La primera reacción de los inversores internacionales ante la incertidumbre global es la compra de bonos del Tesoro norteamericano y activos de refugio como el dólar. Se consideran instrumentos defensivos frente a la volatilidad. Los países emergentes están sufriendo este comportamiento del sistema financiero con un récord de salida de capitales -el más fuerte las últimas décadas- y la devaluación de sus monedas.

En el corto plazo los fondos de inversión no titubean en comprar los bonos de Estados Unidos. Pero las dudas empiezan a ser cada vez más importantes para un período de análisis un poco más largo. La semana pasada el equipo de investigación del Bank of America publicó un reporte interesante para entenderlo.

El documento se tituló “La Reserva Federal no puede emitir oro” y plantea que el precio de este metal en los próximos 18 meses podría tener un fuerte salto. La entidad elevó la proyección del valor del oro para finales de 2021 de 2000 a 3000 dólares por onza. Se trata de un aumento del 50 por ciento.

El informe recuerda que el precio del oro era de 1200 dólares en abril 2015, de 1300 dólares en abril de 2019 y de más de 1700 dólares en abril de este año. Menciona que en lo que va de 2020 el metal acumuló una de las mejores performance de precio entre distintos activos con un incremento del 10 por ciento. En esa lista el peor resultado lo registró el barril de petróleo WTI: con un retroceso de más del 70 por ciento.

La entidad financiera plantea que en el segundo trimestre de este año las principales economías del mundo tendrán una caída del PIB de más de dos dígitos. Estados Unidos anotará una contracción del 30 por ciento: la caída más pronunciada en la historia moderna. La situación se replicará en otros países como Japón con un retroceso cercano al 22 por ciento. También dice que la emisión de las principales bancas centrales terminará el año con un fuerte incremento y le pondrá presiones a las monedas del mundo desarrollado.

“Variables como el PIB nominal, los balances de los bancos centrales y las tenencias de oro de los países serán los determinantes para el precio del metal. Debido a que los bancos centrales y los gobiernos están duplicando sus hojas de balances y déficit fiscal hemos decidido subir los precios objetivos del oro de 2 a 3 mil dólares en los próximos 18 meses”.

La lectura del Bank of America es una de las interpretaciones posibles respecto de cómo evolucionarán la crisis y las principales variables financieras en los próximos meses. No es la única posible ni implica que sea la más probable.

El fin de semana se publicó una entrevista al consultor Ricardo Arriazu en la que se plantea una perspectiva distinta. “La pregunta que todo el mundo se hace es: con semejante nivel de emisión y de déficit fiscal, ¿qué les va a hacer a la inflación y a las monedas (del mundo desarrollado)?”, reflexionó. Puesto en otras palabras: la pregunta es si el inversor buscará refugio en el oro ante la pérdida de valor del dólar.

El economista plantea que esta situación no tiene antecedentes pero la experiencia similar es la de las guerras mundiales. “Si uno va a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos en 1941 tenía una deuda pública de 40 por ciento del PIB y un déficit fiscal de 3,5. En dos años el déficit fiscal estaba en 26 puntos, más que ahora. Y la deuda se fue, hacia 1945, al 120 por ciento del PBI. Y no hubo inflación. Posiblemente pase lo mismo”.