El precio del barril de crudo Brent cayó este lunes un 24,1 por ciento, registrando el mayor derrumbe diario desde el inicio de la Guerra del Golfo en enero de 1991. La causa de semejante retroceso hay que buscarla en el enfrentamiento desatado el viernes entre Arabia Saudita y Rusia, dos de las principales potencias petroleras del mundo, aunque Estados Unidos también juega de lleno en ese mercado.

El conflicto se desencadenó cuando Rusia rechazó la propuesta de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderada por Arabia, para impulsar un recorte adicional de 1,5 millón de barriles diarios para tratar de mantener los precios en un contexto de fuerte retracción de la demanda motivada por el coronavirus.

Los 14 miembros de la OPEP y sus 10 aliados, entre los que sobre sale Rusia, conforman la OPEP+, un grupo que desde inicios de 2017 viene coordinando una reducción voluntaria de 1,2 millón de barriles para ponerle un piso a la cotización de crudo. En diciembre esa cifra se elevó a 1,7 millón de barriles y Arabia aplicó luego una retracción adicional de 400 mil barriles.

El acuerdo de la OPEP+ termina este mes y desde febrero se estaba discutiendo como seguir a partir de abril. Los árabes le propusieron a Rusia a fin de febrero ampliar el recorte en otros 1,5 millón de barriles. Los rusos quedaron en dar una respuesta en la cumbre de Viena que tuvo lugar el jueves y viernes de la semana pasada y finalmente allí decidieron patear el tablero al no comprometerse con el nuevo recorte propuesto.

Rusia considera que la retracción de barriles sirve para sostener el precio, pero impacta en sus ventas a manos de empresas estadounidenses que se benefician de ese precio sostén que impone la OPEP+. A raíz de ello, decidió romper la negociación con la expectativa de que la baja de precio impacte sobre las empresas estadounidenses que tienen costos más altos al perforar con las técnicas de fracking. En respuesta a esa decisión, Arabia subió la apuesta y el sábado comenzó a ofrecer descuentos a los clientes de Aramco. Además, dejó en claro que a partir de abril no solo no recortará su producción sino que la llevará de 9,7 a 12 millones de barriles diarios.

Algunos analistas especulan con que la intención de Arabia es forzar a Rusia para que se siente nuevamente a negociar, aunque otro no descartan que también tenga en la mira a los productores estadounidenses. De hecho, si el precio del barril cayera entorno a los 20 dólares, su producción seguiría siendo rentable, mientras que estadounidenses y rusos se verían en serios problemas para mantener su producción. El problema es que tanto Estados Unidos como Rusia tienen una economía más diversificada y la baja de precios no impactará tanto como podría hacerlo en Arabia Saudita si esa situación se extiende en el tiempo.