Una hora y media después del final del horario de visita habitual, las familias de los diez rugbiers detenidos en el penal de Dolores llegaron al edificio de la calle Riobamba. Los primeros en llegar fueron los padres de Alejo Milanesi, con lentes de sol y tomados de la mano, atravesaron la garita de seguridad y los tres arcos de la entrada, se anunciaron y pasaron a la requisa. 

"A ellos ni los revisan, pasan así nomás", señaló una mujer que salió a las 17, luego de pasar la tarde con su marido, encerrado en el mismo penal. Después llegó la familia Pertossi, con bolsas de supermercado: una llena de manzanas, otra con un termo de matefácil y un paquete de yerba. "Cuando traemos yerba, harina o sal, nos abren los paquetes, revisan todo, pero estas familias entran al penal con lo que quieren", agregó otra de las mujeres que visitaba a su novio. 

Junto con la familia, la novia de Lucas Pertossi también llegó de visita, con gorra negra, el pelo recogido y lentes negros. La visita a los rugbiers estaba planificada para las cinco y media de la tarde, media hora después de que los familiares de los "presos comunes" se retiraran del penal. Sin embargo, la mayoría llegó pasadas las 18, junto con las primeras gotas de lluvia. 

Cuando llegaron el resto de las familias, entre ellas la de Máximo Thomsen, el más complicado de la causa, la tormenta había avanzado y tuvieron que correr desde sus camionetas hasta la ventana que recibe a los visitantes. Como no hay techo en ese espacio, los anuncios se hicieron rápido y bajo la lluvia. 

El segundo paso, que técnicamente consiste en la revisación, se lleva a cabo en la oficina de visitas, bajo techo. El padre de Thompsen, que la semana pasada contó cómo vivía  su hijo dentro del penal, no se presentó en esta oportunidad. La madre, en cambio,  llegó con bolsas de comida y artículos de limpieza. 

La familia de Ayrton Viollaz y los padres de Juan Pedro Guarino también fueron de la partida: la madre, envuelta en un piloto naranja, llevaba un pañuelo descartable en la mano. "Pidieron que les trajeran play stations y un aire portable", señaló uno de los guardias del penal, que vigila la sección "Escuela", donde trasladan a los presos que tienen buena conducta. 

Con la calle inundada de extremo a extremo, los padres de Ciro Pertossi llegaron a la puerta del penal pasadas las seis y media de la tarde, una hora antes de que terminara el horario de la visita a los detenidos, quienes todavía duermen en el salón situado junto a la oficina de control, contigua al pabellón evangélico, el más tranquilo del penal.

Al final de la tarde, todos los familiares se retiraron del penal sin hacer declaraciones, de la misma manera en que habían entrado a la cárcel.

Informe Lorena Bermejo