"Practiqué deportes desde pequeño. Ciclismo, carrera a pie, triatlón, hockey, pero a los 14 años empecé a practicar escalada y más tarde andinismo, que me apasionó y me permitió subir montañas por todo el mundo. Desde el Mont Blanc en Alpes al Aconcagua en Argentina, el Chimborazo en Ecuador, el Illimani en Bolivia o el Cho Oyu en Tibet, China. Soy más de deporte práctica. No soy aficionado al deporte en la TV, pero soy consciente del poder del deporte televisado", se presenta ante Página I 12 el sociólogo español David Moscoso Sánchez, profesor titular de Sociología del Deporte de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla. Su opinión sobre el deporte en tiempos de coronavirus abarca además al ámbito político porque fue diputado autonómico en el Parlamento de Andalucía. También ejerce como editor de la revista Sociología del Deporte.

-¿Cómo se explica el poder del deporte por TV?

-El deporte televisado es mucho más que deporte. Como decía el sociólogo Salvador Giner, el deporte es una especie de religión civil, una religión de compensación. Tiene la capacidad de llenar vacíos emocionales en el ser humano, de generar expectativas e ilusiones colectivas, de hacernos sentir felicidad y tristeza como parte de proyectos que en realidad no son nuestros, sino de otros: clubes, federaciones, deportistas, selecciones. De alguna forma, es una válvula de escape de nuestras emociones y frustraciones. Es algo primitivo e irracional, pero no por ello malo, todo lo contrario; ¡salvo cuando las emociones escapan a nuestro control! También hay que decir que es el "circo" de los pobres, como diría el poeta romano Juvenal en el Siglo I A.C., porque aún hoy los estudios sociológicos muestran que las clases obreras asisten más y ven más retransmisiones deportivas que las clases medias y altas, hasta 10 puntos de diferencia. Lo que significa que es una oferta de ocio más accesible a quienes probablemente se encuentran más limitados para acceder a otro tipo de ofertas culturales o de ocio.

-¿Qué pensás del rol del deporte y la televisión en estos tiempos de cuarentena?

-En España, hasta ahora realizaban deporte en casa tan sólo el 10% de los deportistas, unos 2 millones de personas, según la Encuesta de Hábitos Deportivos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Y en este momento todo parece indicar que las personas se han adaptado rápidamente a la nueva situación y esa cifra se puede haber quintuplicado. Es decir, que el ciclista habitual ahora hace rodillo en casa, que quien acude frecuentemente al gimnasio ahora utiliza una app de aerobic frente al televisor y que quien antes salía a correr al parque ahora utiliza una cinta que ha comprado por Internet y la ha puesto en el salón de su casa. Y, en el plano de la industria de comunicación deportiva, igualmente se ha adaptado. Comenzó reajustando sus contenidos audiovisuales con partidos de fútbol emblemáticos del pasado, con la repetición de algunas epopeyas deportivas, y poco a poco ha ido transformando su parrilla ofreciendo ahora incluso contenidos simulados por ordenador, una especie de deporte virtual con partidos de fútbol ficticios y las carreras en el Circuito de Indianápolis. En realidad, lo que muestra es una especie de "economía de ficción", tal como lo aludieran sociólogos como (Scott) Lash y (John) Urry, en la que vale más el valor simbólico y significativo que los propios objetos o las experiencias por sí mismas. Así, al igual que cuando una persona ve un programa de televisión y, de repente, entran los anuncios publicitarios o se va la onda, éste toma el mando a distancia y busca otro contenido, y de momento sigue eclipsado ante la pantalla del televisor.

-¿Qué cosas salen a la luz de la industria deportiva desde lo comercial a raíz del coronavirus?

-Salen a la luz varios aspectos muy importantes de la industria del deporte. En primer lugar, muestra que la sociedad tiene menor dependencia de la que imaginábamos al deporte televisado que al deporte práctica. Quien realiza deporte de forma rutinaria necesita seguir realizándolo con más ímpetu que quien ve deporte por televisión. Quien ve deporte por televisión atiende a un deseo de uso del tiempo libre y el ocio. Si no se oferta deporte en la parrilla televisiva, se acude a las teleseries o las películas, ahora con una mayor oferta con los canales digitales de pago, o a los muchos contenidos de Internet. En segundo lugar, a colación de lo anterior, la actual situación provocada por la epidemia de la covid-19 muestra igualmente que la industria del deporte se evidencia tan incierta como cualquier otra actividad económica ante una crisis como la que estamos viviendo.

-¿Hubo un quiebre?

-Se ha roto una inercia que parecía hacer de la industria del deporte un sector ajeno a cualquier inclemencia e incertidumbre. Esta crisis ha demostrado que no está libre ante las adversidades. Además de lo anterior, en tercer lugar, la crisis de la covid-19 pone de relieve la enorme fragilidad que conlleva el vínculo entre industria del deporte y el mundo profesional del deporte. Esa dependencia casi exclusiva del deporte organizado o federativo de la llamada industria del deporte, que se concreta básicamente en el espectáculo deportivo y los mercados televisivos, para nutrirse de financiación, se torna en este momento en una imagen de debilidad, porque el resultado a la vista del actual contexto es la de quiebra del sistema deportivo; quiebra en el sentido de la descapitalización que representa el quedarse sin ingresos para toda la temporada: ingresos con los que se financian clubes, federaciones, técnicos, deportistas, ligas, carreras, etc.

-¿Podrás imaginar un cambio en quienes conducen la industria deportiva o en los hinchas?

-No creo que cambie a medio y largo plazo, sólo de forma coyuntural. Los hinchas representan un sector fundamental en el ámbito del deporte profesional. Son quienes garantizan que exista una tensión social movilizadora de simpatías, socios, seguidores, que además propicia en ocasiones que los focos de la opinión pública se sitúen sobre ellos. Y ello obliga a su vez a los directivos de los clubes a pronunciarse, lo cual, salvo en contadas ocasiones, siempre beneficia a los clubes. Y, como en la política, sirven para alterar el estado anímico de los jugadores en el terreno de juego, sobre todo los del equipo rival. Los directivos de los grandes y medianos clubes de fútbol lo saben, y por eso los alimentan, en sentido metafórico, de alguna manera.

-¿Perderá su lugar de importancia el deporte con este panorama?

-Creo que la industria del deporte -insisto, que se concreta sobre todo en la industria de la comunicación deportiva- es suficientemente poderosa como para prever que, después de esta crisis, volverá a cierta normalidad. Si cabe, habrá aprendido la lección y seguramente vaya previendo ya planes sobre cómo afrontar situaciones como esta en el futuro. Por ejemplo, seguramente llegue a acuerdos con clubes y con gobiernos para garantizar que, ante crisis epidémicas como la que estamos viviendo, y siempre que se den las condiciones necesarias para garantizar la salud de los deportistas, se comprometa a toda costa que los grandes campeonatos y ligas deportivas, como por ejemplo en fútbol o baloncesto, sigan celebrándose a puerta cerrada, para proveer su oferta a través de las televisiones públicas y de pago. Es decir, no creo que este sector industrial deje nuevamente a decisiones improvisadas esa decisión. Y, como esa decisión, otras muchas. Porque lo cierto es que el carácter improvisado de algunas de las decisiones que se han tomado en este sector, como en otros muchos sectores, ante el hecho de que no habíamos vivido nada parecido en la historia reciente, ha provocado un absoluto vacío televisivo del deporte y, con él, un duro golpe económico a la industria deportiva.

-Qué opinás de las grandes cadenas informativas del deporte que apelaron a los archivos o al show sinsentido?

-Por lo que he visto y seguido como observador externo, se ha producido un poco de todo. Se recurrió a rememorar grandes gestas deportivas del pasado, a repetir partidos de fútbol recientes, se han producido noticias sin sentido sobre los más absurdos detalles de la vida privada de algunos deportistas durante la crisis del coronavirus e, incluso, como decía antes, se han dedicado a ofrecer simulaciones informáticas de partidos virtuales de fútbol y de otro tipo de pruebas deportivas, como si de un juego de Play Station se tratara, con tal de seguir ofreciendo unos mínimos contenidos a los espectadores, aunque también hay que decir que con poco interés por parte de estos. En todo caso, sería bueno comprobar las estadísticas de los medios para ver qué peso han tenido en número de espectadores.

-¿Cuál es el rol que tiene el deporte en tiempos de coronavirus?

-Paradójicamente, el deporte sigue siendo importante a nivel de práctica, es la única versión del deporte que sobrevive durante la pandemia, aunque se haga desde casa. De alguna manera, podríamos decir que, ante la crisis provocada por la covid-19, en el deporte murió la fantasía y sobrevivió la realidad. Se diluyó el negocio, pero quedó el interés de quienes realmente lo realizan. Según las estadísticas oficiales, se estima que alrededor de una cuarta parte de la población realiza deporte con regularidad, esto es, al menos tres veces a la semana. Estoy convencido de que esa parte de la población sigue realizando en casa ejercicios de estiramientos, ciclostatic, cinta eléctrica, aeróbic. Porque, desde el punto de vista biológico, entre quienes son asiduos a la práctica deportiva prevalece el influjo de las endorfinas, están sujetos a lo que se denomina "ciclo de actividad"; esto es, a mayor actividad física, más producción de endorfinas, que a su vez son generadoras de bienestar personal, que influye demandando más actividad física. Por ese motivo, esa necesidad activa entre quienes realizan ejercicio físico frecuente no desaparece, y se materializa buscando alternativas a su práctica desde casa. Lo demás pasa a un segundo plano en este momento.