Los trabajadores de las ferias americanas piden que se considere su apertura durante los sábados y domingos. Afirman que no cuentan con ingresos y no pueden costear los servicios del lugar donde funcionan. Además, no hay medidas de los gobiernos nacionales y provinciales que los ayuden a paliar la crisis. 

La representante de la feria americana La Saladita, Hilda Silva, dialogó con Salta/12 y manifestó la “desesperación de poder trabajar” para enfrentar sus necesidades económicas, aumentadas por el parate de la cuarentena. “Estamos como todos, con la desesperación de trabajar porque se vienen las deudas de los alquileres, los servicios e impuestos que no podemos pagar”, dijo. Esta feria se ubica en las avenidas Chile y República del Líbano de la capital salteña.

Ante este escenario, los feriantes piden que el gobierno nacional, provincial o municipal, consideren la apertura de los puestos. Proponen que las ferias sean abiertas los sábados y domingos, y que la atención sea a partir de la terminación de los documentos de identidad. 

Silva explicó que el mecanismo sería garantizar una atención con las terminaciones del 0 al 5 para el sábado, mientras que del 6 al 9, el domingo. “Vamos a cumplir todos los protocolos de seguridad”, aseveró.

“Tenemos un predio bastante amplio, por lo que el distanciamiento entre personas se podría realizar. Además que dejaríamos entrar a un número reducido de personas garantizando la toma de temperatura, alcohol en gel y todo lo que tiene que ser antes que ingresen al predio”, sostuvo. “Cada una de las personas de los puestos nos ocuparemos de cuidar. Todo se trata de cómo nos organizamos y cómo podamos cuidar a la clientela y cuidarnos a nosotros”, añadió.

En ese aspecto, Silva elevó una solicitud particular al gobierno de Gustavo Sáenz. "Le pedimos al gobernador que contemple la situación de los feriantes. Que vea la forma en que nos ayude y nos pueda dar una mano real con todo", indicó.

El rubro que se dedica a la venta de ropa usada conocida como “americana” concentra su mayor actividad en la zona sureste de la Capital. En el caso de La Saladita, tiene 40 puestos que sostienen a 60 trabajadores con “el día a día”, dijo Silva. “Hemos podido aguantar este mes, pero ya no podemos hacerlo”, describió.

La representante contó que entre varios comerciantes se acercaron al Concejo Deliberante y a la Municipalidad de Salta para pedir algún tipo de auxilio para la actividad. “Hemos hecho saber que estamos en una situación crítica, pero nadie se quiere hacer cargo de nada y solo nos dijeron que están esperando que la decisión salga de Nación”. “Nadie va a hacer nada y nosotros no estamos recibiendo ningún tipo de ayuda”, reclamó Silva.

En ese sentido, afirmó que los trabajadores están bajo las normativas del monotributo A y B, pero no pudieron acceder a los créditos dispuestos por Nación. La feriante explicó que en muchos de los hogares viven varias familias, por lo que algunos cobran jubilación, pensión o asignaciones. Según Silva, esto les imposibilita salir aprobados porque todos esos ingresos figuran con un mismo domicilio. 

Ventas en caída 

La representante de La Saladita aseguró que las ventas en los primeros meses del año habían sido menores y que desde el inicio del aislamiento social, preventivo y obligatoria, la actividad se redujo en su totalidad. “Si bien desde hace rato que veníamos mal con nuestra situación, ahora todo empeoró. No tenemos un sueldo si no trabajamos”, expresó. 

La gran mayoría de los puesteros subsisten de las ventas que realizan durante los fines de semana y feriados. Sin embargo, Silva agregó que dentro del sector se sabe que los primeros meses del año baja la actividad y por lo tanto la recaudación. Por eso, algunos puesteros se vuelcan a la cosecha. “Hasta que las ventas mejoran, algunos se van a la cosecha del ají, pero como ahora tampoco pueden salir, no saben qué hacer”, lamentó. Además, contó que “hay muchas mamás que son solas y se sostenían con el ingreso de la feria”.

Por todo esto Silva consideró que la situación “no da para más”. “Estamos desesperados y no sabemos qué hacer porque se nos acaban los recursos que teníamos”, alertó.

“Esta semana hemos fumigado. Tenemos que hacer la manutención y pagar la seguridad, pero no tenemos para pagar y nos estamos turnando para ir a cuidar la mercadería que quedó ahí”. En paralelo, también está el mantenimiento en sus hogares: “no tenemos nada para llevar a la olla y no podemos enfrentar las deudas de nuestras casas”, lamentó.