En pocos días, y con el ruido de los cacerolazos de fondo, Patricia Bullrich chocó con todos. Colisionó con Elisa Carrió, que la acusa de querer robarle protagonismo a Horacio Rodríguez Larreta. Chocó con el jefe de Gobierno por idénticos motivos, aunque el mandatario porteño optó por bajarle el tono. Embistió al jefe de bloque en Diputados, Cristian Ritondo, al intentar ordenarle ella a los legisladores que se bajaran los sueldos sin darle tiempo al dirigente peronista a que lo consensuara antes. Hay quienes ven lo ocurrido como un problema de personalidades. Otros, en el espacio opositor, plantean que detrás hay una discusión de fondo: si se quedan solo con el núcleo duro de los votantes o van por una ampliación, con un perfil más dialoguista. Sobre el final de la semana, una conversación entre los jefes de los partidos culminó en una nueva carta al presidente Alberto Fernández, que sirvió para bajar las tensiones. De momento.

Bien mirado, los grupos que se formaron con distintas posiciones sobre la pandemia y las medidas tomadas por el Gobierno nacional, no difieren demasiado de las líneas dialoguistas y duras que vienen colisionando desde diciembre de 2019 en Juntos por el Cambio. Entre los que promovieron los cacerolazos y buscan una línea de mayor crítica a las consecuencias económicas de las medidas del Gobierno están Patricia Bullrich, Miguel Angel Pichetto y, de fondo, el ex presidente Mauricio Macri. Del otro lado, se ubican Larreta, la ex gobernadora María Eugenia Vidal -que incluso difundió un video de apoyo al presidente -, el vicejefe Diego Santilli y Ritondo. Lo llamativo es que a ese grupo se sumó, de una manera decisiva, Elisa Carrió, quien cuestionó a los "oportunistas" y pidió no sacar provecho en medio de la pandemia. Sorpresas te da Lilita.

Este segundo grupo es dialoguista no sólo porque ocupa funciones en los distintos poderes del Estado, a diferencia del ala dura, sino porque consideran que no hay futuro para el espacio polarizando y abroquelado en el núcleo duro de sus votantes. Es la misma posición que, tiempo atrás, le costó a Emilio Monzó la expulsión de la mesa chica de Macri. "Lo que hace Patricia nos lleva a un partido de derecha chiquito. El resto pensamos que hay que ampliar. Y mirá que el nucleo duro no es el 41 por ciento. Es el 20", indicó a este diario uno de los referentes de la lógica de ampliar. Eso incluye no entrar a confrontar en plena pandemia, una actitud que viene tomando Larreta.

Pero a medida que cobra protagonismo el jefe de Gobierno, se ve más claro el atardecer de Macri y de todo el sector que depende de él para seguir en carrera. Eso incluye a Patricia Bullrich, pero también a Guillermo Dietrich y Fernando de Andreis, dos ex funcionarios que siguen muy cerca del ex presidente. A algunos de ellos se les atribuye la reactivación del call center de cuentas de Twitter que alentaron el cacerolazo y atacaron al presidente Alberto Fernández con el hashtag #AlbertoElMiserableSosVos, entre otros.

No obstante, con el proyecto de recorte de sueldos de funcionarios políticos, ni siquiera hay unidad dentro de ese grupo: hombre de la política, Pichetto se diferenció internamente y dijo que la salida no era desde la antipolítica. En ese escenario, Bullrich va viendo como su poder se va recortando. En la última reunión (virtual) de la mesa nacional del PRO, el sector Larreta, Vidal y Ritondo le pidió que bajara el perfil, cosa que definitivamente no hizo. "Le quedan pocos jugando para ella. Uno, lamentablemente, es Mauricio", indican desde el otro sector.

En tanto, Larreta optó por desactivar y bajarle el tono a la interna. En su entorno, indicaban que ninguna de las movidas que buscó instalar Bullrich le dieron resultado y que, incluso, los cacerolazos fueron cayendo en convocatoria por su repetición en la semana. Además, señalan, que se la vio muy sola intentando capitalizar esa movida. "Se le nota mucho la necesidad de protagonismo", dicen en la Ciudad.

Su intento de ordenarle a las bancadas de Juntos por el Cambio que se bajaran los sueldos -algo que ella difundió en su Twitter como una decisión unánime, cuando no lo era- la llevó a chocar con Ritondo. Al jefe de bloque no le gusta que lo puenteen, ni que le adelanten las decisiones por Twitter, menos cuando todavía no construyó los consensos internos. La pelea con los radicales por ponerse a la cabeza de la iniciativa incluyó la publicación por parte de Mario Negri de una carta del espacio opositor a Alberto Fernández donde se pedía un recorte del 30 por ciento que tampoco estaba consensuada. Esto motivó la furia de los diputados de Carrió . "Esto va a seguir, porque Patricia va a seguir intentando ganar protagonismo", se resignaban en el bloque.

Cerca de Macri, en tanto, sostienen que "no hay sector duro ni blando" y desmienten las versiones que circularon de que el ex presidente bajó línea para que se empiece a reclamar un levantamiento de la cuarentena. El ex presidente no hizo pública su opinión sobre el recorte de sueldos en el Estado, aunque todos suponen que Bullrich habla por él. No fue Macri quien finalmente buscó traer paz entre los distintos sectores del espacio, sino Larreta.

Sobre el final de la semana, Larreta habló con Maximiliano Ferraro, titular de la Coalición Cívica; con el de la UCR, Alfredo Cornejo; con Bullrich, Ritondo y Negri. El resultado de esas charlas fue el consenso de "recuperar espacios de trabajo en común", como dijo uno de los participantes de ese diálogo virtual. Y dio lugar a la carta que difundieron en la que le piden al presidente Fernández una audiencia virtual para conversar sobre el avance de las medidas contra la pandemia y sobre la economía. Esta segunda carta sirvió para calmar los ánimos entre radicales y lilitos. "Es una forma también de contener a Bullrich y su necesidad de protagonismo. Ella es la única que figura en el pedido de audiencia que no es legisladora", explicaron en el interbloque de Juntos por el Cambio. Tal vez esa contención funcione. Por lo menos, por ahora.