Cazadora infalible de delanteros despistados, aliada traicionera de la línea de fondo y fuente inagotable de argumentación para hinchas, ya sean ganadores o perdedores. La posición adelantada, fuera de juego o, simplemente, offside cumple este 5 de abril 95 años de historia con un papel fundamental en el fútbol desde su tercera y definitiva versión, impulsada en 1925 para contrarrestar la innovadora visión del norirlandés Bill McCracken, fullback de Newcastle United, de Inglaterra.

Las reglas del fútbol contemplaron desde sus inicios lo que hoy recoge FIFA en su apartado número 11, el fuera de juego. En aquellos primeros esbozos del deporte, ya en 1863 se hablaba de una norma que se ocupara de cuando un jugador recibía el balón estando solo ante el arquero y sin rivales cerca. Había que evitar lo popularmente conocido como "pescador", "palomero" o, más cercano en el tiempo, "antifútbol": un delantero que se desentendiese del juego y se quedase lo más cerca de arco rival sin ser penalizado.

"Un jugador queda en fuera de juego si en el momento en el que recibe el balón o éste llega a su altura, entre él y el arco contrario hay menos de tres jugadores adversarios, incluyendo al arquero", rezaba el primer retoque a la norma, conocida como la "regla de los tres oponentes". Eran tiempos en los que en el fútbol británico se jugaba al 1-2-3-5, los promedios de gol se situaban por las nubes y los encargados de evitarlos, quedaban a la buena del destino.

Fue cuando apareció una figura clave, McCracken, el fullback que quedaría para siempre identificado con la trampa del offside. Aunque ya lo había comenzado a hacer años antes Notts County, fue el Newcastle de principios de siglo el que le sacó el mayor jugo a la idea del nacido en Belfatst, quien pensó que si para que el rival quede en fuera de juego bastaba con que uno de los del fondo se quedase atrasado, la clave era adelantarse a su compañero de zaga.

McCracken, un

Así, junto al inglés Frank Hudspeth -asimismo un destacado pateador de penales-, ante cada ataque rival, McCracken daba la señal y se adelantaba para romper la línea de fondo, obligabando a los atacantes adversarios a retrasarse en el campo para no caer en offside. De a poco, la revolucionaria propuesta de Newcastle se fue esparciendo por el resto de los clubes, provocando un descenso de goles y, por sobre todas las cosas, la desesperación de los hinchas que veían cómo constantemente sus jugadores caían en fuera de juego, cual ejército de Wanchopes Abila.

Denostada por la opinión pública, la visión táctica de McCracken provocó un desconcierto general en el fútbol británico. "No son los métodos de McCracken los que dañaron el juego. Los partidos se arruinaron porque los delanteros rivales no se toman el trabajo de pensar esquemas para anular esta táctica del offside. Hay un cuestión espléndida que siempre se olvidan: si se quedan atrás de la pelota, no hay offside. No importa lo que McCracken haga", lo defendía Hudspeth en un testimonio de la época recogido por el periodista Jonathan Wilson en su libro "La Pirámide Invertida".

Pero la falta de goles llevó a la caída en la venta de entradas y, posteriormente, al accionar de la Federación Inglesa. Primero, optó por reglamentar que, a la salida de un lateral, no había posición adelantada. Sin embargo, no fue suficiente. Y al sexto 0-0 de la temporada de Newcastle en 1925 metió mano directamente en la ley del offside: ya no hacían falta tres jugadores entre el delantero rival y el arco, sino que la cantidad se bajaba a dos.


Tirar el fuera de juego pasaba a ser más arriesgado y los goles no tardaron en llega
r: un incremento del 43 por ciento en una sola temporada, yendo de 2,58 -cifra considerada baja por entonces y envidiable hoy en día- a 3,69. Pero no sólo en mayor cantidad festejos derivó la modificación luego adoptada internacionalmente. Sino que produjo gran cantidad de retiros, incluido el de un ya cuarentón McCracken, e impulsó una modificación en el estilo de juego, otorgando mayor espacio en la cancha a los delanteros, sacrificando los pases cortos por los pelotazos y dando origen a la línea de tres en el fondo.

La norma que cambió al fútbol no se volvió a retocar en lo más mínimo hasta 1990. Tras los pocos goles marcados en el Mundial de Italia, se pasó a considerar que un atacante en línea con el penúltimo oponente no se encontraría en fuera de juego y además se eliminó la regla que habilitaba al jugador si el pase salía de su propio campo.

Caricatura de la época.

La última modificación data de 2005, cuando FIFA incidió una vez más en favorecer el juego ofensivo. Desde ese año, jugadores que están en fuera de juego en actitud pasiva y no influyen en la acción, no provocarán que se pite offside. Además establece que un jugador está inhabilitado si una parte de su cuerpo con la que pueda tocar legalmente la pelota está más allá del último defensor.

De esta manera, el offside definitivo cumple 95 años. Siempre acompañado por la polémica y por la visión futbolística de entrenadores y jugadores para provocarlo o evitarlo. En la actualidad, la introducción del VAR ha provocado que la precisión aumente en las decisiones arbitrales, rebajando al máximo la posibilidad de error. Claro que la polémica, con cambio de foco de por medio, sigue estando.