Desde que el gobernador Gustavo Sáenz decidió que será obligatorio el uso de barbijos a partir del lunes 13 como medida para ir saliendo progresivamente del aislamiento por la pandemia del coronavirus y luego de que las farmacias informaran que sería imposible conseguirlos, comenzaron a surgir nuevas ideas y hasta posibilidades laborales para algunos sectores relegados de la economía.

Ese es el caso de la cooperativa textil Diseños de mi Pueblo. Un emprendimiento de seis mujeres de la localidad de Vaqueros, que trabajan juntas desde hace seis años produciendo indumentaria. Roxana Sarapura, su presidenta, dijo a Salta/12 que es muy difícil sostener el emprendimiento, “hay meses que sacamos para pagar los impuestos nomás, pero seguimos trabajando todos los días, no paramos”.

Agregó que todas eran “empleadas domésticas o amas de casa”, y que ya no quieren "volver ahí".

A su vez, explicó que “siempre lo más difícil es la comercialización, que te conozcan y poder vender”, pero reconoció que ahora se les presentó esta “desgraciada posibilidad justo cuando estábamos sin trabajar, sin ningún encargo”.

El miedo, sumado a la obligatoriedad del uso de barbijos, hizo que la cooperativa haya recibido una infinidad de pedidos, tanto es así que están tercerizando trabajo en otras cooperativas del rubro “para entregar los pedidos en tiempo y forma”.

Diseños de mi Pueblo está ubicada en Vaqueros, cerca de la ciudad de Salta, y recibe pedidos por mayor y menor, “nosotras le vendemos a todo el mundo, si piden una unidad o de a montones, todo lo que sea textil, como indumentaria para promociones escolares o de diseño”.

Los barbijos los hacen con tela ecológica de 80 gramos y son “perfectamente lavables y reutilizables”, pero Sarapura añadió que el precio de la tela “ha ido aumentando mucho en este último tiempo”, porque “los proveedores se aprovechan de la situación”.

La fábrica se encuentra en el complejo municipal de Vaqueros (Avenida Los Sauces esquina Los Ceibos). Se pueden hacer pedidos al teléfono 387-6000327. Y vía Facebook a: @trabajodemipue Instagram: @demipue

La solidaridad barrial

Elizabeth Infante de Juan vive con su familia en el barrio 25 de Mayo de la ciudad de Salta. En su familia se declaran orgullosamente gitanos y evangelistas y colaboran cotidianamente con la comunidad.

Eli, como le dicen en el barrio, contó que desde que se inició el aislamiento y la recomendación del uso del barbijo comenzaron a recolectar tela para donar al Centro de Salud N°13 de Villa Chartas y “al pastor de la Iglesia El Ejército de Dios, para que ellos repartan”.

Explicó que recibieron donaciones de tela y se fueron perfeccionando, “hoy hacemos modelos con doble tela”, agregó.

Pero esa no es la única acción que realiza la familia Infante en la zona, también están cocinando todos los días para unas 50 personas del asentamiento Juan Bautista, de Atocha, quienes “con la lluvia de la semana pasada se quedaron sin sus casas pero no quieren abandonar los terrenos por miedo a perderlos”.

Al igual que las integrantes de la cooperativa de Vaqueros, Elizabeth subrayó que están teniendo muchos problemas para comprar la tela que se necesita para confeccionar los barbijos debido al aumento reiterado del precio, “me piden $16.000 por un rollo de 250 metros”, indicó.

Por eso están pidiendo la colaboración con tela ecológica, y mercadería para seguir cocinando a quienes lo necesiten de la zona oeste de la ciudad. Para ello dejó su número: 387-5445353 y el del pastor Cristian Cattaneo: 387-5726270.

La autogestión para preservar lo necesario

En el servicio de emergencia SAMEC, sus trabajadores optaron por realizar su propia indumentaria y barbijos “para cuando están circulando”, y de esa manera “preservar los barbijos quirúrgicos y los específicos para pacientes con riesgo de tener coronavirus”, indicó el supervisor de Enfermería Oscar Taritolay.

“Los barbijos que hacemos son de tres capas, y los estamos fabricando acá para todo el personal que circule y de esa manera cuidar los oficiales para los casos especiales”, aseguró.

En este caso usan friselina, “el mismo que se utiliza para los camisolines”. 

Esta iniciativa no es nueva, ya que desde hace tiempo ellos mismos se confecciones sus camisolas, pantalones y “hasta las botas”, dado que el servicio cuenta con la maquinaria correspondiente y se fueron capacitando en su confección.

Taritolay reconoció que la producción es únicamente para quienes se desmpeñan en el SAMEC, unas 70 personas que trabajan cotidianamente en la calle o la administración del edificio central. Contó que, a pedido de muchos centros de salud e incluso municipios, dan capacitaciones “para que aprendan a confeccionar su propia indumentaria”.

Subrayó que los trabajadores de ese organismo son los “que más en contacto estamos con los que tienen síntomas, por estar en aeropuertos, Aunor, o con los abuelos que van a los bancos”, por lo que necesitan cuidar mucho el poco material que hay para el cuidado y la prevención.