4 – BLOODSHOT
(Estados Unidos/2020)
Dirección: Dave Wilson
Guion: Eric Heisserer y Jeff Wadlow
Duración: 110 minutos
Elenco: Vin Diesel, Toby Kebbell, Eiza González, Sam Heughan y Guy Pearce


Como si no fuera suficiente con el brote de coronavirus circulando libertinamente por todo el mundo, la ciencia se anota otro poroto en contra al encontrar la manera para que Vin Diesel pueda revivir tantas veces como sea necesario. Mejor dicho, tantas veces como requiera el delirante guión de Bloodshot, su nueva incursión en el cine de acción tan musculoso como vacío, que para la ocasión suma una dosis más que abundante de ciencia ficción, cuando no de liso y llano absurdo. Desde estas páginas felicitamos a los seguidores del hombre con apellido de combustible –que los hay, y en gran número– porque tendrán casi dos horas de entretenimiento garantizado viéndolo renacer una y otra vez con el objetivo único de revolear trompadas y balazos. Para el común de los mortales, en cambio, la adaptación para la pantalla grande del cómic homónimo -publicado por primera vez en 1992 por la editorial Valiant- es de otra de esas películas visualmente avasallantes, ruidosas y enrevesadas que, queriendo ser muchas cosas a la vez, termina siendo ninguna.

Bloodshot tiene muchas ideas pero ninguna propia ni bien ejecutada. Diesel es aquí Ray Garrison, un soldado muy enamorado de su novia que termina muerto luego de haber sido secuestrado por un villano que no se sabe muy bien qué quiere ni quién es. Menuda sorpresa se lleva al despertar en medio del laboratorio tecnológico a cargo de doctor Emil Harting (Guy Pierce) y enterarse no solo de que el ejército "donó" su cuerpo para investigaciones científicas luego de que nadie lo reclamara, sino que estuvo muerto durante varios días. Ah, y que no tiene memoria. Su segunda (y tercera, cuarta, quinta...) vida es producto de la aplicación en las venas de unos elementos microscópicos con forma de hormiga con la capacidad de, entre otras cosas, reconstruir el tejido de manera instantánea. Gracias a eso Garrison encarna el sueño húmedo de Donald Trump: un super soldado disciplinado e indestructible, violento y con una fuerza envidiable.

Las similitudes -"homenajes", se excusarían los guionistas- de Bloodshot con otras películas de acción o ciencia ficción son tan obvias que cuesta pensar que ningún ejecutivo se haya sonrojado a la hora de aprobar el proyecto. Si bien el punto de partida es muy parecido a Robocop y el diseño del laboratorio, al de El vengador del futuro, no hay atisbo de la ironía sardónica del realizador Paul Verhoeven, mucho menos de su acidez política. Podría pensarse a Garrison como un remedo tardío y adusto de Jason Bourne, pero ni Diesel es Matt Damon ni el director Dave Wilson tiene la mano para la acción de Paul Greengrass. Más bien lo contrario, puesto que si el británico pone el montaje frenético al servicio de la urgencia y la desesperación del relato, aquí ese montaje genera únicamente confusión. Incluso Garrison tiene un dispositivo brilloso en el centro del pecho que recuerda al de Iron Man, aunque desde ya que a éste la faltan toneladas del carisma sobrador de Tony Stark. Hasta de El origen se toma la idea de "crearle" recuerdos para que opere al servicio de la empresa, además de un tono grave y mortuorio que hace de Bloodshot una película tan mustia como su protagonista.