Por C. V.

Es su primer disco solista y le puso Bandoneón es cultura por dos motivos: porque es el instrumento en el que fue criado y educado, y por la frase “disco es cultura”, que venía estampada en los antiguos vinilos. Lo estrena en público hoy a las 21.30 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772) y, como el nombre manda, condensa piezas de notables del instrumento como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese y Astor Piazzolla, y las combina con otras propias: “Rapsodia para cello y bandoneón” y “Cuadernos de Laura”, por caso. La primera, dice, la hizo porque no hay tanto material escrito para ambos instrumentos unidos; la segunda, una especie de aire folklórico para bandoneón y violín, porque la dedicó a su primera profesora, Laura Baade. “Las dos van a estar en la presentación, que será muy íntima”, promete Daniel Ruggiero, que subirá a escena primero solo y luego secundado por el Quasimodo Trío, su grupo.

“Debería haber modificado el titulo por Bandoneón es cultura independiente, ya que intenté por todos los medios obtener un espacio oficial para su presentación y no fue posible. Esto demuestra que el bandoneón y el tango son ‘cultura’ quince días por año, cuando los flashes apuntan”, sentencia Ruggiero, hombre de vasta trayectoria en el género. “Pero después, para los que hacemos música todo el año, las cosas son muy distintas y no existe tal afirmación (bandoneón es cultura) en el plano real y práctico. Este álbum es, entonces, una especie de respuesta tanto a la ‘cultura oficial’, como a aquellos que sentencian de muerte el concepto de disco y de obra conceptual/integral”, aclimata Ruggiero, cuyo extenso camino musical reconoce orígenes formativos en Rodolfo Mederos, Néstor Marconi y Julio Pane, entre otros, y profesionales como bandoneonista y arreglador de las compañías Tango Bs.As., Tango Seducción, Una Noche en Buenos aires, Señor Tango, entre otras.

“Pasaron veinte años, y creí oportuno mostrar mi veta de arreglador y, por qué no, dar ese merecido homenaje al instrumento insignia de nuestro género, que en lo personal es más que un trabajo, ya que mi viejo y mi hermano también son bandoneonistas. Así que el tributo es también a ellos”, dice el músico, que conoció el mundo gracias al gotán, pero jamás se olvidó del pago: lleva trece años como compositor, arreglador y bandoneonista de Quasimodo, trío de tango instrumental con tres discos publicados. “Lo mas lindo de todos estos años fue ver cómo en cualquier lugar del mundo se recibe nuestra música con oídos atentos y curiosos. Desde China hasta Brasil, es increíble cómo la magia de la expresión cautiva al público de los más remotos destinos. A veces parece que el bandoneón es cultura para todos, menos para los argentinos”, resalta el hijo del histórico Osvaldo Ruggiero, que también tiene por costumbre conjugar al dos por cuatro con la música de cámara. “Desde los comienzos, las formas de los más viejos tangos son muy semejantes a las formas de las obras de cámara, no por nada se dice que el tango es una ópera en tres minutos. En lo personal, creo que esto es indivisible”.