La escuela como espacio privilegiado de reflexión, transmisión, y evaluación de los procesos sociales que la sociedad construye permite que las nuevas generaciones protagonicen la comprensión crítica del pasado en su interrelación con el presente. Interacciones dinámicas que ayudan a otorgar nuevos significados y sentidos aportando a la construcción del verdadero aprendizaje significativo. Así, el sistema educativo, contribuye a la formación de ciudadanos con capacidad crítica para reflexionar, indagar, debatir, escuchar y construir nuevas respuestas para un futuro más justo, más ético y más solidario.

Reconstruir la memoria con ese horizonte es una actividad que tiene una dinámica intrínseca muy activa. Indagar el pasado, revivir los recuerdos, reflexionar sobre sus efectos en la vida cotidiana, sus huellas o ausencias en el presente, nos permite reconocernos como sujetos con raíces en esos acontecimientos que muchas veces están perdidos o silenciados.

Los educadores tenemos un desafío muy importante a la hora de seleccionar, organizar y otorgarle sentido al material en que nos apoyamos para reconstruir las memorias y las miradas sociales alternativas y plurales en que subyacen las interpretaciones de esas memorias colectivas.

Estamos atentos para detectar ¿De qué modo se expresan en las aulas estas múltiples perspectivas del pasado? ¿Qué miradas quedan ocultas, qué voces han quedado silenciadas? ¿Cuáles son las decisiones éticas que supone la reconstrucción del pasado, de lo pasado? ¿En qué medida la escuela y la práctica pedagógica otorgan a niños y jóvenes el derecho a ser parte de esa reconstrucción?

Procuramos avanzar hacia el enriquecimiento de esa memoria, particularmente lo que atañe a la última dictadura cívico-militar planificada sistemáticamente desde la confluencia del imperialismo, los intereses de la oligarquía y la funcionalidad de las Fuerzas Armadas usadas contra el pueblo.

Esa etapa de nuestra dolorosa historia nos interpela sobre el rol del proceso educativo. No podemos dejar de considerar las condiciones que hicieron posible la barbarie y el papel que jugaron allí las organizaciones sociales, los medios de comunicación, las iglesias, las fuerzas armadas y otros actores sociales que por acción u omisión apuntalaron las atrocidades vividas.

Lo enseñamos porque necesitamos generar conciencia sobre nuestras propias prácticas y orientarlas a la construcción y consolidación de futuros alternativos, generando ciudadanos comprometidos con el estado de derecho. Personas que desde la niñez vayan construyendo la solidaridad y la defensa sostenida de sus derechos, de los derechos humanos y su efectiva operatividad sin discriminaciones de ninguna naturaleza..

Por eso, no solo desde las aulas, los argentinos conmemoramos de un modo especial cada 24 de marzo, Día de la Memoria. Nos reunimos en cada pueblo, en las plazas, acompañando a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, incansables luchadoras en la visibilización de lo sucedido que han sido y son el mayor y mejor ejemplo de una Argentina que procura no repetir Nunca Más lo sucedido

Desde el sistema educativo crecientemente hemos acompañado y alentado la participación social en esas marchas, sin embargo, este 24 de marzo la marcha será virtual porque no podemos reunirnos debido a la Pandemia mundial de COVID19 que nos obliga a respetar protocolos de solidaridad y contención. Un 24 de marzo en el que nada nos impedirá sumarnos virtualmente con todas las tecnologías a nuestro alcance para acompañar su lucha y su resistencia. Las reuniones están prohibidas pero la palabra no.

Sabemos que las medidas de aislamiento ordenadas pueden afectarnos, pero definitivamente son indispensables, procuran democráticamente protegernos y evitar la expansión acelerada de la enfermedad. Son un buen ejemplo para contrastar con el papel siniestro que cumplió el estado de excepción durante la Dictadura sometiendo a todos los argentinos, conculcando libertades y derechos, causando muerte y un interminable dolor.

Por eso, en estos días, los educadores hemos suspendido las clases presenciales y nos hemos dispuesto a diseñar nuevas estrategias que nos permitan llegar con la reflexión y el conocimiento a cada hogar para seguir avanzando en esa conciencia colectiva que nos haga mejores, mejores personas, mejores ciudadanos, capaces de construir lazos sociales crecientemente solidarios y éticos.

Estamos seguros de que, también en la adversidad, lo lograremos.