacó hasta matarlo a golpes.

Fiama atiende un kiosco inteligente, habla a través de un micrófono amplificado con clientes a los que solamente ve mediante cámaras de TV. “Ignoro si las cámaras del kiosco captaron algo”, dijo la joven, que atiende el local que es propiedad de su hermano. “Él había dicho que le querían pegar”, siguió Fiama, quien aseguró que “hay peleas, pero no tan violentas”. Agregó que no había vigilancia policial al momento del linchamiento de Fernando a manos de los rugbiers.

“Cuando comenzó todo no quise salir, fue mi novio a fijarse”, dijo Fiama, quien desde el kiosco pudo apreciar “cómo le pegaban entre cuatro o cinco” y que “no podría identificarlos”. La joven salió “cuando todo ya había terminado” y se oían gritos alrededor. Relató que, tras la golpiza, Báez Sosa estaba “inconsciente, con pulso”. También dijo que en ningún momento se pudo defender.

La joven no quiso dar precisiones sobre la decisión de Le Brique de abrir al día siguiente del asesinato y remarcó que no había querido hablar desde ese momento, conmovida por lo sucedido. “Cuando me enteré que murió, pensé que me hubiera gustado haber ayudado”, afirmó.