Ademas de destacarse en lo artístico, Spregelburd es un férreo defensor de los derechos de cultura, por los que pide en sus columnas en el diario Perfil. El año pasado, frente a las ofensivas declaraciones del ex ministro Darío Lopérfido, el dramaturgo sentó postura y se convirtió –dice que “sin quererlo”– en una de las principales voces en contra del también ex director del Colón.

–¿Por qué decidió en su momento tomar esa causa?

–Cómo no tomarla. La dimensión descocada de este plan de negacionismo que encuentra en Lopérfido una especie de Petete, de marioneta tentativa para tratar de instalar algo que piensan sectores mucho más peligrosos de la sociedad es algo digno de la denuncia más enérgica e inmediata. No quise convertirme en un protagonista de la causa, pero él se lo tomó personal e invadió mi casilla de correo con mensajes espantosos que supongo que fueron escritos en la vorágine de su propio enojo. Yo lamento que siga ocupando cargos.

–¿Y cómo ve el desarrollo de las políticas culturales, más allá de él? 

–Veo que sitios donde antes se podía trabajar van desapareciendo o cerrando sus puertas. Hay muy pocas personas de la cultura dispuestas a trabajar para el plan político, social y económico del gobierno entonces esos cargos son muchas veces ocupados por personas que no han tenido una adhesión manifiesta al kirchnerismo, nada más que por eso. Por suerte también hay espacios que se abren, como el Cervantes. Queda mal que lo diga yo que soy un beneficiado de su programación, pero creo que Tantanian es un oasis que se abre entre tanto desierto cultural.