Homeless        6 puntos

Chile/Argentina, 2019.

Dirección y guion: José Ignacio Navarro, Santiago O'Ryan y Jorge Campusano.

Estreno hoy jueves y el sábado a las 22 en Cine.ar TV y desde el viernes está disponible en Cine.ar Play

Las dos películas lanzadas este jueves en Cine.ar TV –y que podrán verse desde este viernes en la plataforma Cine.ar Play– proponen un involuntario diálogo tanto entre sí como con el actual contexto mundial de encierro, crisis económica y un potencial cambio de paradigma social. Si en Tóxico el realizador Ariel Martínez Herrera narra la supervivencia de una pareja en medio de una pandemia, adelantándose involuntariamente a la proliferación de barbijos y cuidados por las distancias que se han vuelto común en las últimas semanas, la coproducción chileno-argentina de animación Homeless va incluso más allá proponiendo un escenario distópico en el que desaparece todo el dinero del mundo. Es, pues, una premisa digna de South Park, serie con la que comparte también un espíritu corrosivo, además de una pulsión por los chistes políticamente incorrectos que, sin embargo, no siempre funcionan en su justa medida, sobre todo en la segunda mitad del metraje.

Estrenada el año pasado en la competencia oficial del Festival de Annecy, el más importante del mundo dedicado al cine de animación, la película dirigida a seis manos por José Ignacio Navarro, Santiago O'Ryan y Jorge Campusano tiene como protagonistas a un grupo de indigentes que vive en un basurero en las afueras de una ciudad innominada y espera con ansias la inminente Navidad, un periodo en el que, dicen ellos, pueden conseguir gran cantidad de cosas revolviendo los desechos de las clases superiores. Porque así eligen arreglárselas, sin mendigar ni pedirle nada a nadie, a excepción de un hombre sin piernas que piensa que podría conseguir una buena cantidad de dinero generando lástima en las veredas céntricas. Pocas veces un largometraje ha elegido vehiculizar sus chistes a través de discapacitados que, para colmo, se ríen también de su condición de pobres y marginales. De allí que Homeless encuentre sus mejores momentos en ese humor para nada autocompasivo y negrísimo producto de la interacción de esos hombres orgullosamente trash.

Es justamente es orgullo trash el que, ante la noticia de que un hacker hizo colapsar al mundo financiero robándose toda la plata virtual circulante, los mueve a intentar reconstruir el sistema tal como estaba. De lo contrario se perderían la posibilidad de atribuirle la responsabilidad de sus desgracias, una de sus actividades favoritas en los tiempos compartidos debajo del puente donde suelen dormir. A partir de ahí Homeless deja de lado parte de su negrura para volcarse a un surrealismo anárquico que remite a Rick and Morty. Como en la serie de animación para adultos en la que un científico somete a su nieto a distintos viajes espaciales, temporales e intergalácticos, Navarro, O'Ryan y Campusano hacen del vale todo una directriz narrativa, demostrando una inventiva tan grande como agotadora. Da la sensación que la mecánica consiste en acumular situaciones sin demasiada preocupación por su eficacia cómica, lo que convierte a Homeless en un film valioso en su intencionalidad punk y disruptiva aunque no del todo redondo en su ejecución.