El ex secretario de Cultura de la gestión Cambiemos, Pablo Avelluto, admitió haber trabajado “para cerrar Télam y la TV Pública” y lamentó “no haber hecho más” para lograrlo. Sin ocultar su desprecio por los trabajadores que resistieron 357 despidos en la agencia de noticias y la reducción de salarios y de producción de contenidos en el canal estatal, los calificó de “militantes autoritarios” y explicó que el gobierno de Mauricio Macri no logró su objetivo de cerrar ambos medios por falta de “consensos internos” y de “poder real”. “Fue por lxs trabajadorxs de los medios públicos, por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) y por todos los gremios, movimientos sociales, espacios políticos y la mayoría de sociedad que nos apoyó”, le recordó Esteban Giachero, delegado de los trabajadores de Télam.

Avelluto coordinó los medios públicos porteños con Macri como jefe de gobierno y lo acompañó durante su presidencia en el área de Cultura, primero como ministro y después como secretario. Al margen de sus provocaciones en redes sociales, donde llegó a calificar como su “golpe de Estado favorito” al que incluyó el bombardeo de Casa Rosada en 1955, su gestión se caracterizó por la reducción de la inversión estatal, la pérdida de público de cines y teatros cada vez más caros e inaccesibles, y una profunda crisis de la industria editorial.

Ayer volvió a ser noticia al difundir una operación de Clarín para instalar la idea de que el gobierno nacional intenta “regular” los medios. “Autocrítica: no haber hecho más para cerrar Télam y la TV Pública, dos clubes de militantes autoritarios carísimos e incompetentes”, escribió en Twitter. Cuando comenzó a cosechar rechazos profundizó la idea y los comentarios despectivos: “Cerrar medios obsoletos, cooptados editorialmente por militantes rentados y financiados por el dinero de todos es profundamente democrático”; “apagar la maquinaria de propaganda estatal no es clausurar la deliberación pública”. Ante una pregunta sobre por qué Cambiemos no cerró Télam y la TV Pública respondió que “el poder real con el que contó el gobierno no alcanzaba para poder tomar decisiones de esa envergadura”. “También se requiere de consensos internos que no siempre existían”, lamentó.

“¿Vos hubieras querido echar más trabajadores de los que echaste en Cultura? ¿Y cerrar lugares queridos y entrañables como la TV Pública y Télam?”, le preguntó el periodista Osvaldo Quiroga. “Serán queribles y entrañables para vos. No generalizaría”, respondió el ex funcionario. Cuando María O’Donnell destacó que “la ‘noticia’ que provocó la reacción no era cierta (un zócalo equivocado) pero sirvió para conocer su total deprecio por los trabajadores de los medios" públicos, insistió en que “habría que cerrarlos” y con lógica contable agregó que ni la honestidad ni el talento de los trabajadores justifican “el valor de ambas sociedades del Estado”.