Mavi Díaz asumió la conducción de la Radio Nacional Folklórica, estableció una nueva programación y, quince días más tarde, todo quedó patas para arriba ante la situación de emergencia que desató la pandemia del coronavirus, que ya se cobró casi 40 víctimas en la Argentina. La radio se adaptó rápido a una programación de emergencia. Díaz tuvo que licenciar a catorce empleados de planta permanente, entre los mayores de 60 años y algunas mujeres embarazadas, por estar en el grupo de riesgo. “En algunas franjas horarias nos quedábamos sin gente”, cuenta. Pese a todo, la cantante y compositora no deja de sonreír. Ve a sus equipos responder bien y con entusiasmo. Confía en que la situación pronto se revertirá (“se está haciendo todo para lograrlo”, se esperanza) y que pronto la radio pueda asumir nuevamente la fisonomía que ella sueña.

“Nosotros somos la casa de nuestra cultura de raíz y también de la música de hoy. En nuestra radio rendimos culto a los clásicos pero abrimos la puerta a lo nuevo de todo el país, vamos con un concepto muy federal porque el folklore lo es”, plantea Mavi Díaz sobre la FM 98.7, es decir, la Nacional Folklórica, que dirige en esta nueva etapa de las señales de los medios públicos. La cantante y compositora de Mavi y las Folkies (antes en Viuda e hijas de Roque Enroll) confiesa que su designación fue “una absoluta sorpresa” y que mientras se barajaban los nombres para el cargo sólo le interesaba sostener en la Nacional Rock 93.7 el micro sobre la ley de cupo femenino y replicarlo en la folklórica. “Cuando Rosario Lufrano me hizo la invitación dije que sí inmediatamente”, recuerda. “Es una radio que adoro, un edificio que amo: acá venía de chica para acompañar a mis papás cuando todavía era Radio El Mundo”, rememora con una sonrisa. Figuras históricas de la señal, como Héctor Larrea, la conocieron entonces como una pequeña que acompañaba a Hugo Díaz y Victoria Cura. Los años la devolvieron a esos pasillos como artista y, ahora, como funcionaria.

“Tengo una ligazón muy fuerte con la gestión cultural y sobre todo con el folklore, que me es ancestral, además conozco lo que fue pasando históricamente a nivel difusión”, explica a Página/12 entre las medidas de precaución por la pandemia del coronavirus. “Estamos a los codazos en la salas de edición armando la artística para este momento”, detalla. El grueso de la programación de la señal se levantó para dejar lugar a dos informativos centrales y música, mucha más que lo habitual (que ya es bastante) para esta radio especializada. Siguiendo los lineamientos que planteó el gobierno nacional, Díaz licenció a la planta estable en grupos de riesgo y eso le limita también los recursos humanos para la circunstancia. Con todo, no deja de sonreír y mostrarse optimista: “soy productora hace 40 años y estoy acostumbrada a hacer cosas con nada, con lo que hay acá se pueden hacer maravillas”.

-¿Con qué situación se encontró al asumir el cargo?

-Con una radio silenciada. Con un medio al que se le decía “cuanto menos hagas, mejor”. Con la gente alienada y quejándose de maltrato. Acá a gente muy activa y valiosa se la confinó en salas de edición o sin hacer nada, que es la peor tortura que le podés dar a un productor. Fue el panorama con el que nos encontramos todas las otras compañeras directoras. Te diría que fue fácil en un sentido: una viene con ganas de laburar, con emoción y ya venir a saludar, tomar un café y preguntar qué querían hacer... sólo eso ya sorprendía y la gente se echaba a llorar. Cada uno resistió como pudo y ese abrazo que les dimos cuando llegamos fue muy fuerte. Después hubo alguna resistencia porque cada uno sostuvo el mangrullo que pudo y se fue apropiando de los lugares. Y al no tener dirección costaba soltar, pero como era para integrarte a un equipo y hacer algo mejor, eso duró 24 horas. Enseguida se dieron cuenta que la gente que incorporé a lal grilla es muy amorosa, con muchas ganas de laburar y que se integró muy bien a los equipos de la radio.

-¿Cuál es su concepto ideal de radio pública?

-Creo que la radio pública tiene que educar, entretener, crear cultura, informar, y creo que –y es mi propuesta para esta radio– ser una radio de música. La gente tiene que encontrar en la música un espejo. Sobre todo en estos tiempos. En nuestra programación creo que hay una fórmula fantástica de información, novedades, de nuestra música y costumbres.

-¿Qué rol puede o debe ocupar en el mercado una radio especializada como esta?

-Teniendo en cuenta que en Buenos Aires el folklore sólo se difunde en esta radio. Después si nos vamos de Buenos Aires se difunde un montón. Acá somos una FM y tenemos alcance limitado, pero es la que más levantan las otras 49 emisoras del país. Estamos absolutamente vinculados. Uno de los desafíos de mi gestión es ampliar hacia abajo el margen de edad de nuestra audiencia. Uno dice que “en Buenos Aires hay poco joven peñero”. Pero pasás la General Paz y al oeste las peñas están llenas de pibes y pibas jóvenes. Entonces hacemos mucho hincapié en redes, en podcasts, en la aplicación nueva.

-¿Cuál es el objetivo?

-Queremos generar una radio universal que abarque todas las edades y satisfaga todos los gustos. Y que eso sea educacional, que el que estaba acostumbrado sólo a lo tradicional se empache de eso pero de postrecito tenga algo nuevo y que lo pueda degustar sin prejuicio. También a nivel de género tenemos un bloque que es “Folk fatal”, que finalmente era por lo que yo venía, donde trabajamos en conjunto con las colectivas de músicas de todo el país, reflejando sus problemáticas y la ley de cupo, el transgénero en el folklore y un montón de temas que tienen su horario, porque entendemos también que cada público tiene permeabilidad más o menos desarrollada para seguir cada concepto.

-Otra experiencia de radio especializada es la FM 2x4, de la ciudad, y sus trabajadores suelen encontrarse con un oyente que se resiste mucho las novedades. ¿Cómo lidiarán con ese tipo de público?

-Creo que con la amorosidad, con el respeto a la opinión del otro y dónde uno inyecta esos contenidos. Con la ley de cupo, que milité junto a Celsa (Mel Gowland, su impulsora), encontramos y representamos a colectivas de músicas y disidencias de todo el país que nos están aportando cosas riquísimas. Nosotras también vamos aprendiendo. Yo soy de la generación mucho mayor y me voy transformando. Y de la misma manera amorosa que yo me transformo nosotros podemos transformar a la audiencia con calidad. Si vos ponés una música indiscutible en su calidad... Y después en qué momento uno da esos contenidos. Igual en el programa del Cholo Gómez Castañón, que es más tradicional, entre sus columnistas hay una musicóloga feminista que habla del tango queer y de la música transgénero. Estamos yendo al ritmo de los tiempos que corren. Con amorosidad, pero también con la paciencia que hay que tener.

-En general en estas señales los programas más vanguardistas, como el de Gabriel Plaza, quedan para el turno de la medianoche.

-Lo que nos pasó con ese turno es que veníamos ya con horarios cubiertos y yo les dije “tengo el peor horario y la peor guita del mundo, no podés rechazarlo” (se ríe). Teníamos un programa que por cuestiones gremiales con los operadores redujimos hasta la 1, que es La noche de los que bailan, para que la gente venga a bailar, aunque ahora está suspendido. Me parece que para los oyentes de la trasnoche la vanguardia re va. En un prime time, en un regreso, capaz la gente te dice “eh, no, yo quiero Los Chalchaleros”. Pero en la madrugada te podés explayar de manera diferente. Y en las dos semanas de programación, que esperemos que vuelva muy pronto, enseguida tuvieron llamadas y adeptos. El público de madrugada es muy fiel y además creo que es el público que ellos necesitan. Fue azaroso pero funcionó.

-Volvamos al vínculo con las emisoras regionales, ¿cómo estaba y cuáles son los planes?

-Estamos retrasados a ese nivel porque aún están siendo nombrados los nuevos directores y directoras de las provincias. En ese sentido lo que estamos haciendo es tener mucho diálogo. Nos comunicamos con la radio de algún punto del país por algún motivo especial, ellos están tomando mucho material de nosotros, pero creo que a partir de abril ya con toda la dirigencia en su lugar vamos a poder articular. Sobre todo los programas que están pensados como intercambio.

-En su gestión incorporó programas dedicados al baile. No es habitual.

-Creo que tenemos una deuda histórica con los bailarines y las bailarinas de tango y de folklore. En el tango son los que se encargaron de difundirlo por todo el mundo y generar comunidades tangueras en los puntos mas insólitos del planeta. ¡Y nunco hubo un programa para ellos en la radio! Ahora los programas se levantaron, pero estamos haciendo una cuestión por Internet para que la gente mande sus videos bailando en casa. Queremos generar, con este período de cuarentena, una dinámica que la gente encuentre en la radio una opción de información y entretenimiento, con la forma más sana que uno tiene de pasarla que es con la música y el baile. En lo personal, históricamente tengo algo con la danza. Las Folkies son todas bailarinas, mi vieja bailaba un montón, mis viejos siempre tuvieron bailarines en sus conjuntos, mi mamá siempre decía “llevá ballet porque te asegura la gente en los shows”. La primera semana fue increíble. Venían los ballets ¡y la radio empezó a cobrar una vida! Imaginate que pasamos de la oscuridad total a las chicas vestidas de paisanas y los chicos de gauchos llenando el estudio. Queremos, una radio donde la gente venga a bailar, a divertirse y aprender cosas.

-En las declaraciones públicas de las directoras del sistema de medios públicos se percibe una adscripción a la Ley de Servicios de Communicación Audiovisual, aún si no está plenamente vigente. ¿Es así?

-Sí, absolutamente. Ayer me decía una compañera de Tango Hembra que se estaban movilizando para ver de qué manera se podía ayudar a los músicos independientes, si las sociedades de gestión colectiva podían hacer algo y si las radios podían difundir más músicos vivos porque se quedan sin recursos, y tienen que seguir pagando alquileres, monotributo, comida y demás. Y yo pensaba “tenemos que hacer cumplir el artículo 65 de la ley de medios”. El que prevé un 30 por ciento de música nacional en las radios y de eso, que la mitad sean independientes. Ahí estaríamos fortaleciendo la ley, que jamás se llegó a cumplir porque se desarticuló el organismo que se encargaba de su fiscalización. Creo que en estas gestiones nuevas, que estamos en línea con los tiempos que corren, concordamos en alentar lo nacional, darle fuerza a lo independiente. Estamos trabajando con la primera urgencia que es lanzar una programación, con la adversidad económica porque trabajamos con presupuestos muy antiguos, soportando también nosotros problemáticas antiguas de infraestructura. Pero superado lo urgente, creo que entre todos vamos a poder articular el cumplimiento de una ley tan importante.