La atleta argentina Belén Casetta estuvo varada en San Pablo, Brasil, a la espera de un vuelo que la regresó al país en estas horas, tras un entrenamiento extensivo por África con miras a los Juegos Olímpicos. La récord sudamericano de 3000 metros con obstáculos y candidata a destacarse en Tokio 2020 se preparaba desde hace más de un mes en Iten, Kenia, cuando el mundo comenzó a cerrar fronteras por el avance del coronavirus. Casetta fue noticia cuando hizo, a través de Instagram, un resumen de situación desde el aeropuerto de Etiopía. En diálogo con Página I 12, y a poco de su regreso, contó cómo sobrellevó la situación y no dejó de asombrarse ante la desidia del presidente Jair Bolsonaro. Con 25 años y sentido de la solidaridad dijo que "lo más importante era que primero regrese la gente mayor y aquella que tiene problemas económicos serios. Yo estaba bien. Podía quedarme unos días más".

-Si bien estoy volviendo, siempre sentí que la prioridad la tenía la gente mayor, más susceptible al contagio del coronavirus. Y también debería ser para la gente que se encuentra en el aeropuerto, en situación complicada en lo económico porque no puede salir. Esos son los que tendrían que regresar primero. Yo estuve muy bien.

-¿Cómo viste la situación en el aeropuerto?

-Complicada. Los aeropuertos estaban saturados de gente que quiere regresar a sus casas. A su país. Gente parando en el aeropuerto sin poder salir. Porque no cuenta con las condiciones económicas para pagarse un departamento o un hotel. Hay mucha gente llorando.

-¿Vos dónde paraste?

-En un hotel de San Pablo. La habitación y la comida me la gestionaron las autoridades deportivas: el ENARD, la Secretaría de Deportes y la Confederación Argentina de Atletismo.

-¿Qué viste en las calles de Brasil?

-Brasil está muy liberal respecto al coronavirus. Mucha gente hace cuarentena por voluntad propia. Pero lo que vi en el camino del aeropuerto al hotel y viceversa es mucho negocio abierto, autos y gente circulando como si nada. Su presidente no toma las medidas que hay que tomar. Dice que es una gripecita. En el hotel donde estaba los de la recepción andaban sin barbijos y los que limpian las habitaciones y los que sirven la comida están en la misma. Yo me cuidé cumpliendo con lo que hay que cumplir: usé barbijos, guantes y alcohol en gel, que en el hotel había en todos lados.

-¿Tu idea en principio era irte directo de Kenia a Japón para competir en los Juegos Olímpicos?

-Si. Esta primera concentración de Kenia que estábamos haciendo era para competir en el Iberoamericano de Tenerife, España, y de ahí quedarnos en Madrid para competir haciendo base ahí. Competir en Bélgica, Alemania y otros países. Luego volver a Kenia para hacer otra concentración de altitud y prepara los Juegos. De Kenia volar a Japón.

-¿Qué pensamientos o sentimientos tenés respecto de la postergación de los Juegos y tu preparación?

-Me parece perfecto que se hayan postergado, ya que hay muchísimos atletas a nivel internacional, incluyendo los de Argentina, que nos encontramos en cuarentena y no podemos entrenar ni prepararnos para dicho torneo. Incluso se han suspendido muchísimas competencias y no tendría ningún sentido ir a un Juego Olímpico sin competencia previa.

-En Buenos Aires se destacó tu sentido de la solidaridad cuando dijiste que la prioridad para el regreso debía ser para los más necesitados, entre los que no te considerás. ¿De dónde te viene ese sentido solidario?

-Desde chica me inculcaron que hay que ayudar a los demás. Me crié con una familia que, tanto mis viejos como mis abuelos, han tenido comedores ayudando a la gente más necesitada. Nací y me crié compartiendo momentos para ayudar al otro. En Mar del Plata mis viejos y mis abuelos tenían un comedor en el Barrio Belgrano. De chica, por más que lo teníamos todo, mi viejo nos hacía vivir las condiciones que pasaban esas personas. Me acuerdo de ir los fines de semana, e incluso navidades y en Año Nuevo, con personas que necesitaban compañía y a las que mi papá y mis abuelos los iban a buscar y los traían a mi casa para compartir con ellos. Mi papá siempre nos inculcó eso: que no todos la pasan bien. Ojo, éramos de clase media. Mi papá abogado y mi mamá maestra. Pero siempre ayudar a otro más allá de lo económico fue una prioridad.

-Y sola en Brasil y sin bajar los brazos demostraste una gran fuerza de voluntad.

-Es que en este momento hay que ser fuerte. No sirve de nada estar deprimida. Y más estando sola. Siempre quise dar tranquilidad a mi familia. Y en tanto, seguí entrenando en mi habitación.

-¿Qué hacías aparte de entrenar?

-Aproveché para seguir estudiando Derecho, a distancia, que me encanta y que se me habilitó la plataforma para arrancar las clases. También me gusta leer. Así que leí todo lo que pude.

-¿Qué te parecen las medidas que tomó el presidente argentino, Alberto Fernández?

-Si los demás presidentes no se ponen las pilas como se hace en Argentina, corremos el riesgo de que Sudamérica se convierta en Europa. Lo de Brasil es preocupante porque es un país hermano y si no trabajamos en equipo, por más medidas que tomemos, la situación va a empeorar. Ojalá que no. Tienen que trabajar juntos todos los países.