Es posible que para la mayoría, incluso para quienes consumen cine de manera asidua, el nombre de Stuart Gordon resulte ligeramente familiar. Sin embargo es muy difícil que alguien no recuerde, aunque más no sea por su título, a Re-Animator (1985), película que se encuentra entre las más emblemáticas dentro de la ola que en la década de 1980 fusionó al cine fantástico, el terror y el gore con altas dosis de humor negro. Además de ser, claro, una de las adaptaciones más notorias –y en este caso muy, muy libre— de la obra de uno de los maestros del horror gótico en la literatura, el estadounidense H. P. Lovecraft. Con él comparte la etiqueta de autor de culto, categoría en la que el reconocimiento no siempre tiene que ver con la calidad de una obra, sino con su capacidad de pregnancia en un determinado nicho. Y es cierto que en el caso de Gordon, quien falleció hoy en Chicago a los 72 años, el asunto de la calidad puede ser materia de discusiones, porque se trata de un concepto atravesado en gran medida por lo subjetivo y puede variar de acuerdo a la forma en que se ha moldeado la mirada de cada espectador, pero no caben dudas de que algunos de sus trabajos ayudaron a darle afirmar al imaginario de una época.

Surgido de la escena del teatro independiente a finales de los ’60, Gordon se volvió relativamente famoso tras ser detenido luego de exhibir una versión psicodélica de Peter Pan no exenta de interpretaciones políticas, en la que el viaje al País del Nunca Jamás adquiría la forma de un trip lisérgico. Ya en los ’70 fundó la compañía teatral The Organic Theatre junto a su esposa, la actriz Carolyn Purdy, con quien estuvo casado desde 1968 hasta hoy. The Organic ostenta el mérito de haber sido la primera compañía en poner en escena varias obras del luego prestigioso dramaturgo y guionista David Mamet, a quien Gordon y Purdy conocían por ser vecinos de su natal Chicago.

La llegada de Gordon al cine fue tardía, poco antes de cumplir los 40 años, justamente con la truculenta y sanguinaria, pero terriblemente divertida Re-Animator. La misma es una adaptación del famoso cuento “Herbert West, reanimador”, cuya historia de un médico que inventa una fórmula para revivir a los muertos está inspirada en la famosa novela de Mary Shelly Frankenstein. Gordon decidió ambientar el relato en el presente (los años ’80), ya que no contaba con presupuesto para realizar una recreación de época, ya que el cuento original transcurre en la década de 1910. El éxito de Re-Animator, considerada una de las películas en las que se utilizó mayor cantidad de sangre de utilería, serviría también para que la industria del cine le prestara más atención a la obra de Lovecraft, que luego del estreno empezó a ser adaptada con más asiduidad.

Re-Animator, que forma parte del boom de las películas de zombies de los años ’80, reúne además a casi todos los miembros de la familia que Gordon se construyó en el cine. En esta película el papel protagónico es interpretado por Jeffrey Combs, el guion está escrito junto a Dennis Paoli, el productor es Brian Yuzna y forman parte del elenco la actriz Barbara Crampton y la propia Purdy, todos ellos presentes en buena parte de la filmografía de Gordon. A su esposa incluso solía reservarle papeles que indefectiblemente acababan muertos: que hoy sea ella quien lo despide es una paradoja en la que sin dudas Gordon encontraría algo de humor.

Como director Gordon acumula un puñado de éxitos discretos. Volvió a adaptar a Lovecraft varias veces, como en su segunda película, From Beyond (1987, conocida en Argentina con el título de Re-Sonator) o en Castle Freak (1995). Pero también adaptó el popular cuento de Edgar A. Poe La fosa y el péndulo (1991) y la obra de su amigo Mamet Edmond (2005), protagonizada por William H. Macy y con guión del propio dramaturgo. Gordon también tuvo una importante carrera como guionista, siendo responsable un éxito enorme como Querida encogí a los niños, una de las películas más vistas de 1989. También escribió junto a su amigo Paoli en el libreto de Usurpadores de cuerpos, la tercera versión de un total de cuatro que se realizaron de la novela de Jack Finney, que esta vez fue dirigida por Abel Ferrara. Una carrera modesta en muchos sentidos, pero con un destacado impacto en el terreno popular.