El Museo Nacional de Bellas Artes está poniendo a disposición en sus distintas plataformas digitales (a través de su página web, en YouTube; Instagram, IGTV, Facebook y Twitter) el ciclo “Pensamiento de artista”, que incluye diez entrevistas audiovisuales a artistas argentinos consagrados. El ciclo, una producción original del MNBA, presenta diálogos con grandes artistas y maestros en distintas áreas y técnicas: Delia Cancela, Juan Carlos Distéfano, Sara Facio, Norberto Gómez, Roberto Jacoby, Julio Le Parc, Marie Orensanz, César Paternosto, Manuela Rasjido y Eduardo Stupía. De todos ellos el Museo posee obras en su colección pública.

Los temas, entre otros, giran en torno de la definción de arte y artista.

Aquí un selección de lo que puede verse completo en línea.

Delia Cancela. Para mí el arte sirve para tomar conciencia, para abrir cabezas. En este momento todo el mundo va a ver arte, pero pasa… pasa… Todo va tan rápido que se mira de la misma manera en que se mira internet. Si la gente pudiera detenerse y mirar realmente: viendo y tratando de comprender… Porque no hay que “saber” para ver arte. Hay que “sentir”. Se supone que siendo artista tenés una conciencia, una sensibilidad, que hace que comprendas las cosas, que las sientas.

Yo no sé si busco algo. Cuando trabajo es casi inconsciente, de investigación. No es que la inspiración sea algo sagrado que te cae en la cabeza y te ilumina. La inspiración es trabajo; es buscar.

César Paternosto. El arte sirve para crecer espiritualmente.

Creo que lo que uno tiene que realizar es eso que lo impele a uno a trabajar. Esa necesidad de construir este objeto que va a expresar lo que uno quiere decir. En mi caso, totalmente no verbalizable. El sentido que se tiene es provocarlo al espectador a que crezca, también, así como uno ha crecido. Porque creo que de alguna manera la abstracción produce una obra abierta. Por ejemplo, no hay una virgen amamantando a un niño. Porque allí se cierra todo un significado contextual casi ineludible. En cambio la abstracción provoca al espectador a otras vivencias.

Marie Orensanz. El arte sirve para ser feliz. Es una actividad del pensamiento. Sirve para comunicar. Para transmitir. Para reflexionar.

No es reconocimiento, como dicen todos. No son los aplausos. Es expresarse y comunicar.

El artista más que nada busca la libertad en lo que eligió. No se si es un oficio o no. Para mí es una necesidad.

Lo que pasa con el mármol, que creo que pasa con la gente también, es que dentro del mármol hay cristales. Es el agua que a través del tiempo se cristalizó. Creo que la gente también tiene un tesoro adentro y hay que buscarlo, hay que sacarlo.

Juan Carlos Distéfano. En la antigüedad, cuando recién salíamos de la caverna, creo que era una necesidad absoluta. El hombre estaba conectado perfectamente con la tierra y necesitaba una convicción de que si producía en la caverna el animal que tenía que cazar, cuanto más se aproximaba, iba a ser mucho más eficaz.

Creo que el arte sale de la necesidad mágica de interpretar a la naturaleza para poder sobrevivir. Ya estaba todo dicho. Lo único que hizo el hombre fue hacer variaciones sobre esa primera necesidad de sobrevivir. Hay una necesidad de conocernos y es como una pulsión. Por qué pintamos, por qué hacemos obras de bulto, por qué hacemos obras conceptuales. Hacemos para apoderarnos de determinada verdad. Lo que importa en el arte es el cómo. Hay una cosa bastante misteriosa en la manera en que se plasma eso, en la “escritura” de cómo se hace el arte: en los signos, en la pincelada en el volumen y no en lo que representa ese volumen.

Eduardo Stupía. El arte es una actividad que parece exigir una especie de constante reformulación. Parecería inferirse que todas las actividades humanas tienen que tener un por qué. Y creo que es justo preguntarse eso. Al mismo tiempo el arte es también “porque sí”. Un estructura autónoma, una esencialidad autónoma a la que se la adhieren un montón de exigencias que son propias de la experiencia humana, pero que no parecería que fueran propias del arte en el sentido de que el arte debiera hacerse cargo ontológicamente.

El del artista es centralmente un oficio. Porque ser artista es un problema material, físico, de acciones y transformaciones de la materia. Esa materia puede ser física, palpable, tangible, o una materia intangible.

El arte es un fenómeno muy peculiar en lo humano, que establece muchas analogías. Conocer de arte implica abrir la percepción para conocer otras cosas. Cualquier objeto que ingresa al mundo tiene un sentido de transformación. Por eso el artista tiene una responsabilidad central, que es hacer el mejor objeto posible.

Sara Facio. El arte sirve para soñar, para que la gente se emocione; para comunicar todo tipo de cosas. Desde alegres, hasta muy tristes. Es una vocación más que nada. Porque un oficio es un ganapán. La gente tiene los oficios para ganarse la vida. Y el artista no siempre se gana la vida. Al contrario: pierde la vida por el arte, porque deja su familia, deja su trabajo. Deja muchas cosas por dedicarse a lo que le gusta, a lo que necesita. Porque el arte, para un artista, es una necesidad.

Julio Le Parc. Busco darle al espectador otro lugar, empezando por su mirada, tratando de ver cómo nuestras pequeñas experiencias buscan relacionarse con él; ir buscando otras experiencias donde el espectador pudiera participar en esa relación en la cual se crea una complicidad, una amistad, entre las experiencias propuestas y el que pasa delante de ellas.

El espectador, con su propia naturalidad, sensibilidad, puede crear una relación en tanto tenga capacidades propias para mirar, comparar, asociarse, en la medida en que no se sintiera disminuido, que pudiera crear esa relación con toda libertad.

Roberto Jacoby. ¿Para qué sirve el arte? Tengo una respuesta fácil y una difícil. La fácil: no sirve para nada. Y la difícil: Que el arte es la única actividad humana legítima que no persigue ninguna finalidad en sí misma.

Ese ámbito, ese espacio imaginario del arte, crea algo que sería anticapitalista.

Lo político es una atribución. Puede haber un artista muy político y nadie se lo atribuye. O pasan quizás cincuenta años hasta que se ve la politicidad.

Tenés que tener curiosidad por ver qué va a pasar con algo que vas a hacer y tenés que tener la audacia de hacerlo. No temer.