La vida escolar       7 puntos

La vie scolaire, Francia, 2019

Dirección y guion: Grand Corps Malade y Mehdi Idir.

Duración: 115 minutos

Intérpretes: Zita Hanrot, Liam Pierron, Soufiane Guerrab, Mousa Mansaly, Alban Ivanov.

Estreno exclusivo en Netlix.

En medio de la fiesta, el profesor de matemáticas arma un porro y hace uso de él. Por lo visto las costumbres educativas en Francia están más relajadas que en Argentina, teniendo en cuenta también que un alumno que transa hachis y marihuana tiene como cliente a uno de los preceptores. Aunque es verdad también que cuando se entera de esto la consejera (un interesante rol de puente entre la dirección y los alumnos, que en Argentina no existe) le pide la renuncia. Sería interesante comparar la vida escolar de La vida escolar con la de un colegio secundario equivalente (de una zona desaventajada) del conurbano, pero el cronista no está en condiciones de hacerlo, ya que desconoce la realidad educativa de colegios parangonables con el de la película. En cualquier caso, la película dirigida a cuatro manos por Fabien Marseau, que firma como Grand Corps Malade (“gran cuerpo enfermo”) y su colega de ascendencia argelina Mehdi Idir plantea la posibilidad de salida de esa realidad y las propias contradicciones. Aunque esa posibilidad --contrapeso del optimismo predominante-- se centra en un único alumno.

La protagonista de La vida escolar es Zibra, la bonita consejera (Zita Hanrot) que, como suele suceder con muchos héroes y heroínas cinematográficos, se inicia en el colegio des Franc-Mousins, en la zona de Saint Denis, ubicada en el límite norte de París. Doble iniciación, de la heroína y del espectador, en ese mundo con sus propias reglas. Las reglas son laxas pero no sin su grado de rigor: un profesor puede permitir que los alumnos hablen o consulten sus celulares durante la clase, pero si alguno se pasa de la línea lo echa, bien al estilo tradicional. El segundo protagonista de La vida escolar son, claro, los alumnos, entre los que se destaca Yanis Bensaadi (Liam Pierron), un pibe despierto y no muy disciplinado, que está en la clase de los que todavía no eligieron vocación. Hay otra clase compuesta por los menos favorecidos, separaciones que no existen en la educación argentina, que apuesta por la integración.

Hay un lazo entre la señorita Zibra y Yanis, o dos. Uno es la estima espontánea que aquélla siente por un chico en el que adivina potencialidades inexploradas, y la otra es más concreta: Yanis tiene a su padre en prisión, y el novio de la consejera está en la misma cárcel, por una estafa con tarjetas de crédito que aquél jura es la primera que comete. Lo más destacado de La vida escolar es su proximidad con los protagonistas, que es general y abarca a los alumnos, docentes y preceptores. Esa proximidad se manifiesta en los títulos finales, cuando --mientras se hace oír "Past Time Paradise", de Stevie Wonder-- se presenta a los distintos grupos que han representado a la comunidad educativa, todos ellos sonriendo a cámara. E incluye el buen humor demostrado por los alumnos, que viven cargándose entre sí, y por los adultos. Entre ellos los dos preceptores varones, que se permiten descansar a los alumnos ellos también. La sensación de proximidad se extiende al espectador, que se ve inmerso en ese mundo, en relación con todos sus estamentos.

Podría pensarse que el cine francés ya abordó el tema educativo, en una película tan referencial como Entre los muros, de Laurent Cantet.  Aquí se trata de un recorte de clase baja (media-baja, en el mejor de los casos), con la población escolar repartida entre los blancos y los que no lo son. Otra posibilidad es comparar con modelos estadounidenses, desde Semilla de maldad hasta Higher Learning, de John Singleton (centrada ésta en un ambiente universitario), pasando por Al maestro con cariño, en varias de las cuales el tema racial también se hacía presente. En la mayoría de esos casos, sin embargo, el alumnado era bastante más problemático que el de La vida escolar, donde se ve teñido por la mirada cómplice de los realizadores. Hablando del tema racial, la película dirigida por Grand Corps Malade y Medhi Idir muestra una absoluta integración, sin un solo brote de racismo. ¿Será así entre la mayoría de la población francesa, o los votos obtenidos por el Frente Nacional Marine Le Pen debieran hacer pensar en otra cosa?